¡Cuidadín con los recuentos y pucherazos, que tienen vicio!
¿Quién garantiza la verdad de los comicios? racias a investigaciones recientes, el gran fraude doloso criminal y deliberado en las elecciones de 16 de febrero del 36, que daba la victoria absoluta al Frente Popular –robo, falseamiento y manipulación- ha quedado al descubierto indubitablemente 81 años después de la fechoría delictiva vestida de legitimidad y tan cacareada, tras los cinco años de investigación irreprochable y trabajo metódico sobre documentos disponibles para el público, de los prestigiosos historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García (en su libro “1936. Fraude y Violencia en las elecciones del Frente Popular”. Espasa 2017).
Han consultado TODAS las actas, una por una, de la tan proclamada gran victoria mayoritaria del Frente Popular en las generales del 16 de febrero del 36, celebradas tras una sucia campaña con 41 muertos y 80 heridos de gravedad. Todo ello para vergüenza de esa izquierda radical y deshonesta.
Demuestran estos estudiosos de forma arrasadora, que más del 10% de los escaños de esas cortes -más de 50- no fueron fruto de la voluntad del pueblo soberano por la vía democrática, sino del gobierno del masón Portela Valladares que permitió el fraude y el amaño –sin duda por inspiración y expreso deseo de Largo y de Azaña- y quién dio por bueno el más que pucherazo, robo descarado del Frente Popular bajo la Presidencia de la República de Alcalá Zamora, y con unos ambiciosos Azaña y Largo Caballero -el escayolista-estuquista prodigioso- que pretendían cuajar como fuese ese Frente Popular que les diese las presidencias de la República y del gobierno -de su República de ellos- y acabar con la derecha -monárquica o no- y los católicos y su iglesia, como se había hecho en la URSS por los bolcheviques, lo que ha durado desde 1917 hasta 1989, en que se produjo su colapso final por inanición e inviabilidad y cierre por liquidación, sin que ningún “fascista” metiese mano en ello. Tan sólo, que llegó al poder alguien que sabía leer un balance, lo que nunca había ocurrido anteriormente. Eran maestros nacionales, tipo Ábalos.
Que, volviendo a ello y con datos, los votos fueron robados en febrero del 36 por la manipulación delictiva de un régimen republicano, sin escrúpulos y amante del totalitarismo marxista, aunque a la RAE no se lo parezca.
El número total de diputados eran 473 en una España que tenía 24.500.000 habitantes. Una burla al pueblo soberano, que deslegitimó los scasos atisbos de ella que le quedaban a la II República y supuso la gravísima responsabilidad de la guerra civil y de un millón de muertos o algo parecido.
Los votos de las izquierdas tras el fraude eran el 47,1% (4.654.000 votos) y el de las derechas el 45,60%, (4.503.000 votos), que más el plus de aquella ley electoral, según Javier Tusell, produjeron los resultados poco armónicos de 283 diputados para el frente popular y 190 para las derechas, así que ese robo del 10%, (más de 400.000 votos) que suponían 50 escaños (a base de raspaduras, desapariciones, burdas falsificaciones de actas, etc., que gracias a Dios se conservaron para poderlo comprobar) ha quedado al descubierto con patente precisión por Tardío y Villa, 81 años después.
Sin duda alguna supuso un auténtico robo de elecciones y de gobierno. Tan es así que, sin este robo, el Frente popular no hubiese llegado al poder. Por si fuese poco, se eludió ir a una segunda vuelta esclarecedora, como estaba establecido por la Constitución de 1931 y la ley electoral de 1933. Se omitió porque quedaría a la vista el pucherazo. Dime de qué presumes…