El mensaje más transversal de la Navidad
Víctor Orcástegui.- Seguro que estos días casi todos, en uno u otro momento, recordamos el más universal de los mensajes de la Navidad. El más transversal también, como se dice ahora. Ese que nadie, creencias aparte, sabría negarse a compartir. ¡Paz en la tierra! Pero no debemos olvidar que la cantinela de aquella “legión del ejército celestial” de la que habla Lucas en su relato evangélico traía aparejada una condición. Paz en la tierra, sí, pero “a los hombres de buena voluntad”. Y demos por seguro que ahí están incluidas las mujeres. Es un requisito bastante razonable. Y, reconozcámoslo, en la vida diaria de la gente corriente la buena voluntad, aunque sea en grado elemental, suele imperar.
Gracias a ello la sociedad funciona, las familias funcionan, la economía funciona, ¡hasta la Administración, en general, funciona! Y cuando la buena voluntad falta, ya puede usted contar con las mejores leyes, con la tecnología más avanzada, con la formación más excelente y con la inteligencia más aguda. Da lo mismo, todo se va al garete. Pero donde más echamos en falta la buena voluntad es en el escabroso terreno de la política, en el que suele predominar lo contrario, la mala uva, el garrotazo, la irritación. Y sin embargo es ahí, en la gestión de los asuntos públicos, donde un poco de buena voluntad bastaría a veces para obrar milagros. Y sin intervención sobrenatural.
La paz la merece quien no tiene odio en su corazón, quien no ve en el prójimo a un enemigo, quien sabe perder sin rencor, quien elige perdonar, en definitiva quien es capaz de amar… Porque eso es tener buena voluntad