Pedro Altamirano*.- Las nuevas formaciones políticas de corte populista llegaron tan sobrados, tan por encima de todos los demás, tan seguros de sí mismo, que no se pararon a observar la realidad a la que se enfrentaban. Así le pasó a Podemos, hoy en el gobierno de España, sí, pero en la UCI mantenidos con vida por Pedro Sánchez con el único interés de mantenerse en el Poder, y ahora VoX que, es mi humilde opinión y por tanto abonada al error, también ha comenzado a coger calle abajo.

Lo afirmo, en vista al error cometido por la dirección nacional de VoX, de enviar una “paracaidista” a Andalucía para liderar la propuesta electoral. VoX no es consciente, porque nadie se atrevió a comentado en Madrid (recuerdan aquello de “el Rey desnudo”) que los paracaidistas en Andalucía siempre se han estrellado. Les recuerdo las desventuras del “general no tiene quien le vote” cuando Podemos envió al general más cobarde de la historia militar española, y ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez de cabeza de lista a Almería. Sacó menos votos que la pobre cabra de la Legión.

Nada repetición de la jugada. VoX nos envía, en esta ocasión una paracaidista a Andalucía, tierra de María Santísima, a conquistarla cual Juana de Arco a caballo, sin saber Andalucía ya fue conquistada por Castilla hace más de cinco siglos. ¡Castilla conquistando Castilla! Un poco tarde y despistada esta Olona de Graná.

Una amiga mía cineasta de prestigio, me contó que había que rodar una película sobre Lorca. Le enviaron a una actriz de Valladolid, oiga, donde más fino castellano se habla. Bien, aquello no podía ser. Encerraron a la actriz dos meses en un cortijo de “Los Guájares” en Granada, para que se soltara con el acento granaino. Pero Olona no, ni
Cortijo ni leches, me tiro y que sea lo que Dios quiera. Dios que no está para estas tonterías le contesto, ahí te las apañes. Se presenta en Andalucía con un nefasto acento, rozando la falta de respeto al habla andaluz, haciéndose la graciosa. De mal en peor.

Entre el acento, la falta de gracia, la niña del exorcista en las televisiones, y las tonterías que suelta por esa boca, los “especialistas” de Madrid comenzaron a darse cuenta de que lo de enviar a la paracaidista no había sido buena idea. Que mientras Juanma Moreno, con su elegancia, naturalidad y simpatía subía en votos, Olona los perdía. Un partido como VoX que llegaba a Andalucía para comenzar a coger impulso para arriba, en realidad caía cuesta abajo y de qué modo. Había que parar la sangría.

Abandonada toda esperanza de crecer en votos, mejor era mantener los que se tenían.

De inmediato comenzó la operación “tapadera”. Había que tapar, que esconder a Olona. Le compraron una furgoneta pintada de verde pistacho, y dar vueltas por Andalucía, eso sí por Dios, por carreteras secundarias para que no se vea mucho. Tantas vueltas le dieron para que no se la viera, pero sobre todo para que no hablara, que al finar se pegó un primer “piñazo” contra un coche. Gracias a Dios no ocurrió nada que no soluciones los talleres.

La operación “tapadera” comenzaba a dar resultados. Parecía que comenzaba a cortar la pérdida diaria de votos, pero no del todo. La fuga era ya más grande que el boquete en el casco del Titanic. El barco se hundía sin remedio. Sólo quedaba ya retrasar el hundimiento y salvar todos los muebles posibles.

Macarena Olona seguía encerrada en la furgoneta dando vueltas hasta que ¡Zasca! Otro “piñazo” a otro coche. Llaman de la compañía de seguros y dicen que, a este ritmo, no le aseguran más furgonetas. En Madrid deciden que hasta el viernes, a buenas horas mangas verdes, último día de campaña, se esconda en algún cortijo perdido y que sea lo que Dios quiera.

Macarena llegó a Andalucía para ser vicepresidenta de la Junta de Andalucía, y lo que conseguirá es aupar, con la fuga diaria de votos de VoX al PP, es hacer de Juanma Moreno, el presidente más votado en la historia de la democracia española. Olona la de la “furgona” se volverá a Madrid por carreteras secundarias para pasar desapercibida. Deberían hacer público el recorrido, para que los usuarios de la ruta no saquen sus cochea a la carretera por si se cruzan.

Resultado, manifestaciones en las calles de Ceuta en contra de VoX y sus propuestas, bronca en las instituciones de Ceuta con graves enfrentamientos personales, y cabrear aun más a Marruecos que rechaza el racismo y la xenofobia de VoX, complicando y agravando aún más el conflicto. Lo dicho grito, gasolina pero ninguna propuesta real para solucionar el problema.

VoX piensa más en el rédito que da el fuego, que en los intereses de España. Olvida que Marruecos, le guste o no, tiene a llave de África, la de la inmigración, la del terrorismo, y la de la economía. Por tanto hay que aprender a relacionarse con Marruecos desde la más fina diplomacia, no desde el enfrentamiento y la xenofobia. VoX parece desconocer las importantes inversiones españolas en Marruecos, tanto de grandes empresas estratégicas españolas como de pequeños empresarios. Pero eso les da igual. Lo patriótico no es la defensa de los intereses de España y los españoles allá donde estén, según ellos, lo patriótico es quemarlo todo y que se salve el que pueda.

Esta política de la leña y gasolina da resultados a corto plazo, pero abordado todos los problemas de España con la misma táctica populista e inviable más allá de la mente de los más hiper ventilados, son la vía más inmediata hacia el mismo fin que Podemos, terminar por desaparecer del panorama político por cansancio de su posible electorado (el de Ceuta lo ha perdido ya, y Málaga no levanta cabeza) y por ineficaz para el país. No se puede confundir el patriotismo de la defensa de los intereses de España, que en el fondo es la defensa de los intereses de los españoles y españolas, con el “patrioteo” de salón, que es solo pan para hoy, y mucha hambre para mañana.

*Periodista, politólogo y presidente del Grupo Internacional de Apoyo a la Reunificación Saharaui.