Las elecciones más inciertas
ABC.- Las elecciones autonómicas que se celebran en Castilla y León van a ser interpretadas de muchas maneras, y desde luego como un nuevo plebiscito autonómico sobre la gestión de Pedro Sánchez, como ocurrió antes en Galicia, País Vasco, Cataluña o Madrid, que son los procesos celebrados desde que es el presidente del Gobierno. Sin embargo, las iniciales expectativas de claro triunfo del PP y de Alfonso Fernández Mañueco parecen haberse enrarecido en los últimos días en favor del PSOE. Desde luego, no ha sido una campaña vivida con la emocionalidad antisanchista que experimentó Madrid con el arrollador éxito de Isabel Díaz Ayuso, y en esta ocasión el PSOE al menos no cree partir con el partido perdido de antemano. Sin embargo, son muchos los factores en juego.
Tanto Sánchez como Casado se juegan parte de su credibilidad, sobre todo el PP, que se empecinó en adelantar las elecciones como estrategia paulatina de debilitamiento de Sánchez en diferentes regiones.
Pero si es mucho lo que Casado se juega, también es seria la evaluación que se haga del PSOE, de sus pactos antinatura en la legislatura, y de la abstención que pueda producirse. Porque a menor participación hoy en las urnas, menos probabilidad tendrá el PP de imponerse con claridad. Y si la estrategia les falla a Casado y a Mañueco, tendrán que dar muchas explicaciones en el PP. En efecto, un 40 por ciento menos de voto por correo avanza que, como mínimo, el resultado promete ser incierto.
También se dirimen hoy otras cuestiones relevantes. Por ejemplo, el futuro de Ciudadanos y la capacidad que pueda tener de condicionar un nuevo gobierno en la región. Lo mismo ocurre con la incertidumbre que presentan partidos como Soria Ya, Por Ávila, o partidos locales potentes como el de León. A priori, Vox se presenta como el partido crucial para decidir. Su crecimiento promete ser exponencial, y esta semana tanto Díaz Ayuso como Macarena Olona han admitido que antes o después, PP y Vox están condenados a entenderse. Pero eso está por ver y en ningún caso parece cercano con la fórmula de una coalición. Según los resultados, Vox tendrá que resolver algo que no ha hecho nunca hasta ahora: decidir si querría entrar o no a formar parte de un gobierno regional por primera vez. Pero eso es algo que no depende en exclusiva de Vox ya que a su vez el PP lo descarta absolutamente, aunque sea a costa incluso de tener que repetir los comicios. Para Génova, estratégicamente sería un error basado en alimentar más a Vox, y arriesgar a que siga creciendo camino de las elecciones generales en perjuicio de Casado.
Aventurar coaliciones PP-Vox no solo es prematuro, sino poco menos que impensable hoy. Lo relevante, en cualquier caso, es que el ciudadano acuda hoy a votar. La abstención, pese a ser una opción completamente legítima, abona la tesis de desinterés ciudadano, de irrelevancia de los comicios, o incluso de desconexión sentimental de nuestro sistema. Y con un Gobierno central tan tóxico, lo lógico es que el centro-derecha se movilice para enviarle el mensaje de que nuestro país necesita un viraje ideológico y otro modo de gobernar.