Los impuestazos de Iglesias disparan la fuga de capitales
Los arrebatos del «ala morada» del Gobierno comienzan a ser cada día más dañinos para la economía española, necesitada de inversión y capital para salir de una parálisis que puede dejar la tasa de paro cercana al 30% al final del año si se yerra en las políticas de reactivación. Mientras el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, se empeña en azuzar a la inversión extranjera con amenazas de impuestos a diestra y siniestra, consciente de que el propio Gobierno vaticina un paro del 19% en 2020 en el mejor escenario posible, el «ala moderada» del Ejecutivo, liderada por la ministra de Economía, Nadia Calviño, trata de sofocar como puede los incendios que provocan de forma compulsiva sus socios de coalición para no espantar más a los inversores internacionales.
Sin embargo, los focos pirómanos son tan numerosos y activos que la destrucción comienza a dejarse notar. Ayer mismo, la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, defendió una «profunda reforma fiscal». «No puede ser que con cifras de beneficio similares a 2008 el Impuesto de Sociedades esté rindiendo la mitad», afirmó. La propuesta del Gobierno de coalición es implantar un tipo mínimo del 15% para grandes empresas y del 18 % para la banca y las empresas de hidrocarburos. Y entre anuncios y declaraciones, el dinero comienza su éxodo hacia otros parajes más acogedores.
Entre enero y marzo cerraron su actividad en España 26 sociedades de inversión colectiva (Sicav) por las continuas amenazas a estos vehículos de inversión, que ya habían supuesto la disolución de otra decena de Sicav en el último tramo del pasado año. Desde la llegada de Pedro Sánchez al poder, hace ahora dos años, casi 400 sicav han buscado otros destinos para colocar su patrimonio sin contratiempos ante las continuas insinuaciones de que su tributación del 1% sobre las plusvalías generadas por sus inversiones iba a crecer.
La mayoría de sociedades se han recolocado en Luxemburgo, Holanda e Irlanda. Por el camino se han perdido miles de millones, 4.269 millones en el primer trimestre de este año, según Dato Capital, con lo que el patrimonio de estas sociedades ha quedado reducido a unos 28.700 millones.
Los últimos datos facilitados por el Banco de España parecen refrendar esta fuga de capitales. Así, según el BDE, solo en marzo salieron 26.300 millones, más del triple de la salida de capitales de 8.600 millones registrada el mismo mes de 2019. Aunque en los datos de flujos de financiación con el exterior influyen varios factores, no todos atribuibles a la fuga de capitales, algo tienen que ver la sobrecarga impositiva que promueve Iglesias. Y eso pese a que su capacidad recaudatoria sería mucho menos beneficiosa que lo pregonado desde Podemos, por no hablar de la alergia que provocaría a los inversores.
Por un lado, el impuesto a la banca generaría una recaudación adicional de 1.200 millones, el 1% del déficit público; la reforma del IRPF comportaría unos ingresos adicionales de 328 millones, equivalente al 0,3% del déficit a partir de 2021, y la llamada tasa Covid a las grandes fortunas, que gravaría con un 2% en adelante a los patrimonios superiores al millón, recaudaría según Iglesias 11.000 millones, un 10% del déficit anual. Elevar la tributación de las Sicav supondría 350 millones más, un 0,3% del déficit, y la tasa Tobin 850 millones, un 0,7% del agujero. Siempre que quede alguna «fortuna» a la que aplicar esos impuestos.
(La Razón)
Pero hablará pedro, con las empresas y se quedarán todas, menuda mano tiene, tardo en solucionar en Cataluña el cierre que querían los japoneses.
Al dinero hay que mimarlo. Y no por estúpido altruismo. Sencillamente porque tiene la sartén por el mango. Si pretendes “castigarlo” podrás hacerte con el dinero de los pobres ahorradores que han trabajado toda su vida para obtener 200.000€. A esos los podrás machacar pero a los que tienen 200 Millones, a esos nunca podrás tocarles la moral. Lo único que conseguirás es lo que se dice en este artículo: Ruina para todo el país que sea tan imbécil como para intentarlo.
¿Qué esperaban? Si esto mismo ocurrió en menor medida al poco de morir Franco, cuando se les ocurrió establecer los impuestos directos sobre la renta para pagar a sindicatos y la patronal.
Aunque haya rey, las condiciones son las de una III república española.