Política y salud en Madrid: la descoordinación entre el Estado y las autoridades locales
La explosión de la pandemia del coronavirus en España y su impacto a nivel sanitario, económico y social se ha hecho sentir en Madrid con más virulencia que en el resto del territorio nacional. Pero, en lugar de servir de galvanizador de los esfuerzos colectivos de las diferentes administraciones en aras de paliar sus efectos, esta situación de crisis sin parangón en nuestra historia reciente no ha hecho sino poner de manifiesto la falta de coordinación y de voluntad real de diálogo entre las partes implicadas en la lucha contra la enfermedad. En un contexto de ‘guerra’ contra el virus en el que se hacía necesaria más que nunca la verdadera cooperación entre el Gobierno central y las autoridades madrileñas – tanto Comunidad como Ayuntamientos – dejando aparcadas las diferencias ideológicas, los madrileños, el resto de españoles (y por ende, el mundo entero) hemos asistido entre atónitos e indignados a una auténtica ‘batalla campal’ y cruce de acusaciones entre unos y otros. Situación esta que ha repercutido enormemente en la correcta gestión de la pandemia, tanto en la primera como en la segunda olas de la enfermedad hasta la fecha.
Por supuesto, el que las instituciones madrileñas (tanto la Comunidad como el Ayuntamiento de la capital) estén gobernadas por el PP y el Gobierno central por la coalición PSOE-Podemos ha sido la razón fundamental de peso en esta continua desavenencia durante meses. Un tiempo que ha servido no solo para mostrar la falta de miras de unos y otros, sino que en ocasiones ha sacado a relucir el lado más recalcitrante de un ‘talibanismo’ de siglas políticas que ha resultado en el perjuicio de todos los ciudadanos de la Comunidad de Madrid. Por no mencionar el derroche de un tiempo que era precioso a la hora de aplicar medidas de consenso en la lucha contra una enfermedad que, con sus altibajos, nunca ha cesado de golpearnos sin cuartel. En esta cronología del disparate político entre administraciones, habría que preguntarse cuáles son las razones que (más allá del atrincheramiento en las siglas de un partido) han conducido a nuestros dirigentes a dejar de lado el interés común en tiempos tan extraordinarios y difíciles como los que vivimos, con actuaciones que han dejado a tantos ciudadanos – de un lado u otro del espectro ideológico – decepcionados, enojados y perplejos con nuestra clase política.
Razones y consecuencias para los madrileños de tamaño disparate político
Mientras se pedían a la ciudadanía medidas únicas como el confinamiento en casa y la mascarilla quirúrgica pasaba a formar parte de nuestra vida diaria, nuestros políticos comenzaban ya a enzarzarse en la contienda del disparate, situándose en las antípodas del ‘remar juntos’ y del pragmatismo. La falta de voluntad colectiva de consenso y negociación para lidiar con los tremendos efectos de la Covid-19 se hacían patentes ya al principio de la crisis, esperpento político alimentado a diario por las altisonantes y acusatorias afirmaciones de unos y otros ante los medios. Quizá, después de todo, el problema venía ya de lejos y la actual crisis no ha hecho sino poner en el ojo del huracán el endémico déficit de coordinación y cooperación entre el Gobierno del Estado y las diferentes Comunidades Autónomas en asuntos varios desde la implantación en nuestro país del actual modelo federal. La diferencia fundamental en el caso de Madrid y la gestión de la pandemia ha sido que en este caso estaban en juego la salud y las vidas de todos nosotros.
Una vez concluida la aplicación del estado de alarma por parte de la administración a nivel nacional, se pasó a que fueran las CC.AA. las que tuvieran las herramientas legales para la gestión de la pandemia, algo que muchos pudieron interpretar como una cierta dejadez de funciones del gabinete de Pedro Sánchez, pasando así la ‘patata caliente’ a las autoridades de cada comunidad. El reciente incremento de casos en toda España y su repercusión en la ocupación hospitalaria acuciaba la necesidad de implementar nuevas medidas de choque en la prevención del virus, medidas en las que cada comunidad tendría la potestad de actuar siguiendo sus propias directrices. En el caso de la falta de sintonía entre Moncloa y el gobierno regional madrileño de Díaz Ayuso ya llovía sobre mojado. No pasaron muchos días para que el gobierno central comenzara a insinuar públicamente su desacuerdo con las medidas adoptadas en Madrid o, mejor dicho, la falta de medidas. El culmen de este culebrón de acusaciones mutuas y falta de voluntad a la hora de sentarse a negociar medidas en aras del bien común llegaría cuando el Gobierno de la Comunidad de Madrid amenazaba con no cumplir las medidas adoptadas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Y así, entre berrinche y berrinche, seguían pasando los días entre dardos acusatorios por una y otra parte.
La diferencia con otros países de nuestro entorno
Más que un problema de configuración de nuestro sistema político o de nuestro Estado de las Autonomías, esta falta de coordinación entre administraciones en la gestión del coronavirus sería para muchos atribuible a un problema de actitud de los propios partidos políticos. Esto es, el mayor o menor grado de cooperación para gestionar la pandemia ha dependido siempre del grado de polarización entre los partidos de uno y otro signo. En el caso de Madrid (y de toda España), salimos muy mal parados en la comparación con otros países europeos. Y, en dicho sentido, destaca sobremanera la diferencia con un país como Alemania. Los buenos resultados obtenidos hasta la fecha en la gestión de la pandemia por el país teutón pueden dar fe de ello.
En un país también federal como Alemania, el grado de consenso entre administraciones en la política sanitaria siempre ha sido muy alto, independientemente de quien gobernara. Algo que ha quedado muy patente durante la crisis creada por la Covid-19. En todo momento ha premiado en todo el territorio una ley federal que permite a los diferentes länder alemanes aplicar sus propias medidas contra la pandemia, con la capacidad de imponer confinamientos o limitar visitas a espacios públicos. Medidas todas siempre coordinadas desde el Gobierno central en Berlín. Esta constante coordinación entre los gobiernos regionales y el de Berlín ha sido también la constante durante la desescalada tras la primera ola del virus y, actualmente, durante la gestión de las medidas de restricción de la segunda ola. Como dice el dicho – y poniendo el caso alemán en contexto con el de Madrid – las comparaciones son sencillamente odiosas.