Cuánto va a costar a la economía global la epidemia del coronavirus de China
La última vez que China enfrentó un brote viral, la epidemia de SARS, entre 2002 y 2003, la economía global perdió aproximadamente 40.000 millones de dólares. En este momento están trabajando economistas y sanitaristas de todo el mundo tratando de hacer una proyección sobre los datos que tienen hasta el momento para intentar dimensionar cuál será el costo del coronavirus de Wuhan. Las opiniones están divididas. Pero es probable que sea mucho más alto.
“El Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) causó menos daño económico de lo esperado”, escribió el profesor Tianlei Huang recientemente en un informe del Instituto Peterson de Economía Internacional, “pero las circunstancias fueron más favorables en ese momento”. “Por un lado, la economía de China estaba creciendo mucho más rápido (10% en 2003, en comparación con alrededor del 6% o 5% actual), y esta vez China tiene menos recursos para responder: después del SARS, Beijing hizo recortes de impuestos y créditos de estímulo. También hay grandes déficit en todas las provincias. Y eso hace que la contención económica de la epidemia sea más dificultosa”, explica Huang.
Roland Rajah, del prestigioso Instituto Lowy de Australia, cree que la mayor debilidad de este proceso está en la baja de consumo general que se está registrando en China. Por ejemplo, permanecen cerrados todos los cines y estadios. “El consumo ahora es un motor más importante de la economía china. La inversión y las exportaciones están debilitadas” escribió Rajah. “Dado que China genera una quinta parte de la economía mundial, una desaceleración del crecimiento al 4.5% eliminaría directamente 0.3 puntos porcentuales del pronóstico de crecimiento global que hizo recientemente el FMI, ya magro, de un 3.3% para 2020. Eso por sí solo eliminaría efectivamente el repunte de 2020 en el crecimiento global que el FMI esperaba y, en cambio, mantendría la economía mundial creciendo a un ritmo similar al del año pasado, que ya tenía el avance más lento de crecimiento global desde la crisis de 2008-09”.
Otra característica de esta crisis, que lleva apenas un mes desde que se registró la primera muerte, es que se desató en la temporada más alta del turismo interno y viajes para festejar el Año Nuevo Lunar, que es la mayor movilización de personas en el menor tiempo que se realiza en el planeta. Pero este año, por temor al contagio y las propias restricciones que impuso el gobierno de Beijing para que la enfermedad no se propague por el resto del mundo, hicieron que millones de chinos se quedaran en sus casas. A esto hay que sumarle la medida sin precedentes de cerrar Wuhan, una ciudad de más de 11 millones de habitante. Nadie puede salir o entrar. Se trata de la ciudad más grande del centro de China, ubicada en la confluencia de dos de los principales ríos del país, y es también uno de los nudos de transporte más grandes. También se impusieron bloqueos similares en las ciudades vecinas de Huanggang y Ezhou, algo que no había sucedido cuando el SARS estaba en su apogeo en 2003. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y varios países y organizaciones multinacionales también emitieron comunicados aconsejando no viajar a China.
La epidemia de coronavirus está golpeando duramente a la economía de todo el mundo. La gente trata de evitar las aglomeraciones y los controles como éste que se realiza en la entrada de una de las cafeterías de Starbucks en Beijing. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins.
La epidemia de coronavirus está golpeando duramente a la economía de todo el mundo. La gente trata de evitar las aglomeraciones y los controles como éste que se realiza en la entrada de una de las cafeterías de Starbucks en Beijing. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins.
Después de la epidemia de SARS, China adoptó una política fiscal expansiva que incluyó recortes de impuestos para ayudar con la recuperación de los sectores más afectados. Hoy China tiene grandes déficit fiscales y, por lo tanto, menos espacio para aplicar el estímulo fiscal como lo hizo len 2003. En cuanto a la política monetaria, el banco central podría aumentar el apoyo de liquidez, pero no habrá estímulo impulsado por el crédito. Y si bien el impacto económico del coronavirus dependerá de cómo esté manejada la crisis tanto desde el punto de vista sanitario como la transparencia con la que el gobierno de Beijing informe sobre lo que está sucediendo, el golpe más duro impactará en la zona más débil que es la ya marcada desaceleración del crecimiento previsto para este año (un 5,9 %, según el propio gobierno).
En 2003, el crecimiento del consumo chino sufrió una brusca desaceleración cuando por miedo a contagiarse la gente dejó de ir a lugares públicos hasta meses después de controlada la crisis. La economía solo pudo escapar de una caída en el crecimiento de los titulares de la prensa internacional porque la inversión y las exportaciones estaban en auge en ese momento, con China entrando en su fase de crecimiento acelerada por las exportaciones después de su adhesión a la Organización Mundial del Comercio en 2001. Ahora, el coronavirus no podía llegar en peor momento para las aspiraciones chinas.
La epidemia se desató al mismo tiempo que China y Estados Unidos firmaban la “fase uno” del muy esperado acuerdo de paz para superar una guerra comercial sin antecedentes. Washington y Beijing se enfrentan para determinar quién va a liderar el comercio global y la revolución científico tecnológica de la segunda mitad de este siglo.
Incertidumbre. Los analistas internacionales intentan calcular cuáles van a ser las pérdidas económicas globales del coronovirus. En tanto, bajan las bolsas y cae el precio del petróleo. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins
El análisis del Instituto Peterson de Economía Internacional dice: “También hay mucho menos margen para un estímulo considerable hoy en día, con los responsables políticos chinos con el objetivo de estabilizar el apalancamiento macro en la economía para contener los riesgos financieros sistémicos. China también podría ser reacia a permitir que un yuan más débil sirva como válvula de escape natural, por temor a alentar las salidas de capital, pero también a reactivar las tensiones económicas con la administración Trump sobre el tipo de cambio. Dicho esto, si las cosas empeoran, el liderazgo superior de China eventualmente juzgará que se necesita más apoyo para reforzar las cosas”.
Y en el medio de estas oscuras predicciones, hay espacio para cierto optimismo. En un informe publicado la semana pasada, el banco suizo UBS señaló que la tasa de mortalidad en 2003 fue del 9,6% mientras que para el brote actual la proyección de ese índice es bastante inferior: un 2,1%. El banco suizo asegura que, aunque este virus se prolongará más de seis meses, el impacto en la economía puede ser menor debido a “la intervención más anticipada y proactiva del gobierno chino”. Claro que este cálculo se hizo con los datos de los primeros días de la crisis cuando la cantidad de casos y contagio era muy menor.
El virus ya está infectando las bolsas de todo el mundo y bajó el precio del petróleo. Los mercados temen que las posibles medidas restrictivas de las autoridades chinas puedan afectar a los transportes, aerolíneas y compañías relacionadas con el turismo. Algunos expertos aseguran que el verdadero impacto de este virus se verá en las aerolíneas por la suspensión o la cancelación de viajes a China, como ya han hecho miles de personas que se disponían a viajar. Las acciones del grupo aéreo IAG, que integran British Airways, Iberia, Air Lingus, Level y Vuelong, lideran las pérdidas en la bolsa española, el IBEX 35. A estar pérdidas se le suman las de los grupos Amadeus (-5.51%) y Meliá (5,42%). En los mercados asiáticos cayeron las acciones de los bancos chinos como el Hang Seng, que cerró con una caída del 2,8%, y las bolsas de Shanghái, el SSE que tuvo una caída del 1,41%, y el Nikkei 225 japonés, con una pérdida del 0,91%.
El precio del crudo de Brent, el petróleo de referencia en todo el mundo, registró una caída del 10% y ha alcanzado su nivel más bajo en tres meses, hasta los 60,71 dólares el barril. Y esto ocurre cuando la producción de petróleo en Libia tuvo un recorte del 75%. Según la Compañía Nacional de Petróleo (NOC), la producción pasó de 1,2 millones a poco más de 320.000 barriles al día a causa de la guerra civil que vive el país. En otro momento, la crisis libia hubiera hundido el mercado petrolero global pero el brote chino crea mayor preocupación en los mercados y los inversores en materias primas, porque China es el mayor importador mundial de petróleo. El ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman Al-Saud, dijo que la caída de los precios “se debe a un factor psicológico” y que no hay que ser pesimista, pues en otras crisis, como la de 2003, con el brote del SARS, que mató a casi 800 personas, no hubo un descenso significativo de la demanda de petróleo. Pero algunos analistas bursátiles de Medio Oriente creen que ésta va a ser una crisis sanitaria mucho más larga y con mayores consecuencias que las anteriores y que los mercados están anticipándose “a lo que saben que va a venir”.
El SARS fue una advertencia, el Ébola indicó hasta cuán grave pueden ser estos virus asesinos, el coronavirus de Wuhan marca que las epidemias serán cada vez más frecuentes. Y junto a las pérdidas humanas habrá cada vez mayores pérdidas económicas a nivel global. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos calculó que las enfermedades relacionadas con pandemias en el siglo XXI costarán a la economía global al menos 6 billones de dólares.