Sevilla Actualidad.

AD.- Dicen de Macarena Olona que es una mujer brillante. No negamos tal cosa, aunque lo que está demostrando en esta precampaña para las autonómicas andaluzas nos plantea algunas dudas. Suponemos que lo que hace Macarena estos días es ajustarse al guión que le ha escrito su equipo de campaña. Si tal cosa fuere, lo que tendría que hacer Macarena es despedirlos con cajas destempladas. A Macarena Olona le han inventado un personaje para estas andaluzas a base de una continua y ridícula sobreactuación. ¿Cómo alguien que dicen tan brillante se ha podido prestar al papel caricaturesco que está representando?

Como sostiene un analista, Vox se comporta como un partido sobreactuado y hortera. “No es ya lo que dicen, sino cómo lo dicen. Con esa profundidad mesiánica. Con ese arrastrar de sílabas. Con esa fractura entre lo que les preguntan y lo que responden. Por llevar la contraria, se apuntan a discursos imposibles, a conspiraciones que harían sonrojar a los suscriptores de El Caso, se victimizan de tal forma que a veces parecen estudiantes representando a Calixto y Melibea en una función escolar. Tan exagerados, tan histriónicos, tan a merced de unos votantes que les piden más circo que pan, y que les tienen atrapados en una espiral de afectación de la que van a tener complicado salir. Porque, por cierto, y ya lo vimos con Podemos, una cosa es decir y otra hacer. Y la derecha de la derecha, o ultraderecha o extrema derecha, o como ellos quieran eufemísticamente llamarse, ya están palpando el poder. De lo dicho en mítines encendidos a defender una ley en el Congreso habrá un trecho. Es el camino de la oposición bananera a la responsabilidad política. Ellos se creen preparados, por supuesto, como lo estaba Pablo Iglesias, y ahora tiene un podcast que ni tú ni yo escuchamos”.

Mientras el candidato Juanma Moreno habla de nuevos hospitales, avanza una línea de avales para pymes y autónomos, llama a regrasar a las empresas que tuvieron que huir por la presión fiscal de los socialistas y afirma que el objetivo es igualar fiscalmente a la comunidad andaluza con la de Madrid, Macarena Olona sigue con el lío de su empadronamiento salobreñero y llevando la sobreactuación al terreno del esperpentismo, como una primera vedette del farandulismo, que sí, que tendrá su público, pero ese público nunca será mayoritario. Como cuando dice que hay una conjura en su contra de todo quisque, o le ofrece a Moreno Bonilla el puesto de vicepresidente de la Junta. Ella lo mismo lanza seductores guiños desde la parte trasera  de un vehículo, como una “femme fatale”, que proclama sus intenciones limpiadoras para San Telmo, aunque luego tenga que escuchar a muchos de los suyos reprocharle que la escoba, lo que se dice la escoba, donde más falta hace es en las sedes provinciales del partido en Andalucía. De nuevo el analista: “De Andalucía se ha hablado poco estos años en el Congreso. Vox se ha acordado de mi tierra cuando han puesto las urnas a calentar. El populismo es así, desmemoriado y frívolo. Relamido. Cargado de regañinas y golpes en el pecho, pero sin rumbo, sin plan, sin objetivo, sin entidad. Cuanto más votos saque Vox, mejor; antes se les caerá el telón, ese que usaba el Mago de Oz para disimular que sólo son vulgares ciudadanos impostando la voz”.

Macarena de Merimée está dándole la razón a quienes la dibujan como una política sobrevalorada y repleta de contradicciones morales. Es por ello imperio que se quite el disfraz caricaturesco e intente ser ella misma. Que recorra las ciudades andaluzas, no apelando a victimismos ni frentismos, a enfrentamientos ni a odios, sino ofreciendo ilusión y esperanza. Por ejemplo, que con ella al frente de la Junta, habrá más trabajo y menos paro, más empresas y menos desahucios, más hospitales y menos listas de espera, más autónomos y menos rentistas, más ayudas a las familias y menos subvenciones a los sindicatos… Pero no. Macarena prefiere la sobreactuación y recorrer el camino de la crispación que ella cree como el más corto para alcanzar su objetivo. Se equivoca. Y se equivoca doblemente cuando se erige en garante de una tradición que en Andalucía no está amenazada. Andalucía sigue anclada en la tradición cultural y emotiva de un orden civilizado, donde no se discute ni se cuestiona lo que en la región natal de Olona ya ha desaparecido. Aquí las iglesias se abarrotan cada domingo, y en las calles resuenan los jipíos flamencos, los villancicos, las pastorales, las zambombas flamencas, las añejas panderetas, las saetas, las vivencias religiosas, el fervor a María, el humor indoloro, la tradición hecha fiesta. Por eso Andalucía es con diferencia la comunidad española que con más esmero defiende su identidad colectiva, sus señas de identidad propias, lejos, muy lejos, de procesos secesionistas y hechos diferenciales. Por eso Andalucía no necesita que se la salve salvo de salvadoras impostadas como Olona.

Cuando tantas veces se cubre a los andaluces de los peores tópicos, es justo reconocerles que no hayan sucumbido a la influencia de los enemigos de la fe cristiana ni a las perturbadoras infiltraciones de los marxistas culturales. Digo yo que algo ha tenido que ver el gobierno de Moreno Bonilla. Y también la influyente y portentosa gestión de alcaldes como Paco de la Torre, que han convertido Málaga en la provincia española que más incrementa su PIB.

No, Macarena, su catastrofismo bufo aquí no cuela. Aquí no están en riesgo las procesiones marianas, ni las multitudinarias romerías, ni el sabor a campo regado con manzanilla, ni el valor cultural de las dehesas, ni el sublime arte de la tauromaquia. Andalucía ya era así mucho antes de que usted la descubriera. Lo insólito es que aún no se haya dado cuenta y haya aceptado la caricaturización de un personaje que al natural, sin edulcorantes folclóricos ni patrioteros, hasta podría resultar atractivo.