Cuneros
En política, como en todo, hay encajes más cuestionables que otros. En España, a veces, en todo tipo de elecciones, por conveniencia o necesidad, es habitual que determinados representantes sean integrados en candidaturas de circunscripciones provinciales en las que no residen ni frecuentan. Cuando se dan casos así, estos políticos suelen ser tildados de “cuneros” o “paracaidistas” y no es cosa de dónde han nacido, que no. De lo que se trata en de si estas personas viven en dónde acuden a obtener el apoyo de los ciudadanos, si tienen allí su vida y, por tanto, sabrán de qué hablan o si sólo será la comedia a representar durante unos días. A veces, los pretendientes a obtener el respaldo ciudadano sólo aparecen en la provincia con motivo de la campaña electoral y, una vez obtenida el acta, se ausentan de la misma de forma permanente. De este modo, si así se comportan, defraudarán a aquellos que en ellos confiaron y les dieron la bienvenida. Podrá criticarse más o menos, pero es perfectamente legal.
En esto de las claves de las candidaturas, pero en otros parámetros, también engañosos, está muy cercano el caso de Pablo Iglesias, que se presentó en las elecciones para la Asamblea de Madrid, encabezando a Unidas Podemos. A lo largo de la campaña fue abordado en repetidas ocasiones acerca de sus planes, en todo momento afirmó que iría a la Asamblea de Madrid a ejercer como Diputado Autonómico una vez elegido. Finalmente ni siquiera tomó posesión del escaño. Había ejercido de liebre, ya saben, esos atletas que sólo corren una parte de la carrera para marcar un determinado ritmo, pero que no llegan a la meta, aunque la diferencia es que éstos no ocultan su prevista actuación, no mienten.
En otros casos, hay políticos que, siendo diputados o senadores, incluyen sus nombres en posiciones adelantadas en candidaturas autonómicas, sin renunciar a su estatus nacional. Legalmente pueden hacerlo y sólo tendrán que renunciar a su condición de parlamentario nacional el día de la toma de posesión del cargo autonómico. Lo sorpresivo es que en incontables ocasiones, tras haber ejercido este papel de liebre o porque los resultados electorales no han sido tan positivos como querían, a la postre, no toman posesión y dejan la lista correr para el siguiente candidato, permaneciendo ellos en su puesto previo. Al final es un engaño, ello es lo reprochable, no otra cosa.
En todas estas situaciones suelen darse instantes chuscos o hasta cómicos. Ya que estos personajes, que acuden a actos públicos y medios de comunicación, han de mostrar un cierto conocimiento del ámbito territorial dónde han comprometido trabajar. En determinados momentos, estudiosos o bien asesorados, mostrarán acierto al referirse a cuestiones, espacios y problemas, pero en otros, por el contrario, fallarán estrepitosamente confundiendo nombres o hechos, dejando a las claras su natural desconocimiento de casi todo lo más cercano. Al final en democracia lo importante es el juicio de los electores, ellos habrán de saber lo que les parezca oportuno valorar para emitir su voto, eso sí, sin que nadie les mienta.