Todos nos vamos a quedar atrás
El Gobierno apuró hasta el viernes para enviar y presentar a Bruselas el nuevo cuadro macroeconómico. Durante semanas Calviño se ha resistido a revisar las previsiones que acompañan a los Presupuestos Generales del Estado 2022, a pesar de las revisiones que iban publicando los distintos organismos públicos y privados. Ha tardado tanto en hacerlo, que muy probablemente la caída del PIB prevista ahora en casi 3 puntos no pueda mantenerse mucho tiempo. De hecho, son numerosos los economistas que con un PIB creciendo apenas 3 décimas en el primer trimestre y las malas perspectivas que se otean en el horizonte, no se creen las cuentas del Gobierno y sitúan el crecimiento de 2022 más cerca del 3%. En todo caso, el propio cuadro dibuja un panorama desolador para la economía española en los próximos años. El PIB apenas crecerá un 2,4% en 2023 para ir bajando los años sucesivos hasta hacerlo un 1,8% en 2025. Pero, es que no sólo va perdiendo fuerza este indicador es que lo hacen todos menos el paro, que sorprendentemente mejora cada año. Ni la inversión, ni el consumo, ni las exportaciones ofrecen un mínimo para el optimismo. Resulta insultante que la vicepresidenta económica hablara al tiempo de “máxima prudencia” y de “senda de crecimiento sólida”. La idea parece seguir siendo tomarnos por idiotas y echarle la culpa al INE, a Putin y a quien sea. Nunca, claro, a su mala gestión.
El Gobierno lleva años alejado de la realidad, tomando medidas dañinas para las empresas y gastando como si no hubiera un mañana. Y piensa seguir haciéndolo. Mientras conocíamos estas pésimas previsiones, la responsable de Trabajo hablaba de volver a subir el SMI, el de Seguridad Social de que las pensiones se revisarán con el IPC o la de Hacienda con que, una vez que pase la bonificación a los carburantes, se equiparará el precio de gasolina y gasoil. Nada, por supuesto, de reducir el gasto público, absolutamente desbocado, o de bajar los impuestos como le está pidiendo la oposición.
Para nuestra desgracia, el Gobierno vive en una realidad paralela, “sometido” a la continua presión de sus socios de gobierno y de investidura y tomando decisiones erróneas que sólo ayudan, como se ve, a seguir cavando el agujero. Nos auguran cuatro años de sangre, sudor y lágrimas y no parece importarles. Sólo seguir gobernando hasta que Sánchez encuentre un buen retiro o desde algún lugar europeo les llamen al orden.