Teruel ¿existe?
Ya nos contará el Pepu y la Lastra, con la gravedad que les acompaña sobre los trapos y la fajina que les reviste, notables autoridades y grandes exponentes de la nueva ola que se nos viene encima.
Después de la ruina que supuso el Zapatero –que sigue en modo orate- en dos convocatorias a cuál más votada según subía el paro hasta límites desconocidos desde el 39, llegando al 26% y aún no retraído a su punto de partida, vamos a retomar el progreso comunista y asesino que nos anuncia la alineación execrable que presenta el equipo ganador. Cuesta abajo y empopados por un viento de cola que augura lo peor de lo peor. Que Dios nos coja confesados y no termine la cosa como es de prever. No lo deseo, pero será. Ha sido una conjura no escrita, la de San Sebastián, como la que puso en fuga a Alfonso XIII.
En aquel tiempo existía Teruel, digo, Cantabria y Canarias. Siempre quedarán dignificadas Canarias y Cantabria. Han rectificado y se salen del pozo. Hoy Teruel ya no existe, como han dejado de existir los inversores. Más le vale no asomar la gaita y pedir auxilio, ni pretender la resurrección, porque el denuesto sería insoportable. Ya no es España vacía, es un trozo de España gangrenada y muerta, pudriéndose al sol, y difamada, que todo el mundo evitará en sus viajes, dando el rodeo que sea. Lo ha hecho un Vellido Dolfos, un bellaco más, vamos, como siempre. Ni por treinta monedas, siquiera. Será burlado Teruel como merece este canalla y no podrá pasear por las calles de Teruel, al menos, si no por todas las de la España eterna. ¡Al guano!
Generaciones de españoles se lo harán sobre sus ancestros y le deseamos lo peor en su vida y en su muerte, como al maldito de Dios, el judío errante que es. Un Judas Iscariote de libro. Que caiga la maldición sobre su vida y sus sucesores. Se lo deseamos más de veinte millones de españoles al menos.
En poco tiempo este número -en la ausencia de la inversión del sucio capitalismo-aumentará con el paro, con la miseria y la desgracia, en proporción geométrica, cual la leyenda del ajedrez, la de la duplicación en cada escaque y cada día lo hará –lo sabe y mira para otro lado- fatalmente y quiera Dios que no llegue la sangre al río por su culpa, pero seguro que llegará lejos entre inocentes, los que pagan estos experimentos propios de la gaseosa y la malversación.
¡Qué santa Emerenciana –la patrona de Teruel- se lo demande hasta el último céntimo! Se le aparezca, le bufe y le amargue las noches o le pase el cepillo y la escofina por entregar el Teruel mantenido por Domingo Rey d’Hartcourt, a fuerza de resistencia y de sangre y asesinado –¡cómo no!- camino de Francia por los benéficos rojos que huían trastrabillando, tras ocho años de hacer daño a España. ¿De qué vale existir en la nada, en el caos bolivariano? ¿Alguien se lo cree? ¿El Marlaska?
No le sugiero nada, que ella elija, que lo sabrá hacer, que fue víctima en el IV del demócrata Diocleciano, la pareja de baile de Robespierre y de Carrillo Solares, en el martirio, tortura y asesinato de cristianos. La lapidaron piadosamente estos bestias. ¿A quién van a profanar ahora? ¿Al diputado catecúmeno?
¡Que se saque el busto con las reliquias en procesión por Teruel, a ver si es verdad que existe! Es una ocasión de oro para ganarse las simpatías de los españoles de España y librarnos del PSOE. Habrá mohína para todos.
Su día es el 23 de enero. Sería una manera de comprobarlo y darle toda España el mérito que supusiera. Lo demás, entre otras cosas, es mentira podrida.