Fátima Hamed o el fruto de la fascinación progresista hacia el islam y de la torpeza del portavoz de Vox en la Asamblea de Ceuta
Fátima Hamed, portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) en la Asamblea de Ceuta, se lo debe todo a Carlos Verdejo, el diputado “broncas” del partido verde en la ciudad norteafricana. La popularidad nacional de la que empieza a gozar la diputada ceutí no habría sido posible sin su homólogo de Vox. En realidad lo que hace Verdejo, a cambio de su minutito de gloria en redes sociales, es dar alas a los potenciales enemigos de la españolidad de Ceuta, según sus propias palabras. Y tanto ha insistido el alocado Verdejo en encumbrar a su supuesta oponente, que al final la ha terminado convirtiendo en toda una celebridad. Sin las estruendosas filípicas del diputado de Vox, Fátima Hamed sería hoy la política irrelevante y mediocre a que estaba llamada de no haberse cruzado Vox en su camino. Pero ya vemos cómo estos falsos patriotas no hacen otra cosa que servir al interés del enemigo, bien sea entregando a Sánchez el cheque en blanco de los fondos europeos, o sumándose al linchamiento de la izquierda a Isabel Díaz Ayuso.
Fatima Hamed Hossain ha sido este fin de semana la quinta invitada del acto del teatro Olympia de Valencia junto a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra; y la portavoz de Más Madrid, Mónica García.
Sorprendía ver aparecer a Fátima García con un velo islámico junto a líderes tan feministas. Nadie puso reparo a este hecho por temor a ser tachado de islamófobo, que es el vocablo preferido por los islamistas y sus aliados progres.
El neologismo “islamofobia”, que significa literalmente “miedo irracional al Islam, es utilizado como evidente manipulación por algunos musulmanes apoyados por la izquierda y sectores del progresismo, que pretenden acuñar el término como si implicara intrínsecamente prejuicio o discriminación contra los musulmanes, tornando a los elementos más radicales de estos últimos de victimarios en víctimas. En virtud de ello hay un prurito en denunciar la protervia de los crímenes perpetrados por los yihadistas. La sola posibilidad de ser acusados de islamófobos, inhibe a muchos políticos y periodistas de condenar o criticar explícitamente el terrorismo, los crímenes por honor, la violencia contra las mujeres, el ahorcamiento de menores y homosexuales, las lapidaciones, azotes y la mutilación genital femenina, entre otras aberraciones.
Hace unos meses, la portavoz mediática de Más Madrid, Rita Maestre, calificó de “patético” que la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, no portara el preceptivo velo en Arabia Saudí, a cuenta de la Supercopa. Ver el patetismo en el ojo ajeno y no cuando la hoy portavoz de Más Madrid entró en una capilla católica, junto a un grupo de rabiosas feministas, mostrando sus feas tetas, confirma que la obeiencia izquietista se trata e una patología moral de muy difícil sanación.
No son de ahora los extraños comportamientos de la mayoría de la izquierda europea cuando se trata de hacer frente a la mema de hechos que sufren las mujeres en muchas sociedades islámicas.
Su refinamiento ideológico se acentúa cuando desempolvan las acusaciones de racismo y xenofobia si alguien osa alertar de los peligros del integrismo en templos y oratorios, pero utilizan toda su artillería verbal y demagógica cuando algún sacerdote católico se atreve a expresar alguna orientación moral dirigida a sus fieles. Si un obispo opina sin imponer o recomienda sobre cuestiones morales, parecen reventar, por la reacción de los izquierdistas, las costuras de la sociedad; si un imán aconseja castigar a las mujeres, les dicta la forma de vestir y pretende coartar la libertad de expresión de todos e instaurar el delito de blasfemia, debe ser admitido como muestra de una particularidad cultural y religiosa.
El marxismo califica la religión como el opio del pueblo, dado que predica la sumisión y la aceptación de la propia condición como algo inevitable, aconseja resignación y la espera de la recompensa en el más allá, lo que favorece a los ricos y poderosos, pero parece que la interpretación actual afecta sólo al cristianismo, pues se olvida del islam.
Los partidos de izquierda tienen a gala, según ellos, ser los máximos defensores de la mujer y de los homosexuales, pero su jurisdicción se detiene a la puerta de las mezquitas, aunque en las iglesias penetra hasta el sagrario. Más dramático aún es que se ignoren las sistemáticas condenas a muerte que se dictan contra ellos en varios países cuya legislación se inspira en el Corán.
En definitiva, lo más llamativo del aquelarre “feminista” de Valencia ha sido la fulgurante presencia de Fátima Hamed, esta vez sin su patrocinador Carlos Verdejo, al que le debe todo.
Hace años estuve en CEUTA, y los pocos ceutíes españoles que quedan, a excepción de los militares, militars, funcionarios destinados allí de forma obligatoria, etc., me decían que sólo era cuestión de tiempo, de poco tiempo, que CEUTA acabara cayendo con un gobierno autonómico promarroquí, precisamente por el gran peso de los marroquíes en la ciudad.
Y en MELILLA, mucho me temo que sucederá lo mismo…
¡¡Menudos esperpentos!! ¿Quién de las cinco es más fea? ¡No tienen vergüenza de salir ante las cámaras!
Extraño empoderamiento femenino el de alguien que no puede bajar a la playa si no es vestida de buzo.
Se llama TOWBA en las creencias islámicas la opción de convertirse al islam para salvar la vida y no ser ASESINADO POR INFIEL ” TAKFIR ” o enemigo del profeta y hay que hacer la pregunta de oro:. LE OFRECERAN LA TOWBA A TOSOS LOS CÓMPLICES DE LA CONQUISTA ISLAMICA O LA EJECUCIÓN INMEDIATA ??????
Por lo que se dice en este artículo, creo que considera mejor, ignorar las pretensiones descaradas de la marroquí, que denunciarlas, para no ” hacerla publicidad”. Con estos razonamientos , y actuando con cobardía, nos invadirán hasta los Pirineos.
ADMINISTRADOR: Ya hemos sido invadidos, majarón, que no te enteras.