Un concurso primate
El rizo de la televisión se puede rizar tanto que más que un espectáculo, acaba siendo un guiñapo que fuerza los extremos para intentar danzar en el baile maldito de las audiencias. Lo digo siendo una iconoclasta que no milita en según qué criticas sesudas contra el medio, incapaces de entender que la TV no es una cátedra universitaria sino un gran divertimento. Desde esta perspectiva, la TV goza de amplios márgenes, porque el medio no pretende arreglar el mundo, sino entretener la tarde.
Pero incluso con esa liberalidad teórica respecto a la televisión, también es cierto que ni todo me parece bien, ni todo lo permitiría. Hay una gran distancia entre la diversión desacomplejada y la ruindad, y no siempre están claros los límites. Por ejemplo, nunca lo están cuando se usan animales como mero objeto de diversión. No hablo de la vergüenza de pasar corridas de toros en horario infantil, con la apología de la tortura y la violencia gratuita que ello representa. Hablo de algo más básico y quizás menos evidente, que tiene que ver con el desprecio, con la prepotencia y con la falta de caridad con la que nos relacionamos con la vida de los otros seres vivos. Por ejemplo, el concurso que mañana quiere estrenar la cadena Neox titulado Involución, cuyo principal gancho es la presencia de un pobre chimpancé que tendrá que hacer el mono para que los humanos pasen el rato.
A pesar del llamado de muchas entidades animalistas y de la web creada al respecto –http://antena3pasadelsufrimientoanimal.com–, la cadena ha continuado con sus planes, demostrando una notable insensibilidad. ¿Cuál es el problema de usar un chimpancé?, pueden preguntarse. Y la respuesta abarca desde cuestiones éticas hasta pedagógicas. Por ejemplo, el hecho de que este tipo de industria arranque a las crías de sus madres a los pocos meses de nacer para poder someterlas a entrenamiento desde muy pequeñas. Como dice la gente de Faada, “la cría es aislada, entrenada y forzada a realizar comportamientos impropios de su especie, muchas veces denigrantes”, cuando no son ya rentables pasan a vivir enjaulados hasta su muerte, generalmente con graves problemas físicos y psicológicos.
Además, tanto las condiciones de cautividad como el tipo de entrenamiento no contemplan ninguna necesidad del animal, sino la pura apropiación de su vida como una simple mercancía. Y, desde luego, el uso de una especie en vías de extinción para diversión televisiva es un mensaje antipedagógico impropio de una cadena responsable. Divertirse y concursar sabiendo que todo ello se hace gracias al sufrimiento innecesario, gratuito y cruel de un ser vivo, denota una bajeza impropia de un ser humano. El gran Jordi Sabater Pi dijo: “Algún día la humanidad será juzgada por haber encerrado a los primates en zoológicos”. O por haberlos convertido en monos de feria de concursos estúpidos.