Feijóo, ¿otra bala de fogueo?
Feijoo ha visitado Cataluña y se ha reunido con los empresarios catalanes, perfecto. Se ha dirigido a ellos y ha sido aplaudido, según los medios, durante más segundos que el mismísimo Sánchez ¡Vaya! La pregunta es: ¿qué les ha dicho para que de repente el empresariado catalán se digne en aplaudirle con tanta efusividad? Vaya por delante que este empresariado es el mismo, en personas y en fines, que se enriqueció durante los anteriores gobiernos golpistas, independentistas y afines que pretenden romper lazos con España. Son los mismos del sector negocios de Convergencia, los mismos que aplaudieron como palmeros con barretina todas las tropelías, subterfugios y desmanes separatistas. ¿En serio cree don Alberto que va a domesticar al gato separatista haciéndoles el randebú? O dicho de otra manera menos suave: ¿pretende don Alberto entregar a VOX el voto de todos los catalanes que se sienten españoles y ejercen como tales? Si es así, lo mejor que podría hacer es decirlo claramente, y esperar a las próximas elecciones para comprobar en su propia piel si esta es la forma de llegar a ser presidente del gobierno de España. A no ser que cuente con los escaños de VOX, aunque aún no lo haya dicho de forma explícita.
Siguiendo con el empresariado catalán, a nadie se le oculta que estos sujetos son los mismos que aplaudieron y se enriquecieron bajo la mafia pujolesca, los mismos que “inauguraron” el puente aéreo para seguir haciendo negocios con el mercado cautivo que para ellos representaba el resto de España, obligando a los sucesivos gobiernos a poner trabas a los productos que pudiesen venir de otros países, o más baratos, o mejores. El nazional golpismo nunca hizo ascos al dinero procedente de los españoles, al mismo tiempo que nos consideraban inferiores.
Son los mismos que fueron en peregrinación a ver a su santo particular, el rey del mejillón Puigdemont, los mismos que aplaudieron a rabiar la proclamación de la fantasmal republiquita catalana, exactamente los mismos que pidieron la libertad para el lumpen golpista. ¿En serio don Alberto quiere hacer exactamente lo mismo que el fracasado Casado, el registrador Rajoy y la sabionda Soraya? ¡Vaya! ¿Para todo esto tanta parafernalia y tanto congreso?
Hasta aquí nada nuevo bajo el sol, si no fuera porque hubo un golpe de estado, referéndums a pares, estragos, incendios, ocupaciones de estaciones ferroviarias, aeropuertos, agresiones muy graves a la Guardia Civil y Policía Nacional, tumultos, barricadas, incendios de calles, bienes particulares arrasados, menosprecio e insultos al resto de españoles, a excepción de sus primos hermanos los nazionalistas vascongados, tan delicados, altos y guapos como ellos, los nazionalistas catalanes, y un largo etcétera de sucesos lamentables en un estado de derecho. Lo hemos visto tantas veces, que todo hace pensar que estamos en el siglo de la marmota, corregido y aumentado. Lo único que ha cambiado es que ahora en la Cataluña actual gobierna una especie de batiburrillo entre lumpen carcelario y los bastardos políticos que descienden del sátrapa Pujol, aderezado con la sempiterna presencia de las huestes de Illa, Iceta y demás santa compaña.
Toda esta mezcolanza de manobras son los mismos que desde hace decenios han aplaudido y alimentado a la hez del nazional golpismo catalán. ¿Qué ha cambiado para que el líder de la derecha sea tan bien acogido? No lo sabemos, la respuesta no la ha dado en sus titulares la misma prensa que dirigía a los CDR en su acoso a las fuerzas del orden público. Sorprendente y curioso, pero no por eso menos esperado.
¿Y que ha dicho Feijoo? El actual líder del PP ha dicho lo que al parecer es cuestión ineludible para ser tan aplaudido, “nacionalidad catalana” y a continuación su deseo de que Cataluña vuelva a ser la locomotora del estado, no de España. ¿Por qué tiene que ser siempre Cataluña la que tire del crecimiento y no otras regiones como Madrid, Andalucía o Castilla y León, o la que fuera? Si el pueblo catalán vota a estultos, borregos y bufones, ¿tiene que ser por fuerza cabeza de león cuando sólo hace merecimientos para ser cola de lombriz? En todo caso sería el problema de Cataluña y de los catalanes, no el del resto de regiones o comunidades autónomas, donde no se trata de imponer por la fuerza la manera de hablar, de pensar o hasta de miccionar. Estamos hartos de que sea Cataluña y la hez que les gobierna los que nos miren por encima del hombro, como si fueran lo que nunca fueron ni serán, gente de fiar.
Feijoo ha establecido meridianamente la dualidad Cataluña “estado”, dejando a España fuera de la ecuación. Si alguien lo duda que se ponga el audio del discurso. Mal empezamos. Algunos dirán que el concepto nacionalidad catalana viene en la Constitución, pues sí, lo mismo que región o comunidad autónoma, pero dijo lo que dijo, y como lo dijo. Sin embargo, obvió decir que la única nación indiscutible es sólo una: España. Si Feijoo pretende ser presidente con el voto mayoritario de los españoles, y quiere gobernar sólo y exclusivamente con sus votos, deberá convencer primero a sus votantes, y exhibir su fuerza con sus principios, que son los de todos sus votantes. Si no es así, que avise.
Si antes de ser elegido, Feijoo ahora mismo sólo es presidente de su partido, sin haber ganado ninguna elección a nivel nacional, ya empieza a doblar la cerviz, muy mal empezamos. Los derechos y las obligaciones de un catalán deben ser los mismos que los de un andaluz, castellano o asturiano, canario o extremeño, o gallego. Si no va a ser así, que lo diga también. Para engaños ya tenemos a Sánchez.
Si el PP actual, el de Feijoo, no va a dejar claro que va a priorizar los intereses nacionales, de España, y no los de otra supuesta “nación”, en realidad región, como lo es y siempre lo será Cataluña, que lo diga alto y claro. Una cosa es que en Andalucía gane Moreno Bonilla, o en Castilla y León lo haga Mañueco, o en Madrid Ayuso. El presidente del gobierno de España mirará y trabajará por la nación en general, no en abstracto como puede ser Cataluña. Los intereses de la nación española tienen que estar muy por encima de los regionales, como lo son los de Cataluña o las Provincias Vascongadas. Nadie es más que nadie, pero tampoco menos que los mismos nadies de siempre. La diferencia entre un partido nacional con los mismos postulados en todas partes y otro que antes de las elecciones ya empieza a postrarse de hinojos ante el lumpen carcelario nazionalista, no es el mejor bagaje para presentarse a unas elecciones generales tan graves como las que se avecinan, si es que al autócrata de la Moncloa le viene bien celebrarlas.
Si un líder que pretende ser presidente de España no tiene en cuenta que la Cataluña actual está gobernada por un conglomerado de nazis, golpistas, supremacistas, homófobos, genéticamente sectarios, cuyo único bagaje es ser hijo de tal o sobrino de cual, es que no ha entendido nada, o lo que es peor aún, pretende seguir el camino que sus anteriores presidentes de partido, que también lo fueron de España. Si no ha entendido aún que estos sujetos siempre han vivido de la misma monserga, de la misma patraña, del mismo embuste de la misma añagaza, la historia de Feijoo habrá terminado antes de empezarla. Señor Feijoo, deje usted que la ciudadanía catalana se haga mayor, y aprenda a discernir entre ser gobernada por inútiles y fracasados, o por otros partidos más serios y responsables como dice usted que es el suyo. Lo contrario es alimentar a la hidra golpista, y seguir repitiendo la historia interminable de lo chusco, lo soez y lo nauseabundo. O lo que es peor para usted y su partido, dejar todo el campo para que Santiago Abascal lo ocupe.
Gran parte del mal que aqueja a nuestra nación viene dado por el chantaje y la extorsión a la que nos vienen sometiendo toda esta calaña de inútiles, vagos y vividores de un cuento que se pierde en la noche más oscura de los tiempos. Perpetuar la monserga nazionalista cediéndoles lo que no les pertenece, es perder la guerra antes de haber dado la batalla. De siempre nos llamaron charnegos y maketos, a los que no hemos nacido en esas tribus sucias y malolientes. No se debe respetar al que no respeta, y esa escoria infecta nazionalista y supremacista nunca nos respetó, ni nos respeta ahora. Poner la otra mejilla no es opción; ponerles delante de sus morros la Constitución y un ejemplar del Código Penal para que lo cumplan a rajatabla, sí lo es.
No soy el único que se atreve a afirmar que, si llegado el caso, se les diera la oportunidad de irse de España, lo rechazarían. Esta especie de modorrus boviscun que pueblan esas latitudes son como una plaga que se caracterizan por su doblez. Los independentistas pueden ser de todo, de hecho, lo son, pero para nuestra desgracia lo único que no son es imbéciles. ¿Dónde iban a ir estos getas que más valgan? ¿Alguien en su sano juicio puede llegar a pensar que no iban a querer seguir agarrados como garrapatas a las ubres del presupuesto de los españoles? Se admiten apuestas. Nada de esto tenía que haber ocurrido si en el gobierno central hubiera habido presidentes, y no pestilentes.
En Cataluña hay decenas de asociaciones que están en primera fila defendiendo el derecho a ser, ejercer y sentirse españoles en su tierra, personas que día a día tienen que soportar insultos agresiones y amenazas por defender lo que quieren ser: catalanes en España, o españoles en Cataluña. ¿Es que tiene algo en contra de esas personas el señor Feijoo para no tener la deferencia de escucharlos y estar unos minutos con ellos? ¿Hace falta recordarle al señor Feijoo la representación que tiene su partido en esa región? O tal vez es tan exigua que lo único que le interesa es oír las futuras exigencias del empresariado catalán. Sea como sea, mal. Si sus asesores no lo han tenido en cuenta, peor. Estamos hartos de ver cómo los que dicen representarnos, cuando van a Cataluña nunca se reúnen con los que tienen el coraje de enfrentarse a la mafia golpista. Y cuando digo todos, me refiero a todos, sin excepción. Si ha sido el propio Feijoo el que no ha querido estar unos minutos con esos valientes, peor todavía. El que es dueño de su agenda no tiene disculpa alguna.
Ha pasado tanta agua por debajo del puente de la indignidad, que somos muchos los que ya ni siquiera nos quejamos. Lo único que podemos hacer es tomar nota, memorizarlo, y actuar en consecuencia. Habrá que recordar al señor Feijoo que los futuros votos en los que apoyaría su presidencia se los prestarían aquellos a los que no ha querido recibir, ¿o pretende ser votado despreciando a los españoles catalanes a los que pedirá su voto en cuanto lleguen las elecciones? No se puede afrontar el futuro, ni ilusionar al posible votante, ignorándole o esperando a ser votado a cambio de nada.
Por cierto, tampoco se puede ignorar al ciudadano que vota a VOX, al que se quiere captar para aglutinarle como futuro votante, discriminándole por estar circunstancialmente, o no, en otro partido. El voto es libre, y su único dueño es el ciudadano que lo ejerce. El voto hay que ganárselo a pulso, no especulando con él. El voto hay que sudarlo, siendo sincero y cabal, diciendo lo mismo allá donde se vaya. El voto de un albañil vale lo mismo que el de un señorito, por muchos másteres que tenga. El voto es sagrado, el voto se presta durante cuatro años, y si no lo cuidas, se te va por donde vino, camino de otro acomodo.
La derecha tiene un problema, el mismo problema de siempre: cuando no es hegemónica no sabe unir, no sabe juntar, sólo sabe exigir, nunca sabe aunar. A la derecha se la supone unos valores que la extrema izquierda nunca tuvo, quizá porque siempre estuvo manejada y engrasada por la internacional de turno. ¿Y que hace la derecha para solucionar el problema? Nada.
La derecha no pisa la calle, no habla con la gente, se limita a viajar en primera, con otros de su misma especie. No hace falta ser un lince para ver que las élites de la derecha desprecian a sus votantes, los ignora de cuatro en cuatro años. ¿Alguien ha visto a un obrero en las listas electorales? Y me refiero a un obrero con capacidad para hacer el mismo papel o mejor que un meritorio con posibles, cuyo único valor añadido es haberse apuntado a las juventudes de su partido cuando cumplió los dieciocho años. Tal cual. Lo mismo vale para la extrema izquierda socialista, y para la ultraizquierda chavista, también, aunque estos últimos me importan lo mismo que el bienestar de una chinche.
El carnet de un votante anónimo de a pie está en sus manos encallecidas, ese votante se conforma con muy poco: trabajo, seguridad y un futuro digno para sus hijos. Y su voto vale tanto como el de un profesional de la abogacía o el de cualquier profesión liberal. Pero lo único que siempre trasciende es la imagen del preboste del partido reunido con cuellos almidonados. Así no se consiguen adhesiones inquebrantables, como mucho llegas a ser un prestamista donde la gente normal empeña su voto durante el tiempo que dura una legislatura. Mientras la derecha siga entretenida en repartir bagatelas y canonjías entre sus aduladores, sólo podrán optar a que circunstancialmente se les vote por necesidad, pero nunca por convencimiento. No me equivoco al decir que los partidos actuales son agencias de colocación, donde no están los que más valen, sino los que mejor pasan la mano por el lomo de sus jefes.
La política de derechas es un coto cerrado en el que siempre cazan los mismos, aunque estos mismos sean incapaces de cambiar una bombilla, será porque tienen medios suficientes para que se la cambien otros. Esto vale para todos los partidos que dicen enarbolar una bandera, bandera que en algunos caos les viene muy grande. Con la derecha actual no veo forma de que se avengan a pactar, y mucho menos a gobernar. Ni a unirse bajo la misma empresa, sin abandonar sus siglas. Unos porque son incapaces de ver más allá de sus narices, y se piensan que ellos son los únicos elegidos, y los otros porque aún no han tenido la oportunidad de hacer lo que dicen que quieren hacer y esperan que esta vez la oportunidad de hacerlo caiga de su lado. España debería ser lo primero, pero no es así: lo primero es uno mismo, aunque ese mismo no valga para ello.
En los próximos meses veremos si mi pesimismo ha ganado como siempre, o mi sempiterna sonrisa se ha salido con la suya. Me encantaría equivocarme.
Estupendo artículo, muy bien expuesto y detallado. Enhorabuena señor Expósito