La ONU suspende a Rusia del Consejo de Derechos Humanos mientras mantiene a estados esclavistas como Qatar
La Asamblea General de la ONU ha votado este jueves a favor de suspender a Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos, una decisión adoptada en represalia por matanzas de civiles como las de la ciudad de Bucha, a las afueras de Kiev.
La propuesta ha salido adelante con 93 votos a favor y 24 en contra, mientras que 58 Estados miembro se han abstenido y varios más directamente no se han pronunciado.
La Asamblea General, que ya había condenado en dos ocasiones la invasión rusa sobre Ucrania, contempla en sus estatutos expulsar a un país del Consejo de Derechos Humanos si comete abusos “graves y sistemáticos”.
El ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, ha celebrado la aprobación del texto, alegando que “los criminales de guerra no tienen cabida en órganos de la ONU destinados a proteger los Derechos Humanos”. En este sentido, ha agradecido a los países que han “elegido el lado correcto de la historia”.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ya aprobó a principios de marzo la creación de una comisión independiente para investigar los presuntos abusos cometidos en Ucrania desde que Rusia lanzó su ofensiva militar el 24 de febrero.
Ante la Asamblea General, la delegación rusa se ha ceñido a las tesis expresadas por Moscú en estos últimos días y que pasan por considerar una farsa las matanzas de civiles denunciadas por Kiev y verificadas tanto por periodistas sobre el terreno como por imágenes de satélite.
Y mientras la Asamblea General de la ONU castiga a Rusia, finge ignorar que 7.000 trabajadores inmigrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka hayan muerto en Qatar desde que comenzaron las obras para ser la sede de la Copa del Mundo.
El número de fallecidos es significativamente mayor ya que las cifras no incluyen las de los países de los que proceden otras muchas personas que están realizando trabajos allí como Filipinas y Kenia, ni tampoco se incluyen las muertes de los últimos meses del 2020 ni de los primeros meses del 2021.
El sombrío número de muertos de Qatar se revela en largas hojas de cálculo de datos oficiales que enumeran las causas de muerte: múltiples lesiones contundentes debido a una caída desde una altura; asfixia por ahorcamiento; causa indeterminada de muerte por descomposición. La causa más común es la que denominan como “muerte natural”, lo que demuestra que tales calificaciones se realizan sin una autopsia.
‘Sistema Kafala’
La construcción de los estadios construidos para el Mundial de Qatar ha seguido el llamado ‘Sistema Kafala’. Se trata de un sistema de explotación utilizado para monitorizar trabajadores inmigrantes, principalmente dedicados a la industria de la construcción o tareas domésticas en países tales como Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait u Omán.
Este ‘Sistema Kafala’ es una normativa que podría recordar al feudal y por el cual se concedía a los patrones la potestad de restringir los movimientos de sus trabajadores. Un sometimiento al que se vieron empujados los migrantes que llegaron hasta territorio catarí para trabajar en las obras de los estadios que entre noviembre y diciembre de 2022 acogerán el Mundial de fútbol.
Según cifras estimadas, hay más de dos millones de trabajadores inmigrantes en Catar, de ellos unos 30.000 estarían trabajando en proyectos referentes a la Copa del Mundo. De ellos un importante número procederían de Nepal y es el Gobierno nepalí el que cifró en 1.426 los ciudadanos muertos en suelo catarí desde 2010 a 2019. Números que ponen aún más en sospecha los oficiales.
El ‘Sistema Kafala’ fue abolido, pero en el inicio del proyecto mundialista estaba en vigor. A través de este, los trabajadores que acudieron a Catar en busca de un trabajo y un salario para su propio sustento y el de su familia se vieron engañados. Aquellos que dieron trabajo a los inmigrantes retuvieron después sus pasaportes para evitar la huida de sus fronteras.
Sin dinero, sin pasaporte y con condiciones lamentables han sido continuamente denunciados. Acusaciones que acabaron con este sistema teóricamente medieval, pero que no supusieron el final de las vejaciones y el maltrato hacia los trabajadores migrantes que dan forma al Mundial de Catar.
La nueva esclavitud
Pese a que el ‘Sistema Kafala’ no sigue estando en vigor, las condiciones de vida de los trabajadores continúan siendo paupérrimas. Los pobres son aún más pobres y la ausencia de ingresos pese a sus labores hace que no puedan ni volver a sus casas ni llamar a sus familiares para denunciar los malos tratos a los que se les está sometiendo, tal y como denuncian varias organizaciones.
Es ahí donde cabe hablar de este concepto de ‘esclavitud moderna’. El cambio que pudo suponer la abolición del sistema del medievo no se ha visto plasmado en el día a día. El pasado mes de marzo se acusó a los organizadores del Mundial que los trabajadores migrantes en el estadio Al Bayt (cerca de Doha) acumulaban siete meses sin percibir salario alguno.
La empresa de construcción Catar Meta Coats es la que está a cargo del proyecto del mencionado estadio. Según Amnistía Internacional, muchos hombres llevan sin cobrar nada desde hace un año. Los propios trabajadores llevaron a la citada empresa a los tribunales en enero, pero todavía no han encontrado una solución a su complicada situación.
Aquellos que no han aceptado ciertas condiciones esclavistas y han alzado la voz se encuentran ahora en riesgo: viviendo en Catar, pero sin permisos de residencia, estos permisos a sus vez se adquieren consiguiendo un trabajo y de pillarles sin él se enfrentan desde a multas hasta el ingreso en una cárcel.
No alcanzamos a imaginar una abominación moral mayor que la muerte de miles de personas para que un país tan brutalizado como Qatar pueda dulcificar su imagen ante el mundo. La actitud de Occidente, entre tanto, respondería al concepto de estructura perversa. O lo que es lo mismo, soliviantarse por la muerte de un afroamericano a manos de un policía blanco e ignorar la de miles de inmigrantes asiáticos a manos de las muy islámicas autoridades de Qatar.
¿Merece la pena tanto dolor y sufrimiento para que un puñado de millonarios puedan jugar al fútbol y para que las organizaciones mafiosas vinculadas a la industria del fútbol (medios de comunicación incluidos) puedan hacer cajas millonarias?
Y además a ONU tan favorable al aborto…
Todo, absolutamente todo esto es tan repugnante que sin duda no quedará sin castigo. No sé qué hace falta para reaccionar y es urgente porque se está acabando el tiempo y no tardaremos en ver que se cumple el “llanto y crujir de dientes”·..