Gran parte del periodismo en España es repugnante y está tan degradado como la política
Francisco Rubiales. – Pedro Sánchez, además de degradar la política española hasta extremos inconcebibles, con mentiras, engaños, estafas y traiciones que han causado enormes daños a la nación, ha degradado también al periodismo, al que ha convertido en una profesión rechazada y odiada. La compra de periodistas y medios es una de las líneas principales de su política y nunca antes, si siquiera durante las guerras, el poder ha utilizado la información con tanta desvergüenza y maldad.
Periodistas y políticos eran los profesionales más admirados y respetados durante la Transición, cuando la sociedad española todavía creía que vivía en democracia, pero hoy, después de un insoportable cúmulo de traiciones, corrupciones y estafas al pueblo, políticos y periodistas son las dos profesiones más rechazadas y odiadas, seguidos por los jueces.
La culpa del cambio es, una vez más, de los políticos, que son el flagelo y el cáncer de la nación.
Nunca en la Historia de España el periodismo estuvo tan comprado y sometido como bajo el gobierno de Pedro Sánchez. El periodismo está tan corrompido y deteriorado que necesita más regeneración que la clase política. Los medios de comunicación corrompidos y sus periodistas mentirosos están sosteniendo un sistema político viciado, sin valores y escandalosamente antidemocrático, donde la mentira, la corrupción, la traición, el engaño y las apuestas anticonstitucionales y antidemocráticas causan estragos.
El gobierno español es el único del mundo democrático que emplea grandes masas de dinero público en comprar medios de comunicación, periodistas y voluntades, actuación incompatible con la democracia y la decencia. Tan sólo por eso, la legitimidad del gobierno queda en entredicho.
Una parte importante del periodismo español ha sido comprado y casi la totalidad del periodismo restante ha tomado partido por uno u otro bando político, lo que ha reducido a un número ínfimo y casi simbólico el número de periodistas independientes y fiables.
Como consecuencia de la prostitución en las relaciones entre periodismo y poder, la labor crítica de los medios ante el poder y la difusión de información veraz para que el ciudadano esté correctamente informado y sepa adoptar decisiones, deberes imprescindibles en democracia, han sido olvidados por muchos medios, que los han sustituido por una sumisión vergonzosa al poder, que los compensa con dinero, privilegios y otros favores ocultos.
La relación entre el poder y los medios en España es nauseabunda y, salvo algunas excepciones heroicas y dignas de admiración, esas relaciones pervertidas son causantes, en gran medida, del deterioro del país y de su avance hacia el fracaso.
Numerosos medios, en especial la televisión, no sólo mienten y ocultan informaciones importantes, sino que colaboran activamente en las políticos que emanan de la Moncloa para liquidar rumores, cercenar tendencias y confundir a la ciudadanía.
En el periodismo hay espacio para la opinión, pero esta debe estar subordinada a la información y a la verdad, nunca a la mentira y a la propaganda. La situación de los medios es tan lamentable que cabe afirmar que si los periodistas españoles hubieran hecho sus deberes, España no sería hoy una cloaca.
Especialmente importante es la ocultación de verdades que deberían ser portada y que tienen fuerza suficiente para hacer temblar al gobierno, como la ausencia de democracia, el abuso de poder, los impuestos injustificados y abusivos, los crimines de la inmigración ilegal, los asesinatos que protagonizan las mujeres, el abuso de poder institucional contra el varón, la situación dramática de la economía, el deterioro extremo del prestigio internacional de España en el mundo, la suciedad y miseria que preside la relación de los socialistas con los partidos desleales y antiespañoles que le apoyan, el injusto trato a las comunidades regidas por la oposición, los pactos secretos, muchos de ellos inconfesables, relación del gobierno, los escandalosos privilegios del poder, el brutal despilfarro, el incosteable tamaño del Estado, las violaciones de la Constitución que realiza el propio gobierno, la corrupción desbocada y la manipulación que preside la relación de los que gobiernan con los administraos, como se está viendo con claridad nítida, en el asunto de los indultos a los golpistas catalanes no arrepentidos.
Todo este océano de miseria, fracaso y desvergüenza no habría sido posible si los periodistas españoles hubieran cumplido con su deber, informando de la realidad. La democracia no habría sido asesinada y los valores no habrían sido eliminados por los políticos y sus partidos si el mundo mediático hubiera conservado su dignidad y respeto.
El periodismo libre es la columna vertebral de la democracia, pero el periodismo sometido es el sostén de la tiranía. El periodismo español está enfermo porque hay demasiados profesionales que han renunciado a la independencia, que no propagan la verdad, sino la verdad del poder, que es muy distinta, y que se han sometido a cambio de dinero, privilegios o, lo que es todavía peor, en espera de ser recompensados por los poderosos. Aquellos periodistas que aportan luz, información independiente y verdad, son los guardianes de la democracia, pero los que se han sometido son “los perros del poder”.
Sólo los medios de comunicación tienen en España el poder necesario para regenerar la democracia, para erradicar la corrupción del sistema, doblegar a los partidos y obligar a los políticos a que respeten las reglas del juego democrático, se sometan al control de la ciudadanía y vuelvan a ser demócratas. Pero muchos medios, a cambio de dinero y privilegios, han desertado de la decencia y de la dignidad y se han sumado a las filas del oprobio y el abuso.
Los pactos son nauseabundos: la prensa presta apoyo a los poderes a cambio de recibir dinero publicitario, influencia e información privilegiada Los periodistas son rehenes y los grupos mediáticos son parte del entramado del poder, justo lo contrario a lo que establece la democracia.
La situación coloca hoy al periodista como centro de la esperanza de un país que está descubriendo con amargura que el régimen político por el que se rige, del que llegó a sentirse orgulloso en el pasado, no es una democracia sino una cloaca con forma de partitocracia corrompida y sin ética.
Si los periodistas se rebelaran y recuperaran los principios del periodismo libre (independencia, servicio a la verdad y apoyo a la democracia, ejerciendo un control eficaz sobre los grandes poderes), España todavía podría salvarse y librarse de la chusma que la conduce al abismo.
Nota: todas las ideas y tesis que sustentan este artículo están profundamente analizadas en mi libro “Periodistas Sometidos, los perros del poder”, editado por Almuzara en 2009. En la contraportada del libro se destacan dos párrafos que merecen ser recordados:
“No hay un solo caso de periodista esclavo que sea recordado por la Historia, del mismo modo que tampoco merecen el recuerdo los militares cobardes o los médicos al servicio de la muerte. Que quede claro que los periodistas sometidos al poder sólo pueden esperar poder y dinero, pero nunca reconocimiento, honor o respeto.”
“La democracia es el único sistema que ha conseguido encerrar a los grandes poderes, sobre todo al insaciable poder del Estado, en una jaula con siete cerrojos. La prensa libre es el séptimo sello que cierra esa jaula.”