Han sido asesinados otros dos soldados españoles presentes en la guerra de Afganistán. Se trata del sargento Manuel Argudin Perrino y de la soldado Niyireth Pineda Marín. Sus cuerpos serán enterrados hoy, y ellos elevan a casi un centenar el número de soldados españoles caídos a las órdenes de este Gobierno de falsos pacifistas y falsarios activistas de la no beligerancia. Me callo por respeto a los fallecidos la calificación real que merecen. En esta intervención militar, España tiene una presencia permanente de casi 700 soldados y ya ha costado a las arcas públicas más de mil millones de euros. Además de los dos soldados españoles fallecidos, otros tres resultaron heridos: el soldado Rubén Velázquez Herrera, que ha recibido diversas contusiones; el soldado Jhony Alirio Herrera Trejos, con fracturas en piernas y un brazo; y el soldado Roi Villa Souto, con fracturas en las piernas.

El atentado fue perpetrado cuando los militares españoles realizaban una patrulla de reconocimiento a unos 20 kilómetros al norte de Qala-i-Naw, uno de los principales avisperos de los talibanes. Uno más…

Estas dos muertes contradicen al Gobierno cuando trata de hacernos creer que la presencia de las fuerzas españolas en Afganistán tiene objetivos exclusivamente humanitarios. Mentira sobre mentira. España participa en acciones de guerra para intentar mantener el orden tanto frente a los narcos como a los talibanes, y de ahí que se haya convertido en uno de los objetivos preferentes de los ataques terroristas. De todos los países europeos con presencia en Afganistán, el mayor número de bajas corresponde a España, incluso por encima de Francia, Italia y Alemania juntas.

Esta presencia del Ejercito español en la guerra de Afganistán lo que de verdad nos revela es la inmensa, la desmesurada hipocresía de la progresía española. Lleva años dándonos la matraca con la guerra de Irak (la segunda; de la primera no se acuerdan) y sin que ninguna voz autorizada del estamento castrense ni del PP le diga a esos estafadores que la participación española entonces se redujo a una inoportuna y vanidosa foto en las Azores y a la gestión de algunos hospitales de campaña. Ningún soldado español, ni uno sólo, participó en acción de guerra alguna. Y pese a ello, la oposición lanar del PP ha permitido durante años que el tenor de la participación guerrera de nuestro país tuviese tantos visos de verosimilitud como para hacerles perder las elecciones del 2004. Estableciendo una relación causa-efecto que execraría la conciencia de cualquier sociedad que no estuviera tan enferma, la izquierda no pudo presentar entonces otras víctimas mortales españolas que las del 11-M.

El número de bajas españolas en Afganistán frente a las magras cifras registradas en Irak confirma la diferencia entre una y otra misión. Pero sobre todo, confirma la paradoja de que la peligrosidad de la misión española en Afganistán no sea proporcional al reconocimiento internacional de nuestro país, tan escaso que hasta Moratinos ha visto frustrado su propósito de alcanzar la Secretaría General de la FAO frente al representante de un país bananero.

Dice Carmen Chacón que las tropas españolas están en Afganistán para hacer que se cumplan las normas internacionales. Lo dice la ministra de un Gobierno que permite a los proetarras adueñarse de las instituciones para que se incumplan las leyes españolas. ¿Acaso nos apremia más el cumplimiento de las leyes en remotos países que en el nuestro? Agrega la farsante que el ejército español colabora en restituir la dignidad de los afganos. ¿Y quién restituye la dignidad de la bandera española arriada de los ayuntamientos y las diputaciones controladas por los talibanes de casa? ¿Quién protege a los nuestros de los que desafían al Estado español aún representado en el País Vasco, infame ministra? ¿Quién nos protege de gobernantes como usted, de profesionales de la mentira como usted, de estúpidas progres como usted?

Lástima que Manuel y Niyireth hayan tenido que dar sus preciosas vidas por gente tan innoble. Descansen en paz.