AD.- Lo peor de un político no es que incurra en el ridículo, sino que haga del ridículo una pauta de comportamiento. Como comer tres veces al día, que en el caso de nuestra protagonista, bien pudiera ser alguna más. Para activar la líbido de una persona operan numerosos factores. El deseo de un hombre por mantener relaciones sexuales con una mujer se puede ver afectado dependiendo de la otra parte. Si la vida nos ofreciera la posibilidad de elegir entre Nicole Kidman y Cristina Almeida, los resultados dependerían de factores que, según la elección, corresponderían más determinarlos a la parte de la psiquiatría que estudia la relación entre sexualidad y salud mental.

Nos alegra que Cristina Almeida tenga tan alto concepto de sí misma como para verse capaz de apagar de golpe la llama ardorosa de sus oponentes ideológicos. Ha soltado en twitter que “nunca haría el amor con un facha”. El peso de su inmodestia, como el de su papada, la exime de los complejos tan naturales en muchas modelos de talla small. Y nos alegramos por Cristina, nuestra Matahari ibérica y carpetovetónica, aunque faltó que nos aclare qué miembro del facherío, en su sano juicio, querría hacer el amor con ella. O escuchar entre mórbidos susurros su voz grave, como de mercado mayorista en hora punta.

Entre Pablo Echenique y Bertín Osborne, ella lo tiene claro. El feminismo radical que representa Cristina Almeida a veces tiene estos ramalazos cómicos que se agradecen.