“Il Capitano” Matteo Salvini y la política como lucha por la Identidad
Sergio Fernández Riquelme.- Todo ejército tiene su capitán. En la guerra, dirige a sus huestes hacia la victoria, y en la paz intenta mantener el orden interno. Capitanes heroicos o cobardes, fieles o traidores, exitosos o fracasados encontramos en la Historia. “O Captain! my Captain! our fearful trip is done, The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won”, dedicaba Walt Withman al asesinado Lincoln. Líderes más cercanos que élites intelectuales o afamados generales, que comparten en muchas ocasiones el rancho y que buscan este cargo por servicio público o por intenciones de ascenso. Elegidos por tradición, raciocionio o carisma, la tropa necesitada de verdades y seguridades cree en ellos y lo consideran, habitualmente, uno de ellos.
Italia tiene ahora a Salvini, Il capitano, que pretende representar a la que considera la verdadera Italia. Frente a un Cavaliere provocador (Silvio Berlusconi), a un Professore conciliador (Romano Prodi) o a un moderno y joven Rottamatore (Matteo Renzi) muchos italianos de diversa ideología y origen siguen los pasos y los tuits del Capitán.
Presente como nadie en las redes sociales y creciendo en las encuestas de manera vertiginosa, Matteo Salvini, viceprimer ministro y ministro del Interior, impulsó en el país transalpino un nacionalismo soberanista capaz de integrar el regionalismo histórico italiano (uno de los países que más tarde accedió a su unificación político-territorial) con el nuevas posiciones identitarias frontalmente contrarias al diktat de Bruselas ante fenómenos migratorios globales, uniformizaciones culturales globalizadas, imposiciones socioeconómicas internacionales y problemas ciudadanos cada vez más profundos que eran caldo de cultivo para los llamados populismos de izquierdas o derechas.
Quedaba atrás la vieja Lega norte de Umberto Bossi, marcada por la masonería y los negocios sobre la coartada del ensueño de la Padanía étnica y secesionista (desde el neologismo de la llanura que atraviesa el río Po o Padus) y reunida cada año en la exótica celebración de Pontida para denuncia a los ladrones romanos y a los pobres sureños. Le sucedía una nueva Lega italiana, parte del gobierno nacional en 2019 (en coalición con el peculiar Movimento 5 Stelle, M5S, liderado por Luigi di Maio), nacionalista y regionalista a la vez, defensora de los valores tradicionales (de la Familia natural a la herencia cristiana) y promotora de una gran alianza de reforma europea (con Polonia y Hungría).
Pero todos tenemos un pasado. Salvini fue ardiente nacionalista lombardo, como líder del Movimiento de Juventudes padanas y como candidato de los comunistas padanos en las elecciones de 1997, siendo además asiduo colaborador del izquierdista centro social Leoncavallo y admirador declarado de los nacionalismos izquierdistas del momento (del quebequés al vasco). Pero años después, y como miembro de la Lega en el Parlamento europeo desde 2004, comenzó su transformación.
Una conversión en toda regla. En primer lugar, adoptando el soberanismo nacionalista italiano (sin olvidar el regionalismo primigenio de la Lega, pero ahora para todo el pais transalpino), al colaborar en el seno del grupo Europa de la Libertad y la Democracia, y y acercarse al nacionalismo identitario del francés Frente Nacional y del holandés Partido por la Libertad. El lema soberanista “Basta Euro” reemplazó, definitivamente, a la reivindicación del sueño folclórico de la “Padania” en la tribuna del Parlamento europeo. En segundo lugar, asumiendo el catolicismo identitario (entre la tradición y la modernidad) a partir de las enseñanzas de su admirado Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI (y del cardenal Raymond Burke) al que siempre recuerda como su verdadero Pontífice, del que reivindicó su famoso Discurso de Ratisbona y al que dedicó una camiseta que llevó en diferentes ocasiones con su foto y un lema bastante elocuente:“l mio papa è Benedetto XVI”.
A su vuelta de Estraburgo como conocido “eurófobo”, lideró la facción derechista de la Lega en 2013, y de la mano del todopoderoso gobernador de Lombardia Roberto Maroni, logró hacerse con el control de un partido en caída libre en elecciones y encuestas (tras haber sido miembro de los gobiernos de Silvio Berlusconi) y en plena crisis tras los arrestos de su cúpula por corrupción.
La toma del poder se tradujo en un cambio de estrategia. La Lega o era italiana o no sería, o era soberanista o desaparecería. Por ello en las diversas elecciones regionales de 2015 la nueva Lega se presentó con la marca “Nosotros con Salvini” (Noi con Salvini) tanto en el norte como en el sur de Italia (del Lazio a Cerdeña). Y tras apartar al mísmísimo Maroni y a Flavio Tosi, su principal contendiente en la Lega, Salvini pudo completar su transformación. El éxito de la convocatoria (primero en el Véneto, segundo en Toscana o Liguria, y tercero en las Marcas y Umbria) respaldaron su apuesta y provocaron un ascenso histórico en las encuestas, que se tradujo en el tercer puesto en las elecciones generales de 2018 (triplicando sus votos). Sin el adjetivo “norte”, la ahora “Lega Savini Premier” superó en estos comicios, y por primera vez, a su viejo socio de Forza Italia e hizo de la Coalizione di centrodestra la primera del país (junto con Fratelli d’Italia, Unione di Centro y Noi con l’Italia). Pero ante la debilidad de los de Berlusconi en las negociaciones y ante ciertas coincidencias programáticas con el ganador grillino, la Lega entró en el 65º Gobierno nacional, en coalición con el M5S (fundado por el llamado cómico antisistema Beppe Grillo) y bajo presidencia del tecnócrata Guiseppe Conte.
Omnipresente en las redes (gracias a la labor de su asesor Luca Morisi) y bajo el lema “Prima Gli Italiani” la nueva Lega desembarcó en el Palazzo Chigi. En este nuevo gobierno, Salvini y los suyos impusieron algunas de sus condiciones. Interior fue para el mismo Salvini, situando la seguridad nacional y el respaldo a las fuerzas estatales como prioridad; Familia y discapacidad fue para Lorenzo Fontana, católico tradicionalista veronés; Agricultura para Gian Marco Centinaio, defensor decidido de la producción nacional; Educación para Marco Bussetti, partidario de eliminar la ideología de género de las escuelas; Asuntos Regionales y Autonomías para Erika Stefanini, desde el regionalismo militante de la Lega; y Administración Pública para Giulia Bongiorno, buscando reducir eficazmente el Estado (con el impulso de infraestructuras y la idea del impuesto único). Participación en el gobierno que encumbró a los leghistas en las encuestas (por primera vez líder de las mismas, tanto en 2018 como en 2019 con más del 30%), fagocitando a su socio grillino y haciéndole ganar elecciones regionales en zonas insospechadas hasta ese momento como los Abruzzos o Cerdeña (liderando de nuevo la coalición de centroderecha).
La protección de las fronteras (frente a mafias e inmigrantes ilegales), el apoyo a la natalidad (ante el envejecimiento demográfico), la defensa de la autonomía regional (de Lombardía al Véneto), la reivincidcación de la Familia natural (eliminando en el documento de identidad “progenitores” por padre y madre), la protección del productor nacional, la apuesta por el salario básico universal (propuesta estrella, en puridad, de Di Maio), el proyecto de custodia compartida obligatoria, o la consecución de la Ley de legítima defensa. Estas fueron algunas de las grandes propuestas de la Lega en el ejecutivo y el parlamento, que provocaron críticas de sus propios socio de gobierno (amenazando con nuevas elecciones en más de una ocasión el llamado sector progresista de los grillini, encabezado por Roberto Fico), la furibunda reacción de la oposición izquierdista (el PD de Maurizio Martina y Niccola Zingaretti) y también de parte de la Conferencia episcopal italiana (en especial desde las páginas de Avvenire y Famiglia Cristiana). Iniciativas a las que se unieron proyectos claramente tradicionalistas como la norma de establecer crucifijos en las instituciones públicas, la Ley de custodia compartida para prevenir conflictos en la separación e incluso desalentar el divorcio (“garanzia di bigenitorialità”) del senador Simone Pillon, la ayuda de entrega de tierras públicas a las familias con tres o más hijos, la Ley frente a los vientres de alquiler (“utero in affitto”), o el apoyo directo a la celebración del XIII Congreso Mundial de Familias en Verona (World Congress of Families, WCF).
Odiado por sus enemigos y amado por sus seguidores. El Capitán lograba la polarización necesaria en tiempos de política altamente mediática. Pero especial ha sido el encontronazo con el clero democristiano (al que acusaba de “cattocomunisti”), que denunciaba a la Lega y sus socios por patrimonializar (e instrumentalizar) casi en exclusiva la bandera de la Identidad cristiana de Italia y la defensa de sus valores nacionales; especialmente ante el impacto de la imagen de un Salvini con rosario y biblia en mano en los principales actos electorales. El mismo Salvini reivindicaba las raíces cristianas de Italia y sus valores tradicionales (reconociendo públicamente sus pecados personales en numerosas ocasiones): “Rivendico che questo Paese abbia profonde radici cristiane. Nel Paese che ho in testa gli ultimi, non saranno più ultimi. Vado al governo cambiando le leggi, ma ispirandomi a certi valori”. Y Lorenzo Fontana defendía que el verdadero cristianismo debía proteger a los hermanos nacionales, a los más próximos ante las dificultades o la inseguridad: “Ama il prossimo tuo, quello in tua prossimità. Quindi se io amo le persone che stanno dall’altra parte del mondo e poi mi dimentico della persona del difficoltà e non parlo nemmeno al mio vicino di casa, allora sono un ipocrita”.
Il capitano era el político europeo con más seguidores en la redes sociales, en comunicación casi directa con sus followers, y sin pelos en la lengua. Dueño del debate político, sus lemas llegaban en internet y se publicitaban en sus sudaderas, sus mensajes se vestían de policía o de obrero, y su presencia impactaba en directo con detenciones policiales (como en la llegada del extraditado terrorista Cesare Battisti) o redadas antidrogas. Sus continuos videos en Facebook sumaban decenas de miles de seguidores, sus visitas a pueblos y barrios deprimidos o inseguros se convertían en pequeños baños de masas, y los medios de comunicación, los propios y los ajenos, no paraban de hablar de él, de Il capitano, y sobre todo de sus polémicas porque Salvini necesitaba la polémica.
Esta política virtual contemporánea (mediática y viralizada) parecía premiar o bien la corrección ideológica (desde el triunfo del “Yes we can” y sucesivas creaciones comerciales) o bien la incorrección ideológica (desde la reacción identitaria, ciudadana, soberana). No hay término medio, parece. Y Salvini, como otros antes que él, lo aprendió muy bien. Su labor política parece una incansable campaña electoral, abrazando a los amigos y señalando a los enemigos. Escuchar directamente a los ciudadanos, atender miedos e inseguridades minimizados por el poder, meterse en toda batalla en los medios, no eludir la confrontación o el debate, usar lemas directos y llamativos, combinar casi todo lo posible en el discurso político, tocar los temas más sensibles, y ser tan directo como directo es el mundo actual.
Su postura ha sido, así, radical contra las migraciones ilegales, prohibiendo el desembarco de inmigrantes a las costas italianas, tanto de las ONGs a las que acusa de connivencia con las mafias como los rescatados en el Mediterráneo por la propia Guardia costera. Su enfrentamiento con el presidente Macrón ha sido frontal, especialmente por las devoluciones “en caliente” de migrantes por parte de la policía gala que cruzaban la frontera italo-francesa (en el paso de Ventimiglia) o por temas de política europea (cruzándose palabras gruesas). Su oposición a la burocracia de la UE por la soberanía nacional ha sido casi visceral, especialmente por el control financiero de Bruselas de las cuentas italianas o por sus pretensiones de colonización ideologica y moral en la sociedad. Y sus reacciones inmediatas ante críticas (de machista o xenófobo) e insultos (casi diarios) son casi siempre trending topic.
A nivel interno, Salvini y su Lega no ha dejado títere con cabeza: frente al novelista Roberto Saviano por sus posturas ante las migraciones, frente al ganador italo-egipcio del festival de San Remo por no representar realmente a Italia, frente al Tribunal que quiere juzgarlo por impedir el desembarco de refugiados del barco Diciotti por supuesta persecución política, frente al Papa Francisco o al presidente Matarella por sus declaraciones identitarias, e incluso frente a Pamela Anderson por sugerir que Salvini era algo propio de los años treinta. Y a nivel internacional sus socios eran evidentes: los partidos soberanistas-nacionalistas que pretendían una Europa más descentralizada (y a los que quería aglutinar en una especie de ”Europa de las naciones”), la Hungría de Viktor Orbán (quién consideraba a Salvini como “mi héroe y mi compañero de destino”), o la Polonia de Ley y Justicia, con quién compartía el sueño de un “nuevo equilibrio europeo” fundado en la independencia nacional y la tradición cristiana. Sobre este equilibrio Salvini declaró que “Italia e Polonia saranno protagoniste di una nuova primavera europea, di una rinascita dei valori veri della Ue: meno finanza e burocrazia, più lavoro e sicurezza”, donde “l’Europa deve tornare alla sua identità, alle sue radici giudeo-cristiane, identità che viene respinta a Bruxelles in modo pazzesco, dove i valori della famiglia vengono respinti”.
Pero un lugar muy especial ocupó la Rusia de Vladimir Putin. Una nación de la que aprender a defender un mundo multipolar, de la que copiar su protección de los valores tradicionales, y a quién levantar las sanciones por la crisis de Ucrania (aunque disentían en la crisis de Venezuela). Una admiración (y relación) atestiguada ya en su paso por el Parlamento europeo, y nunca escondida por Salvini (virales fueron sus fotos con la camiseta de Putin en plena Plaza Roja de Moscú), centrada en la colaboración cultural, política y económica con Rusia Unida y con diversas instituciones del Kremlin. Sobre el presidente ruso Salvini declaró que “non abbiamo fatto discorsi profondi, ma credo che egli – un uomo di potere – sia toccato dalla necessità della fede. È un realista. Vede che la Russia soffre per la distruzione della morale. Anche come patriota, come persona che vuole riportarla al ruolo di grande potenza, capisce che la distruzione del cristianesimo minaccia di distruggerla. Si rende conto che l’ uomo ha bisogno di Dio e ne è di certo intimamente toccato”.
A la Lega le llamaron Il Carroccio, símbolo de independencia e identidad de las ciudades-estado del Medioevo italiano, inicialmente usado por las urbes de la Liga lombarda frente al expansionismo del Emperador romano-germánico Federico I Barbarroja. Un altar de cuatro ruedas tirado por bueyes, como plataforma rectangular con el estandarte de la ciudad y con una cruz en el centro, donde se celebraba la eucaristía y se llamaba con trompetas a la batalla. Y Salvini puso el suyo en Roma, simbólicamente, cuando los leghistas llenaron, por primera vez en la Historia, la Piazza del Popolo con ciudadanos de las ciudades del norte y del sur en su gran concentración del 7 de diciembre de 2018, ante los ojos incrédulos de vecinos y opositores. La Italia soberana, nacionalista (y regionalista) e identitaria (y tradicionalista) aparecía en escena para intentar cambiar el país y transformar Europa.
(La Tribuna del País Vasco)
La jauría mundialista (ONU, pUTAN, Soros, UEistán, FMI, la caterva de Bergoglio…) no puede permitirse otra derrota como la sufrida frente Orban o Kaczyński.
Quieren retorcer el brazo de Salvini como sea, de ahí la chulería del barco negrero financiado por esa bestia inmunda de Soros.
La consigna no es otra que la de entrar en Italia y no en ningún otros sitio,la actuación sobrevenida del lameculos que llegó a yerno del exitoso empresario de ambiente, Sabiniano, pienso que no va a ser agradecida por sus amos, pues desvirtúa el plan de destrozar a Salvini.
“Cómo tratará mi nombre el mundo venidero. Me recordarán como el filósofo, el guerrero, el tirano… O seré más bien el hombre que devolvió a Roma su identidad. Una vez hubo un sueño llamado Roma, sólo podías susurrarlo,
a nada que levantaras la voz se desvanecía,
tal era su fragilidad.”
Forza Salvini!!
Viva il Capitano!!
Casa pound , liga norte ? Un poco mas y nace demócrata ala que os den ya os queda poco dos telediarios solo.
Parece Gengihis Khan con esos ojos de chino, normal que os la jueguen siempre los supuestos arios de la derecha jijiji
Señores lo que faltaba. Un buque de la Armada española dirección Lampedusa se está preparando para traer los inmigrantes a Mallorca. ¿Se puede ser más hdlgp este lameculos del ju odido Soros?
el trato con pedrito el trilero fue, yo te hago ganar las elecciones (bueno o algo parecido, se puede decir ganar porque doblo en escaños, y si hubiera ganado por mas se hubiera notado demasiado) y tu me ayudas en lo de las ONGetas y con la africanizacion
Cuando el Señor de la historia abre puertas hay que entrar sin pensárselo. Quien quiera acaudillar a su pueblo en momentos decisivos para la supervivencia del mismo tiene que ir a por todas, sin contemporizar y siempre a la ofensiva, olvidándose de mordazas, moderaciones y demás frenos del sistema. Italia tiene un tigre que va a por todas, los Españoles no nos conformamos con menos ni vamos a aceptar fraudes de ningún tipo. Hemos demostrado que nos ponemos en pie como un solo hombre en defensa de la Patria, aquel que esté dispuesto a ser ‘Il Capitano’ de nuestro pueblo… Leer más »
Administrador: Por qué no se marcha del foro, cerdo.
El ataque a Europa por parte del globalismo es tan feroz y repugnante que ha hecho reaccionar a gente de los más diversos origenes, desde izquierdistas hasta ateos
El nacionalismo catalán podría dar el mismo giro y por un lado Cataluña salvaría los muebles ante la deriva Sorista que la asola y por otro el resto del estado contaría con un referente nacionalista que superara las rencillas regionalistas castellanas y catalanas auspiciadas por mafias foráneas, y que a la vez estuviera alejado de la imaginería de los bandos de la guerra civil que con razón o sin ella disuade a mucha gente a abrazar un nacionalismo español constructivo. Tengan en cuenta que por suerte para ellos el nacionalismo Padano de la Lega no está tan enconado como para… Leer más »
Es que la lega cambio con la llegada de Salvini. Antes era totalmente incompatible con el nacionalismo italiano.
Sí, pero le aseguro que en la Lega hay un fuerte componente regionalista Padano. Salvini simpatiza con el nacionalusmo catalán por decirlo suavemente. Deberíamos dejarnos de influencias externas destructivas a ambos lados del Ebro y sin regionalismos ni castellanos ni catalanes optar por políticas económicas orientadas a maximizar el ingreso total español sin reparar en si cae en Sabadell o Calatayud. Y esto pasa por frenar en seco la inmigración no altamente cualificada y que no venga de países fallidos, fuera tratados comerciales de harakiri, fuera Euro, fuera deuda, y más proteccionismo y refeŕéndum para todos los temas k nos… Leer más »
A la vez no hay que renovar ningun permiso de trabajo a extranjeros no altamente cualificados.
mejor dicho, habria que hacer como en otros paises, siempre que haya un nativo que pueda ejercer ese trabajo no se puede por ley contratar a extranjeros, solo para puestos especificos, nunca para puestos de personal no cualificado
Totalmente de acuerdo contigo, Pep. Dios quiera que esa sea la vía en Cataluña y el resto de España. No son tiempos de “derechas contra izquierdas”, ni de resentimientos históricos. Hace falta un nacionalismo catalán y español de verdad identitarios, que vea en el resto de España a sus hermanos en las trincheras contra el NOM. En las Navas de Tolosa contra el imperio almohade pelearon juntos castellanos, catalanes, navarros, aragoneses. Contra la invasión de Napoleón, la catalana Agustina de Aragón y la ciudad de Gerona fueron heroicas. Tanto monta Isabel como Fernando. La unión, con respeto a la diferencia,… Leer más »
Toda la razón. Tarde o temprano esto tiene que tirar pa’alante. A falta de encuestas fiables, lo que se ve en el metro y la calle del área metropolitana dd Barcelona es que la mayor parte de la población es latinoamericana con la pauperización que esto implica. A ver si despierta ya el rebaño!
Por cierto, en Cataluña tenéis a Josep Anglada, un político valiente y con sentido común.
Hace años pensaba que Anglada arrasaría con su mensaje claro y patriota en una Cataluña invadida…
Por el contrario, el identitarismo catalán siguió una vía patológica de culpabilización y odio crecientes al resto de España. Más el “bienvenidos refugiados” y “somos cosmpolitas”, pero despreciamos al resto de los españoles.
En fin, esperemos que hay un despertar verdaderamente patriota e identitario catalán (y español, o por lo menos no anti-español) entre las fuerzas nobles del pueblo catalán.
Hay una diferencia abismal, el nacionalismo padano siempre fue identitario, ha evolucionado extendiendo su marco de acción a toda Italia; entienden que para defender a LOmbardia hay que defender a Italia ( aunque sea como cordón de seguridad) El separatismos catalán es vitriólico, el odio sin límites contra la español y castellano forma parte de su ADN, el mayor partido separatista, ERC, está (mal)parido en las zahurdas de la masonería. La CUP, los Poodems y Colaus son la escoria del anarco-marxismo mundialista. El nacionalista padano, aunque busque la independencia de su tierra: siempre preferirá ver llegar ella a romanos, toscamos,… Leer más »
Muchos Salvinis, mientras España siempre siga bajo el yugo socialista, significa que España se convertirá en el coladero de África y Europa. Aquí vendrán todos. Ya lo intentó Merkel y Pedrito aceptó porque no es capaz de decir que no. Menos mal que los inmigrantes no son tontos y prefieren las dádivas alemanas. Eso nos salvó, pero aquellos que aplauden a Salvini y Viktor Orban están defendiendo que se crece Europa por los Pirineos.Salvini sí, pero que España primero.
Pues hay 10 millones de inmigrantes, especialmente latinoamericanos, que no han preferido las dadivas alemanas y se nos han quedado aqui. Si no dese un paseo por Cataluña o Madrid y verá lo que le digo.
Y por Vigo, Sevilla, Pamplona, Vitoria, Getafe, Málaga, Murcia, y hasta en pueblos perdidos de Castilla y Asturias. No hay rincón sin inmigración latina de allende los mares.
Grande Mateo!!