Mi reflexión electoral
Isabel Díaz Ayuso con la firmeza de sus convicciones, la claridad de sus palabras y el bagaje tan positivo de una gestión valiente y decidida durante la pandemia, ha sabido despertar, junto a su atractivo personal, la ilusión, confianza y determinación que la sociedad madrileña necesita en este momento para apuntalar su futuro.
Dicho esto, confieso que lo que ha sorprendido en toda España es su capacidad política para haber conseguido desarmar toda la estrategia que desde la Moncloa había trazado el tándem Sánchez/Redondo con la finalidad de conquistar el ansiado trofeo de su victoria en Madrid, pero todo les ha fallado y Ayuso, para sorpresa de unos y otros, se ha convertido en la bestia negra del sanchismo.
Les ha fallado estrepitosamente desde un candidato como el profesor Gabilondo, al que desde Moncloa, le han hecho balbucear, contradecirse y sentirse casi avergonzado en los dos debates de televisión y radio en los que ha tenido la desgracia personal de intervenir, hasta el grotesco Pablo Iglesias que aterriza en las elecciones autonómicas madrileñas desde el Gobierno, con el exclusivo propósito de tensionar el clima de la campaña mediante sus llamadas a las barricadas para hacer la revolución pendiente del nuevo “proletariado capitalista”.
La cruzada anticomunista de Vox asienta una derecha conservadora en estado puro, con una candidata como Rocío Monasterio que, con gesto implacable, frío, y muy conocedora de los sufrimientos que la dictadura comunista de Fidel Castro ha infligido al pueblo cubano, está decidida a impedir que el leninista Iglesias y su parroquia vuelvan a pisar en España ninguna moqueta institucional.
El centrista para todo, Edmundo Bal, parece el náufrago que aferrado a un madero en el océano, lanza desesperadamente bengalas para que algún barco lo recoja; y la candidata errejoniana de Mas Madrid, Mónica García, anda con un recogedor apiñando los votos del PSOE y Podemos que engordan inexorablemente su capacidad de aumentar la representación en la Asamblea de Madrid, siendo quizás el partido que con menos trabajo más fruto va a sacar del fracaso de sus parientes sociocomunistas.
Creo además que Pablo Casado hace muy bien en dejar que su descubrimiento de la pareja política Ayuso/Almeida, tanto monta, sean los que marquen junto con él mismo, la nueva frontera del centro derecha, recuperando la fortaleza y la confianza que millones de españoles depositaron en el partido popular para la defensa, sin temores ni titubeos, de un modelo de sociedad claramente diferenciado de una izquierda sin rumbo y sin proyecto para España, como así lo viene demostrando.
Ni los cordones sanitarios propuestos desde el Consejo de Ministros a Vox, en un alarde de desprecio institucional y antidemocrático del Gobierno sanchista hacia el segundo partido de la oposición, ni las histriónicas llamadas al enfrentamiento guerracivilista de un Iglesias pseudorevolucionario, impedirán que el 4 de Mayo se inicie en las urnas, de la mano del Partido Popular y de su candidata Isabel Díaz Ayuso, el camino hacia una nueva primavera de libertad y normalidad democrática en Madrid y muy probablemente en el resto de España.
Como ella mismo dijo en una reciente entrevista: “a partir del 5 de Mayo se inicia el verdadero estado de alarma para Pedro Sánchez.” Los madrileños tienen la palabra.