La nueva directora del Instituto de la Mujer promueve en su libro el sexo violento entre mujeres
«Construir una pornografía con un lenguaje propio de mujeres para recuperar, de este modo, un concepto de placer y de sexualidad que los hombres habían usurpado en su propio beneficio». Con esta finalidad Beatriz Gimeno, la que será nueva directora del Instituto de la Mujer a propuesta de la ministra de Igualdad, Irene Montero, decidió escribir y publicar en 2008 un libro sobre porno lésbico, titulado «Sex».
Con aseveraciones como esas no es de extrañar que el nombramiento de Gimeno haya llegado cargado de polémica, con voces discrepantes, también desde el propio feminismo, que no comparten el concepto de igualdad que promueve esta activista, presidenta hasta 2007 de la Felgtb (Federación Española de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) y responsable del área de Igualdad de Podemos en la Comunidad de Madrid. Uno de los motivos es su promoción de la pornografía, algo que desde sectores feministas se considera «incoherente». «Nadie que defienda la igualdad entre hombres y mujeres puede apostar por el porno, por mucho que sea escrito», aseguran a este medio fuentes de varias organizaciones feministas.
Gimeno, en la introducción del libro, muestra una posición ambigua, pues considera que aunque se trata de un asunto «complejo», la pornografía «puede ser sexista y misógina o no serlo en absoluto», y remarca que, en concreto, la escrita «es solo una forma de expresión perfectamente legítima», no como la filmada, dice, «en la que hay mujeres reales implicadas».
Maltrato erótico
La mayor parte de las quejas del sector feminista vienen dadas por la relación que los estudios más recientes constatan entre la pornografía y el aumento de la violencia sexual. Según Culture Reframed, referente mundial en este campo, el 88% de las escenas pornográficas contienen violencia contra las mujeres. «Lo que ocurre es que hay una erótica del maltrato y entendemos que lo que excita tiene que ser violento y agresivo, y en cambio la ternura no es erótica. El trabajo es conseguir que lo tierno y lo cuidadoso sea erótico», explica Delfina Mieville, socióloga y sexóloga experta en género y Derechos Humanos.
La que será nueva directora del Instituto de la Mujer considera, sin embargo, que hay que cambiar la imagen que la sociedad tiene sobre el sexo entre mujeres. «No solo somos, por supuesto, sexuales, sino que nuestro sexo no siempre está hecho de ternura, amor y caricias. A veces es violento o agresivo, juega por el poder y el control», recoge en las primeras páginas de «Sex».
Y esta violencia de la que Gimeno habla se plasma en algunos de los relatos del libro, con «manotazos» que forman parte de juegos sexuales –uno de los relatos se llama «una buena bofetada a tiempo…»–o situaciones en las que las mujeres no tienen voz y se limitan a cumplir órdenes de sus compañeras de cama como parte de un juego por el poder, algo a lo que alude en su introducción, donde asegura que «entre un hombre y una mujer el poder difícilmente puede ser un juego (…) entre dos mujeres puede haber diferencias de poder, pero éste siempre puede subvertirse; entre dos mujeres sí es posible jugar con el poder».
En el libro « hay cosas tremendamente machistas, con expresiones muy bastas que denigran a las mujeres», lamentan desde sectores feministas. Sin embargo, la propia Gimeno explica en el libro que, en su opinión «como feminista», «todas las historias que aquí aparecen están bien» y remarca que no cree que «pueda considerarse machista casi nada de lo que dos mujeres puedan hacer».
Beatriz Gimeno cuenta también en la introducción de «Sex» cómo desde su entorno le advirtieron sobre la publicación de este libro, con argumentos como que podría perjudicar a su carrera en un futuro algo que, dice, la animó a hacerlo y a poner su nombre «bien grande en la portada».
Las frases más polémicas
Violencia. En algunos relatos, muestra escenas de sexo violento: «Casi nunca me pega porque dice que es demasiado fácil, así que aquella bofetada hizo que deseara verdaderamente ser follada».
Lenguaje vulgar. Pese a que sus nuevas responsabilidades en Igualdad conllevan la defensa de los derechos de las mujeres, en su libro utiliza expresiones como «perra en celo».
Cerrar cárceles. Tras la condena al asesino de Diana Quer, «El Chicle», se mostró contraria a la prisión permanente revisable: «No queremos más presos ni más cárceles».
Contra la libertad religiosa. Abogados Cristianos la denunció ante la Fiscalía por un presunto delito de odio por un artículo publicado en el que, según la asociación, «justificaba la quema de iglesias».
Sexo anal. «¿Qué importancia cultural tendría una redistribución igualitaria de todas las prácticas (…) incluida la penetración anal de mujeres a hombres?», dice en un artículo borrado.
(ABC)
A lo mejor a esta bollera con cara de Nekane que tira de espaldas le gusta que la azoten a base de fusta y látigo, ligerita de ropa de cuero y cadenas. ¿Pero de dónde coño sacan estos engendros?