Doble pachanga
Ayer por la noche acudí a la inauguración de un bar de copas, “Pachanga”, situado detrás del Ayuntamiento de Fuengirola y encontré un magnífico ambiente en dos sentidos. Por una parte, muchísima asistencia de público siempre atendido con afecto por los anfitriones. Objetivo cumplido. Ojalá que la crisis y la falta de confianza no se lleven por delante más ilusiones. Deseo suerte a este nuevo negocio que abre para generar prosperidad, como tantos hicieron sin éxito en distintos momentos de nuestra historia reciente.
Por otra parte, me volvió a llamar la atención en positivo, el calor y entusiasmo que demuestra todo el mundo por los resultados obtenidos en las pasadas elecciones municipales. Eran continuas las felicitaciones efusivas y la alegría con los abrazos de enhorabuena. Es como si en el ambiente extraordinario que percibo coincidieran sentimientos a flor de piel de satisfacción por haber hecho lo correcto, por haber actuado con certeza, por haber alcanzado una meta antes imposible.
Me conmueve y estimula el estado de ánimo que parece atreverse con la adversidad para ponerle fin, que cree que ya las cosas irán seguro a mejor, que confían en que la angustia y ansiedad de esta sociedad adormecida a la fuerza han concluido. Es un estado de ánimo contagioso y vibrante que se escenifica como una gran fiesta en la que las penas se terminaron, en la que todos tienen invitación, en las que las oportunidades de diversión están garantizadas. Es la fiesta del cambio.
Ayer se celebraron dos fiestas alegres por igual. Una, estaba prevista. La otra, es espontánea y nace del corazón, de la necesidad vital por sobrevivir en lo económico y en lo social, de la necesidad por garantizar valores y prioridades eternas que respeten lo que somos, que respeten nuestra convivencia y bienestar, que frenen la degeneración moral establecida, que nos devuelvan el prestigio perdido por las irrupciones permanentes de un gobierno ambiguo, cobarde y acomplejado.
Motivos para la fiesta del cambio no nos faltan. Es más, en mi opinión la reacción ha sido incluso tardía, aunque celebro que se haya producido con tanta vehemencia y esperanza. Ahora lo que queda es más importante y decisivo. Queda lograr que la fiesta se convierta en conquista de lo mejor, que tenga un bonito final.
Las victorias electorales futuras en España y Andalucía, si se producen, serán buenas para todos. Para los andaluces y españoles que dirán adiós a políticas perjudiciales, para el Partido Popular que tendrá la responsabilidad de trabajar sin descanso demostrando que no todos somos iguales, para el Partido Socialista que debe aprovechar la alternancia política para aprender la lección.
La lección de la modernidad, la de la superación de rencores inaceptables a estas alturas y la de la reconciliación con un pasado que se empeñan en modificar. La lección sobre que no existen buenos ni malos, sino españoles que defienden modelos distintos para un único fin. La del amor por nuestro país sin barreras ideológicas de la misma forma que todos los países son amados y queridos sin provocar crispación.
La lección de que es compatible ser socialista sin aferrarse a revoluciones doctrinarias caducadas que ya no motivan a nadie. La de que no es necesario el enfrentamiento para convencer sino el diálogo constante. La de que la superioridad moral no se encuentra en la izquierda sino en la individualidad de la persona con su finalidad espiritual. La de que la libertad religiosa como toda libertad es un derecho a respetar sin provocar posturas impropias hasta en épocas ya pasadas, e intolerantes siempre. La de que los españoles unidos seremos más fuertes.
Por su parte, el Partido Popular, debe administrar desde la humildad esta fiesta del cambio a mejor, de la ilusión que no se agota, de la esperanza que no se pierde, del ya era hora. Sólo con posturas moderadas y cercanas podremos cumplir con nuestro deber que no es otro que lograr para España el futuro que de momento tiene absolutamente perdido. Si no conseguimos hacerlo, nuestro error será del todo irreparable.
Pero podremos. Lo haremos. Sin dudas ni titubeos. El impulso y el ánimo nos los transmiten los protagonistas de esta gran fiesta del cambio que, bajo ningún pretexto, debemos desperdiciar.
Sinceramente, así lo espero.
*Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía.