El 50% de las mujeres sufre alteraciones menstruales tras la vacuna
LR.- Si eran sobradamente conocidos eventuales efectos adversos a la vacuna frente a la covid como dolor local en el brazo, jaqueca o fiebre en las primeras horas tras su administración, hasta mayo pasado no empezaron a considerarse seriamente ciertas alteraciones menstruales en las mujeres en edad fértil, como apunta el doctor Javier Sancho, especialista del Servicio de Ginecología del hospital general Universitario Ramón y Cajal.
“Es cierto que esto último –explica– no constaba en la ficha técnica entre los posibles efectos secundarios de las vacunas, de todas y cada una de las que se están aplicando en España, y empezó a observarse tímidamente en febrero de este año y de forma palmaria en mayo, cuando numerosas mujeres afectadas lo hablaban entre sí y con sus médicos. Es un fenómeno relativamente reciente que se está estudiando para obtener resultados más concluyentes”.
Por ahora, el Comité de Seguridad (PRAC, por sus siglas en inglés) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) no ha encontrado ninguna asociación causal que vincule las vacunas contra la covid y los trastornos menstruales. Aun así, el organismo regulador ha explicado que ha pedido a los titulares de la autorización de comercialización de todas las vacunas aprobadas en la UE que proporcionen más datos sobre este asunto en sus informes de seguridad mensuales. De esta forma, aseguran que el PRAC “revisará todas las pruebas disponibles, incluidos los informes de sospecha de efectos adversos y la bibliografía científica, y seguirá vigilando esta cuestión”.
Una primera encuesta telefónica sobre una muestra de 5.000 mujeres en edad fértil, dirigida por Laura Baena, matrona e investigadora del departamento de Enfermería de la Universidad de Granada, pone de manifiesto que el 51,2% afirma haber acusado algo diferente en su ciclo menstrual; un 25,9% ha experimentado sangrados fuera de los días correspondientes a la regla, especialmente en la etapa periovulatoria y un 21% ha tenido un periodo muy abundante en el sangrado.
A tenor de los que matiza el doctor Sancho, para determinar con exactitud estos resultados preliminares, en varios grupos científicos, como el de la doctora Enriqueta Barranco, catedrática de ginecología de la Universidad de Granada, se va a estudiar esa potencial relación en un ensayo clínico.
Como advierte el ginecólogo del Ramón y Cajal, «se sospecha que puede haber implicados «efectos hormonales, regidos por el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales, pues siempre se ha visto que el ciclo menstrual es sensible a ciertos cambios, como viajes, y también a factores estresantes y emocionales, sobre todo en la fase luteínica o postovulatoria, que puede originar todo tipo de alteraciones: cambios en el patrón, aumento en el sangrado o incluso amenorrea o falta de regla».Con este planteamiento el especialista sugiere que los datos aportados por nuevos estudios de intervención a doble ciego podrían ser valiosos «para sugerir si es mejor vacunar a este grupo etario de mujeres en la fase preovulatoria y de este modo prevenir esos efectos indeseables».
La sexóloga y educadora menstrual Irene Aterido, desde su proyecto www.meduelelaregla.com, y como miembro del Consejo Editorial de la revista «Mujer y Salud», denuncia que siempre se incluye menor número de mujeres, en igualdad de condiciones, en los ensayos clínicos, «lo que implica necesariamente un menor estudio y un menor conocimiento, por tanto, del género femenino en muchos aspectos de la medicina».
¿Cómo es la mirada de la investigación, y en este caso del efecto de vacunas aprobadas extraordinariamente rápido, por las características de la pandemia, sobre el género femenino cuando aparecen unas características diferenciales muy bien definidas?, se pregunta esta sexóloga, al tiempo que responde que «no se está teniendo en cuenta precisamente esta variable en el Centro de Análisis y Política Sanitaria, donde existen profesionales con perspectiva de género y por el momento no cuentan con datos desglosados».
A tenor de lo que agrega la sexóloga, se considera «el quinto signo vital cuando no hay alteraciones en el ciclo menstrual» (después de los otros cuatro: tensión arterial, ritmo cardiaco, temperatura corporal y frecuencia respiratoria).
Delia Herrero: AstraZeneca
Para Delia Herrero, madrileña de 46 años, recibir entre los primeros grupos como personal docente el pasado marzo la primera dosis de la vacuna frente al coronavirus de AstraZeneca supuso el inicio de un largo calvario. Separada y con tres hijos de 12, 11 y 6 años, respectivamente, cuenta que, pasadas unas 48 horas del pinchazo, se vio sorprendida por un súbito y fuerte dolor abdominal, que, al acudir a urgencias, el personal sanitario interpretó en principio como una apendicitis, hasta que esta infección fue descartada por una ecografía antes de entrar en quirófano. Delia prefiere cambiar su nombre y algunos otros datos para preservar su identidad.
«A la semana de la vacuna –relata– me vino puntualmente la regla, pero esta vez era abundantísima, con unos coágulos enormes. Volví a urgencias y me recetaron una medicación, que, efectivamente, me reducía la hemorragia, pero que solo podía tomar durante cuatro días por riesgo a eventos trombóticos. Entonces retornaba esa hemorragia que asustaba, me bajaron brutalmente los valores de hemoglobina, una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos y cuyos niveles bajos son sugestivos de anemia, y los de hierro y me quedé totalmente anémica. Decidieron ponerme un dispositivo intrauterino o DIU y tuve la mala suerte de que me causó una seria infección en un ovario y una trompa».
Fiebre, malestar, postración y astenia extrema eran los síntomas de Delia. Le pusieron un triple tratamiento antibiótico y, si no respondía: deberían extirparle las estructuras afectadas. Por suerte, como ella misma matiza, la terapia fue un éxito y a los cinco días de ingreso le dieron el alta. «Pero volvía el sangrado abundante y yo no sabía qué hacer. Estaba desesperada. Había oído hablar a una amiga de la homeopatía y me aferré a ella como a un clavo ardiendo. Entiendo que en el hospital los médicos no entendían qué pasaba, no se atrevían a atribuirlo a la vacuna. Coincidió en el tiempo con los procesos por trombos, e incluso alguna muerte, que se produjeron en los grupos profesionales que vacunaron por entonces y fue cuando se suspendió la vacunación con AstraZeneca y empezó a estudiarse el fenómeno».
A pesar de sus reticencias hacia la medicina homeopática, Delia acudió a ella y en poco tiempo, «tras 40 días de una menstruación con coágulos», empezó a dejar de sangrar en 72 horas.
«Las dos siguientes reglas –agrega– que he tenido hasta la fecha han sido completamente normales. Comencé a leer artículos médicos y a investigar y, así, comprobé que yo no era la única y que realmente había una relación causa-efecto».
Valentina Carrera: Janssen
Con tan solo 36 años, en plena edad reproductiva (pese a que Valentina Carrera confiesa que se había hecho una ligadura de trompas, pues ya tenía tres hijos), estuvieron a punto de practicarle una histerectomía (extirpación del útero) por los síntomas que presentaba una de las varias veces que acudió a urgencias con abundante hemorragia vaginal. Valentina asimismo ha optado por cambiar su nombre y algunos otros datos para preservar su identidad. Fisioterapeuta y residente en Barcelona, relata que el 18 de junio le bajó la menstruación «con un sangrado exagerado, y se diría que a las 24 horas de haber recibido Janssen, de una sola dosis; al ir al cuarto de baño la hemorragia era un verdadero chorro en el inodoro».
«Aquello no paraba –continúa– y llegó un punto en que me asusté tanto que recuerdo que era la noche de San Juanny me fui a urgencias sola. Me pusieron un tratamiento y me indicaron que me fuera a casa, que pidiera la baja unos días y se pasaría».
Aconsejada por su novio, que vivía en Madrid, se trasladó a la capital del país para que él pudiera cuidarla. Sin embargo, de nuevo la brutal hemorragia y vuelta otra vez a urgencias. La pareja de Valentina comentó a los médicos que «esto tenía que ser una reacción de la vacuna, porque jamás le había ocurrido y le aparece justo a las 24 horas de ponérsela». No obstante, en virtud de lo que dice ella, el personal sanitario no se pronunciaba: «Pero entonces empecé a oír de casos de otras mujeres a las que les había sucedido lo mismo, o estaban pasando por ello, y me lo confirmó una hermana que tengo médico. Aquella noche en urgencias me practicaron un legrado para analizar una muestra, mas tampoco supieron darme ninguna explicación llegado el momento».
Le dan el alta con un tratamiento y, como los días iban transcurriendo, se iba sintiendo profundamente débil, las piernas no le sostenían y los valores de hemoglobina (una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos y cuyos niveles bajos son sugestivos de anemia) revelaban, en efecto, una gran anemia. Antes del alta le habían administrado hierro por vía intravenosa, que seguiría tomando por vía oral en casa.
«Ha pasado ya un mes desde que todo empezó y sigo de baja, porque me siento fatal y no sé cuándo comenzaré a encontrarme bien y fuerte. Mi pareja me cuida, se esfuerza para que coma bien y alimentos ricos en hierro. Pero me veo tan decaída que no acabo de atisbar todavía la salida del túnel», se lamenta.