Ay señor Aznar, a buenas horas, mangas verdes
Decimos “a buenas horas, mangas verdes”, cuando llega demasiado tarde algún remedio que se esperaba y que por tardío resulta inútil.
Esto es lo que sucede con el señor Aznar. Ahora nos viene diciendo que el artículo 155 se debería haber aplicado antes en Cataluña y en su totalidad, y que no se debería haber convocado elecciones.
¿Y lo dice usted ahora? ¿Por qué no lo hizo en su momento, públicamente, y mirando a Rajoy y a Soraya a la cara? ¿Por qué la totalidad de los “pesos pesados” de su partido acataron sin rechistar todas las decisiones de Rajoy y de Soraya? ¿Por qué no movilizó usted en su momento a los disidentes dentro de la formación, como intenta hacer ahora posicionándose junto a Casado?
Sus declaraciones señor Aznar llegan demasiado tarde. “A buenas horas, mangas verdes”. Su partido, con Casado o sin él está hecho unos zorros. Ustedes ya no convencen a nadie fuera del amplio círculo de estómagos agradecidos que temen quedarse en la calle. Carecen de credibilidad para miles de ciudadanos que un día otorgaron su confianza y su voto al Partido Popular.
No debemos olvidar que usted, señor Aznar, ha sido colaborador necesario del plan secesionista iniciado por Jordi Pujol en Cataluña, porque estuvo pactando con él desde que ocupó usted la Moncloa en 1996. Prueba de ello, es la oferta que le hizo al “honorable” en 2002 de una vicepresidencia y tres ministerios si CIU entraba en el Gobierno de España, y a lo que Pujol contestó entre otras cosas lo siguiente: “Un ministro de CIU no podría hablar del Gobierno de la nación porque su nación es Cataluña”. Fin de la cita.
Usted, señor Aznar, nos metió de lleno en una guerra, la de Iraq, donde no se nos había perdido nada. Iraq siempre fue un país amigo de España, como lo reflejan distintos diplomáticos que tuvieron oportunidad a lo largo de su carrera de establecer contacto profesional con la nación que en su día presidió Ahmed Asan al Bark, quien en 1974 envió a su vicepresidente Saddam Hussein a visitar nuestro país en medio de una crisis petrolífera que tuvo su inicio en 1973. España sufría un calvario como el resto del mundo. Los países árabes no se acuerdan de nosotros a la hora de sacar provecho de su oro energético, excepto Iraq, que envía a España un buque con el regalo de cerca de 40.000 toneladas de crudo. En enero de 1974, la dársena de Escombreras, en Cartagena, recibe el generoso envío. Y, aunque a tenor de aquella crisis que puso en trance la estabilidad mundial, esas miles de toneladas de petróleo no significaban nada, sí sentaban las bases para conocer de forma estricta, quiénes eran nuestros amigos. Tanto es así, que el embajador iraquí manifestó al llegar el barco que, más allá del valor del crudo, ese cargamento era una prueba del cariño del pueblo iraquí, de su presidente y de su gobierno, al pueblo español.
Usted, señor Aznar, transfirió más competencias al gobierno regional de Cataluña presidido por Pujol, a cambio de los votos independentistas en el Parlamento.
Usted, señor Aznar, no movió un solo dedo durante los cuatro años que Rajoy, con mayoría absoluta en el Parlamento, se negó a modificar una sola coma de lo aprobado por Zapatero.
A usted, señor Aznar, exhumar el cadáver de Franco como pretenden el okupa de la Moncloa y su banda, no le produce ni frío ni calor, sin embargo, todo lo que hoy es usted se lo debe al antiguo régimen. No hay que olvidar que su abuelo, Manuel Aznar Zubigaray ocupó durante el régimen de Franco la dirección de la agencia EFE (1958), la embajada española de Marruecos (1962), y, hasta su fallecimiento en 1975, la presidencia del Consejo de Administración de EFE. Recibió el premio de periodismo “Francisco Franco” (1939) y presidió la Asociación de la Prensa de Madrid (1955). Su padre, Manuel Aznar Gómez Acedo, fue director de la Red de Emisoras de RNE (1962), subdirector general de Radiodifusión (1964) o director de la Escuela Oficial de Radiodifusión y Televisión (1967).
Usted, señor Aznar, no dijo ni mu cuando su partido en el Gobierno puso en libertad a terroristas como Bolinaga, con decenas de crímenes en su haber, y a violadores y asesinos en serie de mujeres y niñas indefensas.
Usted, señor Aznar, es conocedor de primer orden del cáncer de las autonomías políticas; una gangrena que se extiende enfrentando a los españoles y creando agravios comparativos entre regiones, y que nos devora política, social y económicamente. Un tumor maligno que usted no ha estado ni está por la labor de extirpar, porque sabe cómo nadie que son instrumentos valiosísimos para mantener activas las oficinas de colocación de los partidos políticos, cuando éstos llegan al poder.
Su reciente entrevista publicada en un diario digital, señor Aznar, no es que me indigne, que también, sino que me produce repugnancia, más que repugnancia, nauseas, y más que nauseas me provoca el vómito.
Sus apariciones son inoportunas e insustanciales. El lastre que arrastra es demasiado pesado. Su discurso está más que amortizado. Usted no está para respaldar ni auspiciar a nadie. Y, su partido, o lo que queda de él, está marcado por la corrupción, el complejo, la inacción y la cobardía de quienes desde dentro han facilitado la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa. Y por último, ¿tiene algo que decir, señor Aznar, sobre el reciente nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como consejera de Estado? Dígalo ahora o calle para siempre.
Si señor sr.roman directo a la yugular me ha alegrado el dia
Menudo repaso le dá usted, sr. Román, al personajillo ese de bigote, el mismo, que nos metió por la patilla a más de tres millones de invasores con la excusa de que venían a hacer el trabajo que no queríamos los españoles, con él empezó la fiesta.
Bravo por su artículo.
El imbécil de Rajoy ha sido el que se ha “cargado” al PP.
Aznar no es santo de mi devoción, pero la realidad es que estaba totalmente marginado en el “PP de Rajoy”.
No le hacían ni puto caso, y acabó dimitiendo de la presidencia honoraria del partido, supongo que antes de que le echaran.
EN OTRAS PALABRAS, LA CULPA NO E SUYA, SINO DE RAJOY Y SUS SECUACES, ¿0 debería decir secuazas, las dos abogadas del estado de largas lenguas, pero pocos hechos?
¡Muy bien dicho! Lamentable lo de Aznar, y peor lo de esos siniestros pseudoperiodistas vendidos a Aznar, Losantos y el sodomita Pedro J.