El bikini de Leire Pajín
Confieso que hoy estoy perplejo a la par que molesto. Todo porque las fotos en bikini de la ministra Leire Pajín, han originado todo tipo de comentarios burlescos hacia su figura y su visible curvita de la felicidad. Decía el profesor norteamericano Warren G. Bennis que hay una profunda diferencia entre información y significado. Yo añadiría algo más: hay una diferencia sustancial entre opinión y mal gusto. Porque sinceramente, creo que se puede criticar todo lo que se quiera la paupérrima gestión de la ministra Pajín, porque motivos haylos (y eso que la ministra es mi miembra preferida de la cuchipanda, con permiso de López Chamosa, y la que mejores momentos nos está haciendo pasar en medio de la sequía económica y de esta ruina tan costosa)
Se puede criticar sus múltiples errores. Se le puede criticar su metedura de pata con el pescado azul o que afirmase que el espíritu de confianza de la roja nos sacaría de la crisis (la orgía futbolera siempre utilizada por el poder para hacer propaganda). Se le puede reprochar que durante algún tiempo se embolsase cerca de 20.000 euros mensuales repartidos en tres sueldos, como secretaria de Organización del PSOE, como ex secretaria de Estado de Cooperación Internacional y como senadora por la Comunidad Valenciana, argumento más que evidente para causar la indignación que muchos sentimos hacia parte de nuestra casta política, que más que política es parasitaria. Incluso podemos recordarle su frase ya mítica referida a la coincidencia planetaria en el tiempo de las presidencias de Estados Unidos y el gobierno de turno de la Unión Europea, léase Barack Obama y Zapatero.
Una frase que a algunos nos abochornó por completo. E inclusive se le puede achacar su ignominioso silencio y complicidad en la moción de censura de los socialistas contra el alcalde popular de Benidorm con un tránsfuga del PP. Y es que algunos no olvidamos las prácticas sectarias del clan familiar de los Pajín -José María Pajín, ex secretario local, y Maite Iraola, ex concejala- que sembraron la semilla de la caída del gobierno popular desafiando a su antojo el pacto antitransfuguismo, con una Leire Pajín plantando cara a la gravedad zapaterina con un doble rasero vergonzoso y vergonzante. Todo un cúmulo de despropósitos varios dignos de crítica, mofa y burla.
Pero atacar a Pajín por unos kilos de más, usando palabras groseras y del todo inapropiadas, me parece de una bajeza sideral que me produce arcadas amén de vergüenza cósmica. Porque como ciudadanos (que no súbditos) nos debería interesar la gestión de Leire Pajín al frente del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (y ya casi Fraternidad) y no su volumen. Por tanto, juzgarla cual Nancy Rubia es mezquino. No sólo porque es denigrante, sino porque sigue a pies juntillas las consignas de la dictadura de la moda y de lo estéticamente correcto. Lo cual es hacerles un flaco favor a muchas mujeres.
Con una actitud casi hipócrita siempre criticamos el burka y los velos de las mujeres musulmanas, por la opresión que esconden detrás y la dificultad que entrañan. Sin embargo, tengo la sensación que aquí en Occidente muchos tienen otros velos mentales que, aunque menos visibles, son igual de peligrosos. Ya lo decía la escritora Nawal el Saadawi, en su discurso de recepción del Premio Internacional Catalunya, cuando afirmaba que deberíamos temer más los velos mentales que los físicos, ya que los mentales son mucho más difíciles de quitar. Me temo que hoy muchos deberían reflexionar sobre ello.