Carta del director de AD al cardenal Omella: “Es usted un halagador tiralevitas, un cantamañanas y un carantoñero lavacaras”
AR.- Rvdmo. Sr. Presidente de la Conferencia Episcopal Española: Usted está autoconvencido de su inmensa valía. Y es que su ilustrísima lo tiene claro: Si un día fue párroco de la villa de Calanda y luego obispo auxiliar de Zaragoza y titular de Barbastro, Logroño y ahora cardenal de Barcelona y presidente de la decadente Conferencia Episcopal Española, es precisamente por eso: por su extraordinario mérito y aptitud. No ha llegado donde ha llegado a base de apadrinamientos, valimientos o favores. No está donde está por haber sido protegido, catapultado o amparado por influyentes eclesiásticos que vieron en usted un diamante en bruto, sino por un singular talento que lleva en la sangre. De nacimiento, vamos… El poder hace eso, al igual que la riqueza. Estás donde estás y tienes lo que tienes porque eres guay.
Y es que pasar de Calanda, donde usted era un cura de pueblo, al estrellato púrpura en un intervalo de poco más de treinta años debe haberle producido alguna clase de indigestión gastrointestinal que le ha llevado a convertirse un clon de Pedro Sánchez o, más que clon, en su eco. Eco de sus mismas trolas, patrañas y cuentecicos.
A primeros de marzo, ya como presidente de la CEE, se manifestó como feliz corifeo de las consignas del Gobierno: Lo del coronavirus… ¡Qué más quisiera yo que no lo tuviéramos! Vamos a ir viendo y siguiendo las normas que nos llegan desde el Ministerio de Sanidad, a ver qué es lo que hay que hacer. Yo quisiera quitar la alarma que va cundiendo mucho. Es cierto que nos preocupa a todos, pero, miren ustedes, cuántas muertes tenemos cada día por gripes, por accidentes de coche…
Tenemos que ser sensibles a tanta gente que padece enfermedades incurables. Bueno, que estemos abiertos a no crear alarma, ser prudentes y vamos a ir viendo lo que podemos hacer en este sentido, pero sin alarma. La clarividencia no es lo suyo, don Juan José. Como no sea repetir como un papagayo lo mismo que decía el inútil del doctor Fernando Simón por las mismas fechas.
Luego, ese articulito quejumbroso y sollozante de La Vanguardia. Tras expresar sus múltiples agradecimientos, en especial a los que se someten a las vidriosas órdenes gubernamentales, se muestra perplejo y dolorido al leer algunos artículos en los que se critica duramente a los sacerdotes que no han abierto los templos durante las dos semanas de duro confinamiento. ¡Ay, don Juan José! Lo que llega a hacer la presunción y ese endiosamiento cuasi imperial que parece dominarle. Si nadie criticaba a los curas… ¡Le criticaban directamente a usted, señor cardenal! Y muy duramente. Porque usted es el único responsable de la medrosa actitud de todo el episcopado español.
Luego, lo reconoce enmascaradamente, haciendo gala de su musculoso poder: Conviene puntualizar que la diócesis de Barcelona en ningún momento ha decretado el cierre de los templos.
En cambio, sí que se acordó prohibir las celebraciones litúrgicas públicas y, por ello, se dispensó a los fieles de la obligatoriedad del precepto dominical. ¿Le parece poco? Dispensar de un precepto divino, el tercer Mandamiento, para contentar, más allá de toda expectativa, a Pedro Sánchez y su comité de expertos. Eso sí, descargar la conciencia de todos los católicos por que la culpa es suya, don Juan José. Solamente suya. Así lo atestigua Toni Vadell, su afelpado auxiliar, cuando afirma que ahora ya podrían abrirse las parroquias algunas horas, pues estaban a cal y canto cerradas.
La clave de todo está en que durante el confinamiento han estado abiertos y en funcionamiento los servicios esenciales: estancos, farmacias, supermercados, centros de asistencia médica… con la sola limitación de llevar mascarilla y/o mantener “la distancia social” para que la asistencia a esos servicios no constituyera un factor de contagio. Obviamente no entraron en la lista de servicios esenciales los bares, los restaurantes, las joyerías, las tiendas de ropa, los cines; pero es que hasta los teatros podían seguir funcionando mientras la reducción del aforo respetara la distancia social.
Y obviamente, el decreto de alarma del gobierno, no se atrevió a poner las iglesias entre los servicios no-esenciales que tendrían que permanecer cerrados, porque eso hubiese sido inconstitucional.
Pero como nuestro eminentísimo cardenal-presidente de la Conferencia Episcopal Española (la más alta jerarquía de la Iglesia en España) decidió poner las iglesias, el culto y los sacramentos entre los servicios no esenciales, y disponer que éstas tenían que mantenerse cerradas al público durante el confinamiento, las fuerzas del orden se atrevieron a entrar en las iglesias a interrumpir las misas “manu militari”. Tremendo bochorno, fatídica humillación que no sufría la Iglesia en España desde la revolución comunista y subsiguiente guerra civil. Y se atrevieron, no porque el decreto de alarma prohibiera el culto con fieles (poquísimos y separadísimos, 20 en toda una catedral), sino porque lo prohibió el cardenal-presidente: y eso alegaron por escrito las fuerzas del orden, cuando se les pidieron explicaciones por escrito. Se ampararon en la orden del cardenal Omella, ¡la suya!, para entrar armados en la Iglesia e interrumpir la misa. Como suena: cumpliendo diligentes las disposiciones de ese altísimo príncipe de la Iglesia española. Gran honor, señor cardenal, las fuerzas del orden a sus órdenes para irrumpir en las iglesias a interrumpir la misa.
Dios no le pagará este servicio. Pero sí que se lo pagarán los políticos a los que usted arde en deseos de servir, nombrándole representante-mediador del Vaticano en la Mesa por la Independencia.
Y ahora en el colmo de su humildísima arrogancia anuncia que, «como obispo y presidente de la CEE», se encuentra trabajando con el Gobierno de España para la vuelta de las misas presenciales, sin fieles en las iglesias tras el estado de alarma decretado por la crisis del coronavirus. Por ello, aunque el Gobierno de la nación se cuidó muy mucho de no cancelar la libertad de culto con el Decreto del estado de alarma, don Juan José se pone, como felpudo polvoriento, a suplicar al dadivoso Gobierno de España para que los fieles puedan volver a las parroquias a escuchar misa. Y sigue relamiéndose de su poderosa influencia afirmando que estamos trabajando conjuntamente en ello. Hemos de ser pacientes -sin exigencias de melindrosos jovenzuelos enmisados-, rezar por nuestras autoridades -abortistas y eutanásicas- y colaborar con ellos -como el mariscal Pétain con los nazis en Francia- con el fin de evitar nuevos contagios -en los supermercados no los hay, claro-, especialmente de las personas con más riesgo -los ancianos santurrones-. Y remacha el clavo: Estamos ante un virus con una gran potencia de contagio y, a veces, parece que no somos conscientes de ello.
¡Claro que es así, señor cardenal! Por eso nos ponemos tan pesados con las misas y demás sacramentos. Porque vivimos descuidados del gravísimo peligro que nos acecha y no nos resignamos a esquivar una muerte espantosa, mientras miramos por ‘streaming’ las misas virtuales de tantos curas y obispos talentosos, como su eminencia. ¡Inconscientes y meapilas! Eso es lo que sois… debe refunfuñar por lo bajini, don Juan José, mientras lisonjea al criminoso gobierno de Pedro Sánchez.
La verdad, don Juan José, lo esperábamos. Apuntaba ya maneras al principio, pero se ha superado. Mire, eminencia, aunque ya nadie se atreva a decírselo a la cara porque le va la vida, se lo diré yo: es usted un halagador tiralevitas, un cantamañanas, un zalamero cobista y un carantoñero lavacaras. Por eso está donde está con el dedazo del papa de Roma, no con los votos de la Conferencia Episcopal, la mayoría de los cuales no lo pueden ver ni en pintura, pero le votan porque le temen. Su eminencia reverendísima siempre se ha ensalzado, a base de descartar a los que hacían sombra. Se ha dedicado usted permanentemente a callar la disidencia del mismo modo que hizo Robespierre: con esa solemne guillotina que se alza en casa de su jesuítico amigo Germán Arana y con la que ejecutó sumariamente al bueno de don Manuel Ureña, ex arzobispo de Zaragoza, y a algún que otro cura molestoso.
Si alguna vez vuelve a Calanda, si algún día se atreve su Ilustrísima, recibirá los parabienes de todo quisque, sí. Seguramente le recibirán hasta con la rompida de los tambores. Ya sabe lo pelotillas que son en los pueblos con los que -aparentemente- han triunfado pero, cuando vuelvan a casa, le pondrán a parir panteras, don Juan José, porque no se merece otra cosa. Yo, en cambio, prefiero decírselo a la cara, aunque ahora, rodeado de aduladores y lameculos, seguramente será incapaz de reconocer que el pueblo católico de España le ha vuelto la espalda. Ya sé que no le importa. Usted vive de la cercanía telefónica con Pedro Sánchez y de la obsequiosa admiración a Pablo Iglesias. El poder y la influencia es eso, ¿no? Y aunque el Reino de Dios no sea de este mundo, de momento le saldrá más rentable postrarse ante los sicarios de aquel que, en el monte, todo ofreció a Cristo a cambio de su permanente adoración.
Esto ya lo advirtió la Virgen en sus apariciones (Quito, La Salette, Fátima). El clero, NO TODO, POR SUPUESTO, se ha vendido a las ideas existencialistas, ateas, marxistas y liberales. Ello no significa dejar de ser católicos, al contrario. Es ahora donde Nuestro Señor más nos necesita. Ahora. Que Dios les bendiga. Que Dios nos bendiga a todos. Recen el Rosario, no es cosa de beatos ni de mujeres únicamente.
Estimado Don Armando suscribo una a una sus palabras la Iglesia Católica hace tiempo que se ha alejado de Jesucristo, de resucitar en estos tiempos despreciaria absolutamente a estos fariseos.
Si el “chepas” tambien conocido como “marques de Galapagar” en su oratoria en el Senado alaba al Papa montonero, demuestra a las claras que el demonio ha vencido.
Un cordial saludo.
Esplendorosa la carta todo de maravilla expresado. El Vaticano en este estado de corrupción es pasado. Al hijueputa les esperan flechas de hombres malotes como un cerdo cebado restregándose contra los aperos de matanza siendo los idus de enero
La Iglesia católica de hoy en día no es aquella iglesia católica que vídeo ejércitos para iniciar las cruzadas y arrebatarle al Islam los países invadidos ahora es un putiferio de conveniencia de violaciones de niños dentro de los templos católicos de la nueva religión del mundo el ecumenismo todos somos iguales en tanto nos metamos de rodillas al nuevo rebaño y obedezcamos a la bestia que ha de venir a gobernarnos a todos la Iglesia católica se ha pervertido degenerado defenestrado vive en eternos chanchullos con los gobiernos sino bendiciendo las armas de las dictaduras militares con las que… Leer más »
Satanas por la noche,le sacara brillo a su cabeza bombillo con su pata de cabron,susurrandole al oido: “lo haces muy bien hijo mio”…y Omella se queda dormido cual doncella.Fin.
El mejor desprecio no hacer aprecio, ni poner la”x”
¿ Otro Añoveros, Iniesta, Tarancón , vaciando iglesias ?
Lo que mas me cabrea es que la mayoria de la gente no se de cuenta de como opera toda esta mafia, pues ni siquiera son inteligentes, es tan facil leer una simple neurona, pues no tienen mas. Son un insulto a la inteligencia. El problema es que son mucha las personas que confunden inteligencia con corrupcion y crimen y consecuentemente han perdido su propia conciencia y se creen todo lo que escuchan de estos inutiles parasitos, delincuentes.
Inmita, por una sola vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo contigo.
Pues has aprendido algo, pero no lo suficiente. Aprende a escribir, mi nombre es Inma.
Inmita te equivocas en tus apreciaciones, yo no he aprendido, yo ya se, lo que ha pasado es que casualmente has dado un razonamiento correcto.