El Supremo resuelve que grabar una conversación a escondidas no es ilícito ni tampoco una falta de respeto
El Tribunal Supremo (TS) ha resuelto que grabar a escondidas una conversación no es ni un acto ilícito ni una falta de respeto hacia la otra persona y ha retirado una sanción de la Guardia Civil, confirmada por el Tribunal Militar Central, a un sargento de la Benemérita por grabar un encuentro con un superior, aunque los magistrados no entran a valorar qué pasaría si el contenido grabado hubiera sido difundido.
Así lo establece, en una sentencia del pasado 6 de julio, la Sala de lo Militar del Supremo, que estima el recurso del guardia civil y le anula la sanción, de cinco días de suspensión de funciones, al considerar que “grabar una conversación por uno de los partícipes en ella no puede por sí sólo considerarse un acto ilícito”.
En la sentencia, recogida por Europa Press, los magistrados del TS explican que si a uno de los presentes en una conversación le da por grabarla “no es algo que pueda considerarse una falta de respeto, pues se pude respetar al interlocutor y, a pesar de ello, grabar la conversación”. “Ni por ello se le hace de menos ni se falta gravemente a la cortesía con el interlocutor”, apostillan.
No obstante, el Supremo matiza que “cuestión distinta” sería la difusión de la conversación grabada, algo que en este caso concreto la Sala no analiza porque “ese hecho no es el que aquí se plantea”.
Ocultó la grabadora en el bolsillo de la camisa
Los hechos se remontan al 7 de febrero de 2020, sobre las nueve de la noche, durante un encuentro del sargento con un capitán jefe de la Compañía de Pamplona en el cuartel de Beriain (Navarra), al que se unió un teniente, para esclarecer una incidencia de servicio.
El sargento grabó ese encuentro “sin autorización ni conocimiento” de “ninguno” de los presentes con un aparato que tenía en el interior de un bolsillo de su camisa. La conversación “versaba exclusivamente sobre asuntos del servicio”, explica la sentencia.
Pero mientras hablaban un “sonido extraño de tipo mecánico” puso en alerta a sus interlocutores, quienes, “desconcertados”, se pusieron a buscar de dónde venía. El sargento reaccionó sacando la grabadora y admitiendo, en estado de “nerviosismo”, que estaba grabando, dijo, porque no le iban las cosas bien en su trabajo.
El capitán se lo afeó y le avisó de que lo que había hecho suponía una falta de respeto y una deslealtad, a lo que el sargento respondió pidiéndole perdón, tanto a él como al teniente. Luego les expresó que su conducta fue por “haber seguido un mal consejo”.
Recurrió el sargento sancionado al Supremo, argumentando que él no ha grabado nada, que nadie ha escuchado la supuesta grabación y que el ruido se produjo al pulsar el botón de la grabadora.