Strauss-Kahn queda en libertad bajo fianza de un millón de dólares aunque permanecerá en situación de arresto domiciliario
El juez dictó ayer una fianza de un millón de dólares y pedido garantías por valor de otros cinco millones para el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, que sería puesto bajo arresto domiciliario y bajo seguimiento electrónico.
El juez del Tribunal Supremo del estado de Nueva York Michael Obus ha subrayado que Strauss-Kahn, imputado formalmente por delitos sexuales tras agredir supuestamente a la empleada de un hotel, deberá permanecer en su residencia con un brazalete, tal y como propusieron sus abogados. Además, el juez ha advertido de que un guardia armado deberá vigilar en todo momento al ex jefe del FMI y sus gastos correrán a cargo de la defensa. Sin embargo, Strauss-Kahn todavía deberá pasar esta noche en la cárcel, ya que hasta mañana no podrá ser consignada la fianza.
Los fiscales del caso habían manifestado su oposición a la concesión de la libertad para el ex director del FMI porque, de excarcelarle, no existirían suficientes garantías de que volviese a presentarse ante un tribunal. En este sentido, recordaron que “la salida de la escena del crimen” fue “inusualmente rápida”, e incluso uno de los fiscales subrayó la “propensión a una conducta criminal impulsiva” del sospechoso. Un tribunal penal de Manhattan negó el pasado lunes la fianza al recién dimitido Strauss-Kahn, lo que le ha llevado a pasar las últimas tres noches en la cárcel de Rikers Island. En caso de ser condenado podría enfrentarse a una peña de hasta 25 años de prisión. Las autoridades tratan de esclarecer si, cómo alega la supuesta víctima, el ex jefe del FMI la abordó el pasado sábado en torno a medio día para intentar violarla y obligarla a practicar sexo oral. Fue detenido minutos antes de partir en un vuelo de Air France rumbo a París.
Su mujer y su hija, presentes
A la vista de este jueves han asistido la mujer del ex director del FMI, la periodista Anne Sinclair, y su hija, Camille Strauss-Kahn. Ambas mujeres llegaron al tribunal, atestado de medios de comunicación, cogidas del brazo. La próxima vista ha sido fijada para el próximo 6 de junio.
La Fiscalía de Nueva York ha señalado al Tribunal, que preside el juez Michael Obuss que las pruebas en su posesión son “suficientemente sólidas” como para proceder a su acusación formal, además de señalar que “los cargos en su contra son muy graves”, ha afirmado el fiscal John McConnell.
Strauss-Kahn, llamado también DSK por la prensa, fue acusado el lunes por la Fiscalía de Nueva York de siete cargos por diversas acusaciones de abusos sexuales e intento de violación de una empleada del hotel en que se alojaba y a la que habría asaltado cuando entró en la habitación para hacer limpieza.
A esa libertad bajo fianza se oponia el fiscal, -que también le fue denegada el pasado lunes- argumentando que el acusado podría escapar a la Justicia estadounidense. DSK “tiene la posición y los medios para viajar y vivir una vida de paz o confort en lugares del mundo que quedan muy lejos de esta jurisdicción”, ha dicho el fiscal. Ha agregado que el político y economista socialista francés, de 62 años, “tiene los contactos políticos y los medios económicos para poder salir de esta jurisdicción. Cuenta con una red completa de contactos internacionales alrededor del mundo”.
Strauss-Kahn, a una azafata de Air France: “Bonito culo”
“¡Bonito culo!”, le dijo el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, a una de las azafatas del avión en el que tenía previsto viajar a París poco antes de su detención, según relató hoy el diario galo “Le Point”.
“Quel beau c..l!”, transcribe ese medio, que destaca que ese piropo, lanzado en voz alta y delante de otros miembros del personal de vuelo, fue al parecer “la última frase” pronunciada por el dirigente antes de que dos policías entraran en el avión para detenerle.
Los dos agentes, según el relato de la detención, le “invitaron” a abandonar su asiento en la clase Business al parecer con la intención de decirle “algo confidencial”, por lo que Strauss-Kahn les siguió sin reticencia aparente.