Juan C.- El domingo pasado salimos mi familia y unos amigos, no menos de seis, ni más.

Fuimos a celebrar el cumpleaños de mi segunda hija al parque, una zona abierta, amplia, de expansión.

Soy una madre celosa del cuidado de los míos y atiendo los detalles con precisión, a veces, hasta extrema. Digo esto para reflejar hasta qué punto respeto y cumplo con las normas establecidas, o sea, con todas las leyes añadidas al momento social “covid”. Hasta las menores de seis años llevan la mascarilla, siempre, colegio y calle.

Sentados ya comiendo, observo que a mi hijo mayor le está hablando una señora, en un tono correctivo amenazante.

Por supuesto me acerqué a ver qué pasaba, por si mi hijo había molestado en algo, para corregirlo. Dicha señora llamó a la policía, porque en ese momento mi hijo, no llevaba la mascarilla puesta, y quería hacerle fotos. Con lo cual yo le dije que ni se le ocurriese.

Todavía, cuando nos dispusimos a terminar de comer, se acercó la pareja de esta mujer a seguir amenazando con la cuestión de que varios hijos míos no llevaban la mascarilla.

Solo cinco minutos de respiro les dimos a nuestros hijos, mientras comían las chuches del cumpleaños, en un espacio abierto, grande, distante de todo el mundo. Sin respeto, ni consideración, ni compresión, se lanzó a amenazar a unos niños que han vivido dos meses y medio encerrados en 90 metros.

No apelo a la compasión, sino al buen criterio, a la Justicia.

Postdata: ¿Conocen la novela distópica donde todo ciudadano es el policía del otro? Pues se está cumpliendo.

Novela: “1984” George Orwell.

“Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano” (Se dedicó a la lucha contra el totalitarismo)