Estatut, polémicas y otras cortinas de humo
En los últimos meses, Cataluña ha batido su record histórico de parados con cerca de 700 mil desempleados según la EPA, han cerrado miles de pequeñas y medianas empresas y autónomos catalanes tienen graves problemas para seguir funcionando. Hemos sufrido la subida del IVA y cuatro impuestos más por decisión del Gobierno tripartito.
Nada de ello ha motivado movilizaciones importantes ni tampoco ninguna pretendida unidad de acción entre los partidos políticos y la sociedad civil para responder a la crisis económica, social y de valores más profunda que han conocido los catalanes. El presidente Montilla y su Gobierno tripartito han situado el Estatut como único punto de la agenda política. Se ha utilizado como cortina de humo y ha funcionado con la colaboración de los más interesados en el agravio permanente, los nacionalistas independentistas.
El partido que gobierna Cataluña, el PSC, y el que aspira a gobernar, CiU, demuestran un alto grado de irresponsabilidad cuando convocan una manifestación contra el Estatuto constitucional y, por tanto, contra la Constitución. En ningún país democrático avanzado, el gobierno en pleno y parte de la oposición, se manifiestan contra el orden legal y democrático recogido en su Carta Magna.
Todos sabemos que no es una manifestación unitaria, sino una confluencia de intereses contra el Estatuto constitucional. Algunas formaciones apuestan por la independencia, como CiU y ERC, y otros, como el PSC, han abandonado sus principios al manifestarse con los que quieren separar a Cataluña de España.
El lema de la manifestació, “Som una nació, nosaltres decidim” es un lema soberanista que plantea una situación al margen del marco común que nos dimos los catalanes y el conjunto de españoles con la Constitución. Una Constitución, no lo olvidemos, que tuvo en su referéndum el apoyo de nueve de cada diez catalanes, con la participación más alta de cualquier consulta popular realizada en Cataluña.
Con el tema del Estatut se produce una vez más una apropiación indebida de Cataluña y de sus símbolos por parte de algunas formaciones políticas. Defender un Estatuto constitucional, un estatuto de todos, es el mejor escenario para el futuro de los catalanes y la garantía de estabilidad política necesaria para salir de la crisis.
En una perspectiva amplia y positiva, las formaciones políticas catalanas deberíamos estar priorizando las propuestas para impulsar la economía y hablando del desarrollo legal del Estatut con la letra y el espíritu constitucional. Ese debería ser el papel de un presidente de la Generalitat responsable: encabezar el consenso alrededor de leyes que han aumentado de manera sensible el autogobierno de Cataluña y, por encima de todo, buscar la eficacia y la eficiencia en la gestión de gobierno. Eso que tan poco se exige a la acción del ejecutivo catalán si la comparamos con el Gobierno del Estado y los gobiernos municipales.
La mayoría de los catalanes nos sentimos catalanes y españoles y defendemos el Estado democrático de derecho surgido de nuestra Constitución. Los catalanes somos personas de ley y preferimos un Estatuto constitucional a otro que no lo sea.
La dignidad de los catalanes está en priorizar las soluciones a los problemas reales de la sociedad. La verdadera dignidad de los catalanes está en no tener ningún miembro de la familia en paro, en que no congelen las pensiones, en que no suban los impuestos y en vivir una sociedad abierta y dinámica con un proyecto de futuro capaz de crear oportunidades.