El acceso a la información está mucho más a mano para toda la sociedad con la llegada de internet, de las aplicaciones móviles y de todo lo que conlleva la digitalización.

Sin embargo, la sensación que se tiene es la contraria: cada vez se comprende menos.

Es el caso también de la educación sexual. Mientras que en generaciones pasadas era prácticamente tabú, actualmente, los jóvenes disponen de cientos de recursos accesibles para comprender mucho mejor su cuerpo, las relaciones y las precauciones a seguir. Sin embargo, según los últimos estudios, los Millenials practican menos sexo, frente a generaciones anteriores que estaban altamente familiarizadas con los juegos sexuales en pareja entre otras practicas.

Según expertos, todo tiene que ver, precisamente, con la digitalización. El mensaje de la importancia de la imagen, del dinero y de la felicidad ha dejado de lado la atención a las relaciones interpersonales en un segundo plano.

Pero a esto, se unen ciertas características de la actualidad.

Pese a que son la generación que más información, libertad y desinhibición tienen, también tienen ciertos mensajes casi tatuados. El consentimiento y la cautela por las enfermedades de transmisión sexual, en primer lugar, son las que echan atrás la práctica más frecuente.

“Son una generación que tiene toda la información y toda la reflexión realizada. Desde pequeños se les educa en ciertos principios básicos de respeto, consentimiento y precaución, pero lo cierto es que es una generación que, como consecuencia de las redes sociales, tiene más miedos que ninguna. La educación sexual debe ir más allá de esto, debe ayudar a entenderse a uno mismo, a sus cuerpos, a sus deseos y ofrecer una mirada más acorde con la propia generación” explica Milena Marinova, sexóloga acostumbrada a ayudar a jóvenes en sus inquietudes y dudas.

De la gran ciudad a las pequeñas provincias

A toda esta idiosincrasia típica de la juventud, se une un nuevo diferenciador: el acceso en las pequeñas capitales a profesionales capaces de dar respuesta a las dudas habituales.

En este caso, el hecho de que el patrón sea más cercano al clásico, sobre todo en localidades pequeñas, en los que el matrimonio es la clave de pareja, o bien que la convivencia en el seno familiar se alargue más años está haciendo que toda una generación – a la que además el coronavirus ha cortado las alas en lo que a relaciones personales se refiere – esté pasando por una transición en la que el sexo ha pasado a un plano muy distinto al de otras generaciones.