“Votad, votad…”
La película de Sydney Pollack “They shoot horses, don’t they” se tituló en España “Danzad, danzad, malditos”. El mismo año del estreno, 1969, España era la octava potencia económica del mundo y el PIB per cápita crecía como nunca lo había hecho en toda nuestra Historia. La verdad Histórica es la de los hechos y los datos, no la de los idearios y la propaganda. La verdad es la verdad, así la diga Agamenón o su porquero. Y la mentira, también.
El pináculo de la burda, inútil y trasnochada propaganda de los nostálgicos de la República que todos, también ellos, ayudaron a derribar, resulta en la patética, ridícula y, a ratos, miserable exhumación de los restos de Franco del lugar en el que nunca quiso ser enterrado (al final, hasta en esto triunfa su voluntad). Y al mismo tiempo que recuerdan los sectarios medios de comunicación de la izquierda que ningún dictador europeo reposa en lugar de honor, ocultan la gran diferencia entre Francisco Franco y el resto de dictadores: a ellos los echaron para traer la democracia, mientras a Franco no sólo no lo echaron sino que designó como su sucesor al que ha sido Jefe del Estado democrático hasta hace 5 años y su régimen inició y pilotó la transición hacia la democracia consumada por un falangista, Adolfo Suárez.
Tremenda diferencia. Decisiva diferencia. Una diferencia silenciada por todos los que disfrutan desde hace más de cuarenta años de un régimen que permite elegir a sus representantes para que, estos, elijan gobierno. Unos, los que no fueron capaces de hacer lo que sí hicieron en otros países europeos, derribar la dictadura y consolidar una democracia y otros, los que disfrutaron de una buena posición en el anterior régimen, especialmente la Iglesia, parecen haberse puesto de acuerdo para dar el peor espectáculo que puede dar una democracia.
El de la rendición del interés general a la lucha de los intereses particulares de los partidos políticos.
Se concita en el tiempo la mezquindad de deshonrar la verdad histórica y la de malbaratar la conquista de la democracia que se produjo en España, para ejemplo del Mundo, no mediante un proceso revolucionario y violento o una guerra como en Portugal, Rumanía, Alemania, Italia… sino como una evolución aceptada por quienes detentaban el poder y ratificada por quienes habían estado excluidos de la vida política y social. El ejemplo de todos aquellos que ennoblecieron su época, la Transición, con generosidad y sentido del deber, profanado por los que, en esta época, en lugar de asumir sus responsabilidades, deciden que a ellos les conviene que votemos otra vez.
«Votad, votad …»
Esta es la película que estamos viendo, mientras nos cerca un sordo estruendo de crisis económica y conflicto violento en Cataluña. Un mal momento para ver malas películas. Porque esos 140 millones de euros que nos costarán las nuevas elecciones empiezan a ser una minucia ante el coste de lo que se avecina en una Cataluña que camina sin freno hacia una época de plomo anunciada con toda claridad por las últimas detenciones de terroristas en agraz. ¿O cómo hay que llamar a quienes hacen acopio de material para fabricar explosivos con la intención, y así lo dice el juez, de perpetrar atentados? Jaleados por la mitad del Parlament y, presuntamente, con el conocimiento y la aquiescencia del President de una Generalitat al que sólo le falta declarar la independencia. ¡Ah, no! Que esto ya lo hicieron y ahí siguen.
Una crisis económica, un vertiginoso incremento de la violencia fundamentalmente asociado a la inmigración descontrolada y protegida y un daño irreparable a la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. ¿Qué podemos hacer cuando los políticos que viven de la política son incapaces de gestionar la decisión de las urnas porque quieren seguir mandando como antes, con absoluto poder?
La paulatina descomposición de la sociedad guiada por el ejemplo de estos políticos que, paradojas de Historia, parecen empeñados en dar la razón a todos esos dictadores cuando decían que los políticos de las democracias liberales iban a lo suyo.
Pero la democracia, al contrario de lo que pensaban esos dictadores, se sustenta en el poder del pueblo. En que todos y cada uno de nosotros ejerzamos la responsabilidad y la autoridad que nos corresponde. Y en que tomemos las riendas de esta sociedad abandonada a su suerte, mientras partidas, y no partidos de políticos aliados con los medios de comunicación dominantes y con cierta clase empresarial sustentada por el erario, nos dicen que debemos limitarnos a votar y, luego, recluirnos en nuestras casas, en silencio y sin esperanza.
“Todo ello por el bien de España”.
«Votad, votad …»
España se llenó de banderas y, las calles, de españoles para defender la unidad de la patria cuando el Rey nos recordó que no somos unos malditos votantes, sino los dueños de esta tierra que al fin ha conquistado la prosperidad y la libertad que los siglos le negaron. Y que nadie tenga la menor duda de que habrá que volver a hacerlo. Quizá antes de las próximas elecciones. Y, si no, con total seguridad que poco después.
*Presidente nacional de Nosotros- Partido de la Regeneración Social
veo que ese partido le hace la pelota al sistema democrático y a la transición,y por tanto esta algo cerca de vox.Decepcionante.