Valores humanos
Antes de empezar a hablar de un concepto tan abstracto como son los “Valores”, de lo que tanto se queja la gente por cierto, de que dichos valores están ausentes en nuestro mundo, pues la sociedad suele quejarse de que ya no existen los valores; lo primero a lo que me veo obligado, es a tratar de definir qué y cuáles son los valores universales de nuestro mundo.
Los Valores Humanos son un conjunto de “virtudes” de una persona, que arraigados en su fuero interno, le dictan en todo momento qué es lo correcto y qué no lo es. Abarcan todos los aspectos existenciales: Éticos, Morales, Políticos, Económicos y Sociales, en los que el ser humano desarrolla su existencia.
Todos queremos “Educar en Valores” a nuestros hijos para que sean más bondadosos, honrados, honestos, sensibles, humildes, solidarios y respetuosos. Así, se habla de empatía, responsabilidad, respeto, compasión, perdón, gratitud, etc. Todo ello muy light para que pueda ser digerido superficialmente y sin compromiso por una sociedad anestesiada y embrutecida en el consumismo y el relativismo.
Pero hoy me gustaría darle a esta idea un enfoque diferente, que no nuevo, a fin de que no nos quedemos en ese “buenismo” tan hipócrita de nuestro tiempo, con frases más o menos ingeniosas que sólo son brindis al Sol.
Existen sólo tres Valores Naturales y un solo Valor Sobrenatural. Los naturales los tiene por voluntad propia todo el que lo desee. El cuarto valor, el sobrenatural es un don que no todos reciben, pero que se puede buscar y en muchos casos ser encontrado.
EL AMOR
El primero de los valores, y tal vez el más poderoso. Es tan fuerte este valor que con sólo él, los demás son casi innecesarios. El amor rige todo nuestro universo personal y nos conecta con el resto del Universo. El amor es la fuerza que nos empuja a hacer el bien. Una de las cualidades del amor es permitirnos diferenciar perfectamente lo que está bien de lo que está mal, justo lo contrario del relativismo. Como también es una fuerza (causa capaz de generar un movimiento), nos induce de modo irresistible a hacer el bien a todo y a todos. Es decir, nos empuja a reconocernos como sujetos interdependientes los unos de los otros. Valores derivados del amor serían por ejemplo la Amistad, la Solidaridad, el Respeto y la Lealtad, obviamente no solo a nosotros mismos, sino sobre todo a las demás personas.
Fatalmente el Amor, como valor verdadero que es, posee su correspondiente antivalor: el Odio, que es una pulsión profunda de repulsa hacia alguien, que provoca un deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia.
Entre el Amor y el Odio hay una delgada línea roja que los separa y que puede ser cruzada; por ejemplo, en aquellos matrimonios que se han amado profundamente y que en un momento dado pasan a rechazarse, con la misma intensidad con la que antes se habían querido. Es el principio de acción / reacción. Una energía como es el amor no puede ser destruida, sólo transformarse, y en este caso, se transforma en la energía contraria, de igual intensidad, pero en sentido opuesto. Eso pasa con la Energía de las Ciencias Físicas, que no puede destruirse, sino tan solo transformarse. Lo mismo pasa con la Energía Moral, así el Amor se puede transformar en Odio.
LA VERDAD
El segundo Valor Natural es la Verdad, que es una fuerza que nos empuja en todo momento a mantener la “Veracidad” en nuestras palabras, pero también en nuestras acciones. Lo crucial de esta idea está en que la Verdad es el pilar básico en el que se sustenta nuestra “Confianza en la Sociedad” en que vivimos. Si no hay verdad, no puede haber confianza, y nuestra vida pasa a ser algo terrorífico, pues sin confianza, todo el mundo se convierte en un enemigo potencial.
Lo mismo que en el caso anterior, existe un antivalor para la Verdad: la Mentira. Es la mentira un antivalor porque fomenta la desconfianza, y anula la honestidad, la honradez y la veracidad; así pues, la mentira destruye las relaciones humanas y sociales. Una nota graciosa que atribuyo a un antiguo profesor de Religión Católica: “es el ombligo el que marca la diferencia entre honrado y honesto: pues honrado es el que no peca de ombligo para arriba y honesto el que no peca de ombligo para abajo”. Qué gracia ver a políticos de ínfima formación asegurando que ellos son muy honestos, lo cual no deja de ser cierto a pesar de haber sido pillados robando. Quiero decir que los felicito por ser honestos y que no traicionen a sus esposas, pero de lo que se hablaba era de ser honrados, es decir no ser unos mangantes. Como se ve honrado y honesto no es lo mismo y se puede ser honesto sin ser honrado. Es posible que alguno no sea nada de las dos cosas.
LA JUSTICIA
El tercer Valor Natural es la Justicia. Se trata de una fuerza interior que empuja a cada uno de nosotros a dar a cada uno lo que merece. No es Justicia dar a todos lo mismo, porque hay quien merece premio y quienes merecen palos.
Los que somos padres no solemos ser justos con nuestros hijos, porque no les damos más a los hijos mejores, sino a los hijos que por haber sido malos, son los que más nos necesitan. Pero es que el amor nos convierte en malos jueces. Creo que humildemente como padres/jueces, debiéramos pedir perdón muchos de nosotros.
La Injusticia como antivalor es una grave falta al bien común y al equilibrio del mundo. La injusticia niega la recompensa a quienes la merecen y castiga a los inocentes sin ningún motivo. La injusticia premia a los malhechores y los deja impunes. Me viene a la cabeza el caso de aquel profesor que daba aprobado general en un examen. Los malos estudiantes se ponían todos muy contentos. Pero la injusticia se la hacía a los que sí estudiaron mucho, pues todo su esfuerzo es como si se lo hubiera robado este maestro insensato, y a partir de ahora ¿quién querrá estudiar?
LA FE
El cuarto Valor es Sobrenatural. La Fe es una fuerza que nos persuade a creer en Dios, sin necesidad de tener evidencias que demuestren su existencia. Fe es creer sin ver. Por tanto implica Lealtad y Fidelidad. No se nace con Fe, sino que es un Don que administra Dios mismo a través del Espíritu Santo. Podemos tener Fe en un momento dado y sufrir más adelante una “crisis de Fe” y perderla. A partir de ahí podremos recuperarla o no, según la busquemos.
El antivalor que corresponde a la Fe es la Increencia. La Increencia es una falta de creencias religiosas, que no niega categóricamente la existencia de Dios, lo único a lo que alude es a la falta de Fe, y por eso se la llama “Ateísmo débil”.
Frente a ello, el “Ateísmo fuerte” no cree en nada y lo niega todo, es decir, niega la existencia de Dios mismo. Como curiosidad, el demonio Satán no niega la existencia de Dios; Satanás no es un imbécil. No puede hacerlo porque él conoce a Dios en persona, luchó contra Él y fue derrotado. Por eso los ateos fuertes son más satánicos que Satán, ya que hacen algo a lo que ni su amo se atreve. Es como ser más papista que el Papa, pero por el lado siniestro, naturalmente.