Dedicado a Ñoña
Así mismo, aunque parezca una contradicción, cita Mayer el ejemplo de Napoleón y asegura que en una gran jefe puede haber, hay, casi siempre, un gran ambicioso.
Dice más: dice que los verdaderos hombres de guerra tienen el instinto de la destrucción, la ambición del éxito, la indiferencia por los sufrimientos de los demás, y hasta, quizás, una secreta voluptuosidad de hacer mal para darse a si mismos la medida de su poder y de su insensibilidad. Tales naturalezas no son simpáticas y no encuentran acogida en tiempos normales en una sociedad educada; no se las busca más que en momentos de crisis, cuando se desencadenan las pasiones sanguinarias.
Y todo ello no resta un ápice de verdad a lo que Gavet escribe; y no porque no sea exacto lo que dice Mayer, sino porque con ello sólo se refiere a los grandes Jefes que, no te quepa la menor duda, existen en los Ejércitos y que están dispuestos a demostrar la verdad de mis palabras como si fueras un faisán.
Al ineducado falta indefectiblemente la ecuanimidad, la imparcialidad, la integridad, la justicia, y nada hay tan enervante como verse sometido a la voluntad de un Jefe variable, que hoy por la mañana deja absoluta libertad a los que faltan, pasando por todo, y por la tarde, con ocasión, quizá, de una reflexión iluminada, o acaso porque su propia negligencia política ha sido reprendida, se muestra exigente en público y quiere ganar el retraso a que ha dado lugar su descuido vanagloriándose de nada inocentes felicitaciones públicas que se prestan más a la risa que al respeto.
No una, sino muchas veces, habrás visto escrito, y otras mil oído, que para mandar, en la verdadera acepción de la palabra, es absolutamente preciso el prestigio. Pero te tengo que decir que esta palabra se me aparece en este lugar como algo desmesurado; entiendo que el prestigio es algo que sólo forma parte del patrimonio de los grandes Jefes. Dice bien Vaillant en L´arme du soldat que la cualidad para los Jefes de pequeña categoría es la ascendencia pues el prestigio sólo está para aquellos privilegiados , familia de los genios y ni una ni otro parece que ilumine tú personalidad. No tiene prestigio quien quiere y no hay que olvidar que es temerario tomar a los grandes hombres por modelo; sólo en intentarlo hay ya cierta pretensión de asemejarse a ellos, quizá algo vanidosa, no digo ya si la referencia que se toma es un pájaro, astuto, débil de gallinero.
Y para finalizar, he de recordarte unas sabias palabras sobre los Ejércitos a raíz de tu inconsistencia en materia de defensa nacional:
“Para el Ejército no puede haber nada que le sea indiferente: desde la educación que se da al niño en las escuelas hasta aquella que recibe en los grados superiores de la enseñanza, desde la forma de acrecer las fuerzas contributivas del país hasta el desarrollo de las obras públicas, ferrocarriles, puentes y carreteras; todos estos elementos constituyen eslabones que forman la cadena de los elementos militares para la defensa del territorio. No puede ser tampoco indiferente al Ejército la capacidad productiva del país, lo mismo en la agricultura que en la industria. No hay una fábrica que no pueda llegar a ser un día un elemento militar útil y necesario, ni un campo sin cultivo que no pueda perjudicar en un momento dado al interés militar: todo con el Ejército tiene conexión”.
Regla general de buen gobierno es la de no excederse en el hablar; hazlo con medida, “ca lo poco e bien dicho finca en el corazón”.
*Teniente coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca.
Excelente articulo… Pero, no todo es técnica para vencer al enemigo… Se necesita FE en algo digno, Esparanza en lograrlo y … Caridad con el enemigo vencido. Entonces, será el militar feliz de tener la victoria… Malos tiempos, se avecinan.