Fractura social y desertización productiva en España
La irrupción de coronavirus y la posterior entrada en recesión de la economía forzará a las autoridades económicas a la adopción en el 2021 de drásticos recortes siguiendo los dictados de la Troika europea para evitar el rescate. Dichas medidas se traducirán en una dramática reducción de los subsidios sociales que afectarán a la duración y cuantía de las prestaciones de desempleo, pensiones de jubilación y viudedad así como a una severa reducción de los sueldos del funcionariado.
Agudización de la fractura social
El índice de Gini del 2019 (indicador utilizado para medir si la distribución de ingresos o de gastos entre individuos u hogares de una economía se aleja o acerca a una distribución perfectamente equitativa), señala que España sería el quinto país más desigual de la UE. Así, la cruda realidad nos recuerda que el número de hogares con todos sus miembros en paro se ha elevado hasta niveles insoportables y cada vez son más los parados de larga duración que pierden todo tipo de subsidio.
Por otra parte, el último informe de Intermon Oxfam sobre “Crisis, desigualdad y pobreza”,se advierte que de continuar los recortes sociales, la pobreza en España podría llegar a afectar al 40 % de la población en el horizonte de la próxima década, de lo que se deduce que España habría fracasado en su compromiso europeo de la “Estrategia 2020” que implicaba reducir su pobreza en 1,5 millones de personas. Así, en la actualidad, según dicha ONG, la tasa de pobreza se situaría en el 30% de la población y afectaría ya a casi 14 millones de personas y según Cáritas, 4 millones de personas vivirían ya en situación de “pobreza severa” ( menos de 307 euros al mes) mientras el número de millonarios en España habría aumentado un 13% en el último año según datos de Eurostat, con lo que se está agudizando de forma vertiginosa una fractura social de resultados impredecibles.
Riesgo de desertización productiva
La pandemia del COVID-19 provocará Incrementos de la tasa de paro hasta niveles desconocidos desde la época de la posguerra española provocados por el efecto dominó en la declaración de EREs en las empresas (estimaciones del 20 % de tasa de paro para el 2021) lo que conllevará una brutal reducción de la Renta PerCápita.Ello, aunado con la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores debido a la dramática reducción de los sueldos y la ausencia de la cultura del ahorro doméstico provocará una severa contracción del consumo interno que podría provocar en un futuro mediato una desertización productiva que fuera incapaz de satisfacer la demanda de productos básicos.
La severa contracción del consumo interno, provocará la desertización comercial de amplias zonas urbanas, con la progresiva desaparición del pequeño comercio (alimentación, ropa , calzado y concesionarios de automóviles) y de establecimientos de ocio y diversión (bares, cines, restaurantes, discotecas y centros comerciales) que llevará aunado la extinción de incontables medios de comunicación impresa y audiovisual ante la pérdida de ingresos por publicidad, quedando Internet como refugio para navegantes.
Asimismo, asistiremos a un severo estancamiento del mercado inmobiliario por lo que las entidades bancarias intentarán mediante subastas y la creación de sociedades de gestión de activos inmobiliarios dar salida a los pisos embargados que acumularán en sus carteras (considerados “bienes ilíquidos”), lo que originará drásticas caídas de los precios de los inmuebles, precios artificialmente revalorizados debido a la especulación inmobiliaria de la última década.
Igualmente, es previsible una revitalización de los cascos antiguos y centros urbanos de las ciudades en detrimento de los barrios periféricos, motivado por la falta de liquidez de las arcas municipales y consecuente reducción de servicios públicos, fruto de la ya mencionada desertización comercial y de la profunda recesión del mercado inmobiliario que conllevarán una acusada reducción de ingresos por impuestos y subsiguiente endeudamiento crónico de los ayuntamientos así como una drástica reducción del número de Universidades Públicas asfixiadas por la falta de subvenciones y la reducción espectacular del número de estudiantes. Finalmente, se producirá el éxodo al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales, rejuvenecimiento de su población y regreso a escenarios ya olvidados de economía autárquica