España es un país de 34 millones de cadáveres y monstruos
Hace ya bastante tiempo que me siento extranjero en España, Patria mía traicionada, vejada, humillada, mancillada, vendida a los jerarcas satánicos del NOM por una ralea de felones como no ha habido otra en la historia del mundo.
Voy por las calles sintiendo que no son mías, que la gente que veo deambulando robóticamente de aquí para allá no es mi gente; voy como un sonámbulo, como si un extraño poltergeist me hubiera succionado hacia otra dimensión, como si una nave alienígena me hubiera abducido hacia un mundo cavernario, oscuro, feo a rabiar, inmoral, de fosforescencia luciferina.
Yo crecí y viví en otro mundo, en otra tierra, en otra época, en otra España… no, en España, porque esto que me rodea y me acosa con su hedor baboso no es mi Patria, sino una ramera de labios pintarrajeados que ha convertido en mancebía hedionda los luminosos territorios de mi España.
¿Qué hacer? ¿Adónde ir, para escapar de este horror progre, feminista, animalista, LGTBI, antifranquista, socialista, anticristiano, antiespañolista…? ¿Dónde encontrar una puerta al hiperespacio que me lleve fuera de este infierno dantesco, de este armageddón globalista, de esta pavorosa degradación de un país que hasta hace poco era nacionalcatólico, y hoy es una bola de estiércol, una cochambre cósmica, un pecio bamboleado por el Mal, una chatarra pestilente lista para el desguace?
Todas estas sensaciones trágicas se han incrementado hasta límites casi insoportables, después del alevoso y vergonzoso pucherazo del 28-A, escamoteado a la conciencia popular por los medios vendidos al NOM, ejecutado con un descaro que causa verdadera estupefacción al comprobar que casi nadie se interroga por los anómalos resultados electorales, sin que ni siquiera los partidos perjudicados pongan real interés en sacar toda esta porquería golpista a la luz pública.
¿Cómo explicar mi desasosiego, mi infinita desazón? Parafraseando los famosos versos de Dámaso Alonso en su poemario Hijos de la ira, puedo decir que «España es un país de más de 34 millones de cadáveres (según las últimas elecciones)… y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla».
34 millones de españoles ―incluyendo la abstención― han votado que el Gobierno puede desenterrar los muertos sin permiso de la familia, y luego enterrarlos donde le plazca… Sí, españolitos que habéis votado a partidos que quieren exhumar a Franco, dando vuestra aprobación a la profanación, cuidado: miradme a los ojos y decidme que no os importaría que mañana desenterraran a vuestros familiares, profanando sus restos… Decídmelo a la cara, y cuidado, porque quien a hierro mata a hierro muere.
Os veo por las calles, os sigo con la mirada, haciendo esfuerzos por no maldeciros, por no desear que también vuestros muertos sufran el ataque despiadado de la piqueta, de la pala, de las excavadoras… os miro, mientras me acuerdo de otros versos de Dámaso Alonso, que os dedico, hijos de la ira, de un dios menor: «Dime qué significan estos espantos que me rodean. Cercado estoy de monstruos».
Monstruos que aprueban con su voto el holocausto de casi 100.000 nonatos al año, carniceros insaciables, a quienes les da igual que la sangre inocente salpique sus rostros aborregados donde se advierte sin esfuerzo el rictus del Señor e las Moscas a quien se ofrecen en horrendo sacrificio tantas víctimas inocentes: miradme a los ojos y decidme que aprobáis esa horrible matanza, que os da igual votar a los destripadores.
Y luego irán a por vuestros hijos, y les hablarán de princesitos y principitas, les darán muñecas del pomponé a vuestros varones, y coches a vuestras hembras, y les enseñarán cómo usar pomadas anales, y les recrearán con juegos eróticos, y les mostrarán cómo masturbarse… Y eso es lo que habéis votado, y también eso os da igual, lo mismo que les cuenten mentiras nauseabundas sobre nuestra historia… y os callaréis, y no denunciaréis un sistema adoctrinador que corrompe a vuestros hijos. ¿Hay algo más monstruoso que escandalizar a los niños? Acordaros de las piedras de molino con que amenazó el ser más misericordioso a los que osen llevar a cabo este horror.
Españolito que has votado toda esta mugre partidista, seguro que, entretenido como estás en tus terrazas cerveceras o disfrutando de tu NETFLIX, no te habrás enterado de que España está en bancarrota, que hay una crisis gigantesca a la vuelta de la esquina, que te robará la bolsa y la vida, que dilapidará tus ahorros, que te mandará al paro, a mear pilas por muros grafiteados, a las cloacas de un apocalíptico crack que ya está anunciado. Pero eso es lo que has votado: que te suban los impuestos, que te penalicen el diésel, que te suban el IVA y el IRPF, porque ellos necesitan 26.000 millones más para conceder generosas ayudas sociales a vagos, a maleantes, a ilegales; para mantener a 440.000 políticos y la mamandurria de 17 Taifas… Monstruoso ―¿verdad?― que alguien vote para que le machaquen con sablazos fiscales a espuertas.
También has votado carriles bici que no van a ninguna parte, tetorras femens que profanan iglesias, tiorras impresentables que van de ministras, el desarme de la población con la excusa de la caza con el fin de que no podamos defendernos de las hordas milicianas que están ya ahí, la eliminación de la presunción de inocencia en el varón por el totalitarismo feminista, la legalización de la blasfemia, la institucionalización de la eutanasia, la enseñanza del islam en las escuelas mientras se posterga la del catolicismo; que es lícito plagiar tesis doctorales, que no pasa nada si se amañan elecciones, que los golpistas son presos políticos, que se pueden quemar banderas patrias sin problema, que hay que indultar a los monstruosos golpistas, que el castellano se margine en algunas autonomías, que la Patria se ponga en almoneda…
Tremendo cúmulo de monstruosidades, que usted ―españolito que votó a socialistas, podemitas, separatistas, y a partidos socialdemócratas con apariencia centrista― va a padecer como quien contrae la sífilis, por aprobar con su voto las burdelías de un país cochambroso; monstruosidades que caerán sobre usted como una plaga de langosta, como una avasalladora marabunta que le devorará en carne viva… Y entonces será el llanto y el crujir de dientes…
Míreme a los ojos, y dígame que nada de esto le importa, que nada de esto va con usted, que toda esta avalancha de monstruosidades que le va a caer encima le importa una higa…
Todas estas cosas reflexiono con tristeza, acordándome de las palabras de Dámaso Alonso, «Bajo la penumbra de las estrellas y bajo la terrible tiniebla de la luz solar, me acechan ojos enemigos, formas grotescas que me vigilan, colores hirientes lazos me están tendiendo: ¡son monstruos, estoy cercado de monstruos! […] Oh Dios, no me atormentes más, dime qué significan estos monstruos que me rodean y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche».
sociedad dispuesta a matarse entre ellos mismos y cobardear cuando no se trata de compatriotas, la gente ya no sabe ni andar por las aceras, por la derecha, pequeños detalles que demuestran el fracaso y la frustración de una sociedad en franca decadencia
Completamente de acuerdo contigo, Laureano. Un saludo,
Que España es una auténtica cloaca, está más claro que el agua. Como lo son absolutamente todos los otrora países cristianos u occidentales. A mí, lo único que me consuela es saber que la Segunda Venida de Cristo, con su Nueva Tierra completamente RENOVADA, está a la vuelta de la esquina. Y es que, aunque cueste, hay que tratar de no perder la perspectiva: España, es nuestra Patria aquí, en la Tierra; pero esta vida terrenal no es más que un destierro TEMPORAL. Lo que quiero decir es que la verdadera Patria de todo buen hijo de Dios es el… Leer más »
Don Laureano, un placer leerlo.
No será usted de la generación Vértice española. Los tebeos-comics de la casa marvel que publicó por primera vez en España Ediciones Vértice de Barcelona; a finales de los 1960s.
Un saludo.