Suiza vota en referéndum la prohibición del velo islámico integral
Suiza votará este domingo en referéndum la propuesta de prohibir el velo islámico integral (el que cubre no solo el cabello sino casi todo el rostro), tras una iniciativa popular lanzada por varios partidos de la extrema derecha que logró en su día las 100.000 firmas exigidas por la ley. Aunque el respaldo ha disminuido en las últimas semanas, las encuestas indican que todavía un 58 por ciento de los electores suizos respaldan la prohibición del velo integral, en sus modalidades de niqab (en el área del Golfo Pérsico) o burka (Afganistán).
Los promotores de la prohibición subrayan que es necesaria para luchar contra el islam radical y para defender la dignidad de las mujeres. Sus detractores insisten, en cambio, en que la iniciativa es islamófoba y utiliza un pretexto vano, dado que apenas unos centenares de musulmanas utilizan en Suiza el velo integral. El Gobierno suizo, por su parte, se muestra contrario también a la prohibición por razones económicas: el velo integral atañe casi exclusivamente a las turistas procedentes de los ricos países del Golfo, por lo que su supresión sería un revés para los ingresos del país.
El debate en torno al velo islámico, en particular, el integral que comporta también problemas para las tareas de la Policía, no es exclusivo de Suiza. Otros países europeos como Francia, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca, ya han legislado medidas para prohibirlo.
El uso del velo islámico, que se extiende entre las niñas y mujeres de los millones de musulmanes europeos para subrayar su identidad, es una causa aparentemente nimia que esconde mucha dinamita. Para los activistas radicales del islam, la prenda femenina musulmana es un símbolo religioso (como el crucifijo cristiano), que debe ser aceptado en Occidente en virtud de la libertad de creencias.
Muchos estudiosos del islam y no pocos ulemas discrepan del carácter religioso del velo. Se trata, para ellos, de una vieja costumbre de las poblaciones árabes, más propia de las zonas rurales que de las grandes urbes, y no de una exigencia del Corán.
La mayoría de los gobiernos occidentales se separan también de la visión religiosa del velo. Las normas actualmente vigentes, y la avalancha de las que están en barbecho, van dirigidas a asegurar que la prenda femenina musulmana no suponga un obstáculo para la integración de las niñas y mujeres musulmanas en las sociedades occidentales (todos los estudios coinciden en que el velo segrega a las niñas en las aulas), y para hacer respetar reglas de identificación de los ciudadanos en lugares públicos, imposibles con el burka y el niqab.
¿Qué dice el Corán?
La contienda entre los propios musulmanes sobre la obligación del velo femenino es antigua. Según algunos, Mahoma la estableció para sus mujeres, turbado al ver cómo flirteaban con hombres que venían a ver al profeta. De la obligación inicial para las esposas de Mahoma se habría pasado a la de las mujeres de «los creyentes» si se sigue literalmente el versículo 59 de la sura de los Partidos: «¡Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas, a las mujeres de los creyentes, que se ciñan los velos. Ése es el modo más sencillo de que sean reconocidas y no sean molestadas».
Algunos estudiosos opinan que la obligación se limitó a las mujeres del profeta y no se aplicaba, ya en tiempos de Mahoma, a las otras. De hecho las ‘musfirat’, las mujeres descubiertas, abundaban entonces. Lo que empezó como costumbre tendió a sacralizarse con el tiempo, como ocurre con muchos otros aspectos del Corán –donde es difícil encontrar la frontera entre lo sagrado y lo profano–; pero nunca llegó a tener la fuerza que hoy tiene gracias al auge del islamismo, y a la falta de alternativas políticas a ese movimiento en el mundo musulmán.
Hace sólo cuatro décadas, en El Cairo, la gran urbe musulmana del mundo, la mayoría de las mujeres no llevaba velo. Hoy son minoría. Antes de la llegada de Jomeini, el velo era considerado un tocado campesino en Teherán; hoy es un símbolo religioso y obligatorio.