Análisis del libro “Políticamente impresentable”, de Cayetana Álvarez de Toledo
Por Alfonso de la Vega.- He acabado de leer el libro de Cayetana Álvarez de Toledo, que tantos dimes y diretes está ocasionando; con sarpullidos en las huestes peperas, tan sensibles al halago y tan alérgicas a la verdad de su propia condición habitual de tercería consentidora.
Es un libro con muchos datos, no muy estructurado; una especie de crónica detallada de un tiempo casi lineal visto en primera persona y por una protagonista, lo que le hace más valioso para el lector medio aficionado a escaramuzas y cotilleos. Crónica lineal pero con algún retroceso, cursi, inoportuno, para hacernos ver muy convencida y puesta en razón que la autora es muy culta, muy ilustrada, muy cosmopolita y muy sensible. Ha estudiado nada menos que en Oxford y violín. Y nos lo recuerda venga o no a cuento.
Aunque desde el punto de vista ideológico refleje una gran confusión de la que luego hablaremos, como crónica, el libro de CAT es muy interesante. Aparecen muchos de los personajes y personajillos de la degradada política borbónica actual; con retratos trabajados o en fase de mero apunte, en especial, la figura del comienzo “cercano Pablo”, transformado, tras la fechoría de su cese, en el “Señor Casado”.
Pese a su cuidadoso intento de no hacer demasiada sangre, la figura de Casado sale muy mal parada; como un petimetre sin criterio sometido a los poderes fácticos de su partido y de la oligarquía que mueve los hilos. Un tipo chisgarabís que la ficha para dar la batalla cultural y que la cesa por ¡haber dado la batalla cultural! Algo que no interesa, según las palabras del propio Casado: “Porque, según el ilustre prócer, un partido no debe pretender que la sociedad se parezca a él, sino parecerse lo más posible a la sociedad”. ¡Qué bárbaro! ¡Qué confesión de cobardía, incoherencia e incompetencia!
La misma CAT dice que le dijo a su jefe: “Tu liderazgo depende de la fuerza de tu proyecto político, de tu capacidad de convicción y arrastre, no de tu dominio absolutista de la estructura del partido […] la única amenaza que planea sobre tus posibilidades de ser presidente de gobierno son tus vaivenes y vacilaciones…”
Pero el malo, pérfido, híbrido made in Murcia de Goebbels y Himmler con ayuda de Heydrich, resulta ser Teodoro, el intrigante meapilas en la sombra, su bestia negra. Un tipo machista, déspota y controlador al que “Casado habría entregado todo el poder”.
La experiencia catalana de CAT está contada con gran detalle y resulta uno de los atractivos mayores del libro. Su enfrentamiento contra el despotismo nacionalista catalán, con la propia incomprensión, asunción del derrotismo, o cobarde traición de los “suyos”, como el concejal Bou: “El PP tiene que tener gente de aquí, que sea catalana, tenga apellidos catalanes y que hable catalán.” Y luego, más tarde, tras su defenestración, cuenta sin ensañarse uno de los mayores fiascos de la cobarde política apaciguadora de Casado que lleva al PP a su casi extinción en Cataluña.
La visión que nos ofrece CAT del PP es la de un sindicato en busca de poltronas, donde abundan intrigas y escaramuzas internas. Y donde cualquier idea o acción que pueda poner en peligro el botín debe ser rechazada y llevados al Santo Oficio los culpables.
“La convivencia no es posible contra la monarquía”, asegura CAT. Que una marquesa defienda al rey es normal, pero que lo haga “por sus valores republicanos” parece un intento de rizar el rizo de la ironía cervantina o de sutil paradoja que hubiera llamado la atención al mismo Unamuno.
Las ideas, problema de fondo
Ahora bien, querría comentar algo que va más allá de la mera crónica y que, en cierto modo, a mi forma de ver, es lo más importante y revelador de la miseria intelectual en la que nos movemos en estos tiempos posmodernos. Me refiero a los planteamientos ideológicos, tanto del PP como de la propia CAT.
En el PP no los hay, y según Casado como antes Mariano, “ni los debe haber”, salvo, parece ser, un mero heredar y tente mientras cobro. Lo suyo debe ser más bien hacerse el muerto como las zorras, no molestar a la izquierda. “El PP sólo llegará al poder cuando el nacionalismo y la izquierda se hundan”.
Sin embargo, CAT confiesa: “Mi obsesión era la reconstrucción del centro derecha”. Pero, más allá de las siglas partidistas, ¿desde qué bases ideológicas y estratégicas debe intentarse tal reconstrucción?
A nuestra autora lo de la cosa nacional no le gusta mucho. Si no he entendido mal, le aplica el equívoco término identitario, que lo mismo valdría para un roto que para un descosido. Y mete en un mismo injusto y confuso totum revolutum tanto a golpistas catalanes, cuponistas vascos o indigenistas gallegos como a patriotas españoles. CAT reniega de la equidistancia en el tema nacionalista, pero luego la practica con poca coherencia en asuntos como Largo Caballero o Millán Astray. O el Valle de los Caídos: “Un lugar truculento, símbolo de una dictadura nacionalcatólica, un país cerrado, sombrío, sometido al doble dogma del fascismo y la fe. Pudo ser otra cosa, una dictadura comunista, un país cerrado, sombrío y sometido al doble dogma del marxismo leninismo y los gulags”.
Prefiere lo que se ha venido en llamar patriotismo constitucional al patriotismo español. Eso me parece un error muy grave, y aún más tratándose de una historiadora. Y lo que llama “el repliegue de Occidente” no creo que sea resultado del “pesimismo” como ella asegura, sino de un movimiento histórico mucho más profundo: el globalismo, o forma concreta de ejercer el proceso de la globalización a favor de los intereses despóticos y absolutos de las élites mundiales, ligadas al sector financiero y a las enormes transnacionales.
Más que pesimismo, al contrario, sería el optimismo o incluso triunfalismo desbordado de un muy reducido grupo de magnates eugenistas –cuando no simplemente genocidas— con el que ven la oportunidad de reducir la población y terminar con los derechos y libertades. Con la Razón y con el patético por despistado “libres e iguales” de CAT. Nada que ver con la Libertad, y menos con la Igualdad ni con el mercado, sino con el despotismo arrasador de los nuevos omnímodos monopolios. El Rotschild, Klaus Schwab, lo expone muy claramente en su libro La Cuarta Revolución industrial, que CAT parece no conocer.
No entiendo sus alusiones laudatorias a tipos como Valls y el déspota Macron. CAT se identifica con Valls, al que ofreció la cabeza de lista del PP por Barcelona por ser ambos “antinacionalistas, europeístas, culturalmente elitistas, objetos fóbicos del nacionalismo catalán”. Tampoco comparto su opinión sobre el déspota presidente francés: “Macron, uno de los pocos líderes contemporáneos con una benéfica ambición intelectual”.
Cuestión significativa es la incomprensión de lo que Trump vino a representar en la política norteamericana. CAT no se cuestiona el fraude electoral sufrido, ni desaprovecha oportunidad de soltarle alguna coz. Por ejemplo: “… un oportunista, […] su proyecto dinamitaba los fundamentos de la sociedad abierta. […] La batalla contra la identidad es una batalla a favor de la civilización. […] No hay democracias identitarias. […] El discurso más incendiario jamás pronunciado por el líder de una gran democracia. […] Ofensivo, divisivo, furiosamente nacionalista. Para inteligencias limitadas”. (Sobre todo, las que no hayan estudiado en Oxford, supongo). “America first” no es la solución frente a la amenaza identitaria, interna o externa, sibilina o armada. Tampoco la impugnación de la UE o el regreso a las naciones búnker. Los riesgos son parte consustancial de la sociedad abierta”.
Sociedad abierta, pero en canal, la que nos desea la Plutocracia presente con el NOM. Nos guste o no, Razón e Ilustración han derivado en fantasmagorías nostálgicas en estos tiempos posmodernos. Ya no le interesan a la Plutocracia. Ahora, el título de un Tratado como La Moral Universal del barón Holbach sería calificado de reaccionario y heteropatriarcal. Y la izquierda no es que haya sido “traicionada” como CAT sostiene. Es que ha evolucionado al neomarxismo disolvente actual, en una etapa diferente a la clásica de la lucha de clases. Una izquierda que sirve los intereses de la plutocracia. Más allá de los actores elegidos para representar la nueva farsa es el libreto, el guión el que ha cambiado, pero al servicio de las élites apátridas. Por eso lo de un gobierno de concentración proconstitucional que CAT propugna me parece una quimera que solo sería posible si estuviese al servicio de esas élites, no de la sociedad española, ni de la nación.
Por supuesto que estoy de acuerdo con CAT en que es preciso dar la batalla de las ideas. Pero ¿de qué ideas?
En general, comparto su visión del neofeminismo como impostura sectaria, cerril y fanática. También acerca del lamentable papel de las instituciones, cuyo descrédito, si no deslegitimación actual, resulta evidente. O de la hegemonía cultural de la izquierda, en la que tienen mucha responsabilidad las lamentables élites españolas, tanto políticas como empresariales.
En lo de las vacunas, asunto capital para intentar entender lo que pasa, creo que anda muy despistada. CAT critica a Abascal por su “insólito silencio” sobre si se había puesto la vacuna. “Gesto populista de cara a la galería de la irracionalidad. No hay política deseable al margen de la ciencia”. La ciencia, acaso, ¿no es otra institución desacreditada por los científicos mercenarios?
Lo de CAT, con el pijerío cosmopolita del que hace gala, más que reconstruir el centroderecha parecería una “contraderecha” que suena casi igual, pero es lo opuesto: “Hay que evitar que la derecha derrape por la pendiente identitaria”. No sé. Creo que el patriotismo español es anterior al constitucional. Y lo demás, sí que es derrape.
Es preciso querer y saber. CAT quiere, y ya eso es de agradecer, y más en un grupo de invencible querencia pusilánime como el PP. Pero, a la luz de lo que explica en su libro, no sé muy bien si sabe. Tengo la impresión de que las últimas peripecias y tendencias están sin asimilar. No las ha retroalimentado para renovar su pensamiento político, anacrónico en este momento.
El lector de “Políticamente indeseable” sacará sus propias conclusiones.
*Ingeniero agrónomo y escritor (especialista en Cervantes)
La excesiva soberbia de esta marquesa, le lleva a cometer dislates y sobre todo vivir con bastantes incoherencias. El análisis que hace el autor me parece muy certero y suficiente para decidir no perder mi precioso tiempo en leer las elucubraciones pedantes de esta sra. o srta. Reconozco que, al menos, ha tenido el valor de presentar batalla ideológica contra las hordas socialcomunistas. Pero constatar que abomina de la proverbial y magnífica herencia del Régimen del Gral. Fco. Franco, la sitúa en las antípodas de la objetividad. Con su pan se coma las ganancias de la publicación, no con las… Leer más »
Sin haber leído el libro, pero habiendo observado las andanzas políticas de la autora, y pensando en lo que todos, y ella misma, citan de su educación elitista, queda claro que no tiene encaje en ninguna formación política actual. Pero quizás sea la persona más inteligente, no la más lista que no tiene nada que ver, que ha entrado en la política en los últimos 4 decenios. Sólo tiene que aprender a ser una ciudadana de a pie, de los que luchan por mantener una familia, de los que aún no han podido formar ninguna, de los que no llegan… Leer más »
Otro que no comprara ese libro. Es urgente evangelizar la mente!!!!!
No veo el nombre del autor del artículo por ningún sitio.
Su reseña me ha convencdo de que no vale la pena comprar este libro.
Con todo mi respeto hacia esta señora, si no está contenta en el PP, que luche dentro del partido, o que se vaya.
No queda otra.
ADMINISTRADOR: Aparece el nombre al inicio del artículo: Alfonso de la Vega.