China se prepara para enviar astronautas a la luna y poner en órbita su propia estación espacial
El paso atrás de la NASA con la jubilación de sus transbordadores y su giro hacia una política más austera en lo económico ha dejado el camino expedito a China. Tras décadas asistiendo como mero espectador a la carrera espacial entre la Unión Soviética-Rusia y EE UU, el gigante asiático ha despertado. Y, como en la Tierra, también está dispuesto a luchar por el liderazgo de la última frontera.
En 2003 China se convirtió en el tercer país en situar a tres ‘taikonautas’ –nombre que reciben sus astronautas- fuera de la atmósfera terrestre. Cinco años después, tres de ellos realizaban una caminata espacial. La evolución de su programa aeronautico, sustentado sobre un crecimiento económico continúo y que apenas se ha visto afectado por la crisis, sitúa a China como el gran rival de los norteamericanos en la pugna galáctica.
Mientras que EE UU comparte la Estación Internacional con otros países, China ultima los preparativos para poner en órbita su propia base espacial. La estación espacial china será una plataforma modesta en comparación con sus predecesoras. Pesará cerca de 60 toneladas (por 137 de la MIR y 419 de la ISS), con un habitáculo principal de 18 metros de largo y otros dos suplementarios de 14 metros. Su puesta en funcionamiento está prevista para 2020, justo cuando termine la vida útil de la Estación Internacional. El país asiático proyecta poner este mismo año en órbita un módulo del tamaño de un vagón de tren. En noviembre girará la vista también al Planeta Rojo con el lanzamiento de su primera sonda, la Yinghuo I, de exploración a este destino.
Pero el premio gordo para China no es otro que la Luna. Solo EE UU ha estado en el satélite terrestre y de su último alunizaje están a punto de cumplirse 40 años. Obama ya ha descartado un regreso próximo y aunque Rusia se ha mostrado interesada en clavar también su bandera sobre su superficie –en algunos medios se ha hablado incluso de establecer una base permanente aunque no se ha ofrecido ninguna fecha-, parece que China, por empeño y capacidad, será la primera en volver a poner el pie sobre ella. La llegada a la Luna tendría además un indudable valor simbólico para el aparato comunista. Tras siglos de verse humillada por las potencias europeas, China se convertiría de nuevo en el referente del mundo ante la decrepitud de Occidente. Es, además, imaginable el golpe que significaría para los estadounidenses contemplar las imágenes de un ‘taikonauta’ caminando sobre la superficie lunar, algo que podría ocurrir ya en 2020. Hace 50 años, Mao se lamentaba de que China no podía lanzar al espacio ni una patata, ahora se apresta a conquistarlo.
La inquietud de EE UU ante el avance chino no es un secreto. Según desveló la filtración de cables de Wikileaks el pasado febrero, Estados Unidos amenazó a China con tomar acciones en su contra si mantenía una carrera espacial de carácter militar y ofensivo. Ambos países ya han jugado a ver quién escupe más lejos destruyendo sendos satélites propios con misiles lanzados desde la Tierra para demostrar su capacidad de neutralizar las comunicaciones rivales.
India y Japón
La competencia asiática no se circunscribe solo a China. Aunque en menor medida, India y Japón han apostado también por el sector aeroespacial conscientes de que puede suponer una buena fuente de ingresos. El programa indio pasa por ser uno de los más eficientes en cuanto a la correlación de gasto y resultados. Entre sus logros se encuentra el haber lanzado ya una sonda a la Luna y pronto podría convertirse en el cuarto país en poner a sus astronautas en órbita. A su vez, el imperio del ‘Sol Naciente’ ha conseguido, entre otros éxitos, retornar a la Tierra una sonda tras tomar muestras de la superficie de un asteroide y mantiene idénticas ambiciones que sus vecinos en la exploración lunar. Ante tanta competencia solo resta por saber si la NASA podrá mantener el pulso.