Pedro Sánchez es el mayor corrupto de la política española contemporánea
La nueva ley de Memoria Democrática es pura corrupción porque premial y estimula el mal. La mentira, la opacidad, el engaño, la arrogancia, el reparto arbitrario de los recursos, el estímulo a la división, el uso del miedo, la promoción del rencor, el endeudamiento alocado, el despilfarro y otros dramas típicos del sanchismo, además de maldad son pura corrupción.
La corrupción es el mal uso que hace un funcionario, servidor público o cargo del Estado de su autoridad y de los recursos y derechos que se le confían.
Lo probable es que Pedro Sánchez, cuando abandone el poder, se convierta en multimillonario, como ha ocurrido con sus predecesores socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Pero imaginemos por un instante que Pedro Sánchez se marche del poder sin haber robado un sólo euro de las arcas públicas. Aún así, él seria el más corrupto de los presidente de gobierno españoles desde la muerte de Franco, con gran diferencia sobre los demás.
La gente cree que el robo de dinero público es la peor de las corrupciones, pero se equivoca porque es de las más leves y menos dañinas. Hay otras formas de corrupciones peores y más destructivas y repugnantes, como mentir, engañar, despilfarrar, comprar votos con dinero público, silenciar la verdad, comprar medios y periodistas con el dinero de los ciudadanos, endeudarse de manera loca, repartir los recursos de manera arbitraria, controlar el poder judicial, repartir subvenciones de manera sucia, beneficiar a los amigos y aliados del poder, marginar y perjudicar a los adversarios, acosar y hacer la vida imposible a los críticos, asesinar la democracia, engordar el Estado hasta que sea incosteable, despojar a España de prestigio internacional, acabar con las clases medias, comprar poder votos y voluntades con el dinero público y un larguísimo etcétera que incluye atentados, golpes y patadas a las instituciones, a los valores, a la ecuanimidad y a la decencia.
Todos esos capítulos de la peor corrupción y otros que no conocemos porque él ha sabido ocultarlos los ha convertido Pedro Sánchez en signos de identidad de su mandato, lo que le convierte en el más corrupto de los mandatarios españoles desde el rey felón Fernando VII.
Es difícil imaginar un tipo de corrupción que no haya sido practicada por Pedro Sánchez y sus socios de gobierno, que han inundado el país de lodo sucio e inmundicias, desde impuestos abusivos a destrucción de las clases medias, despilfarro, ostentación, arrogancia y apuñalamiento de la democracia y de los valores principales que hacen fuerte a una nación. Ha permitido la entrada de inmigrantes sin control alguno, ha llenado las calles de España de inseguridad, ha alimentado la pobreza, ha castigado a los que producen y trabajan, ha protegido a delincuentes como los okupas, ha indultado a golpistas que nunca se han arrepentido, ha beneficiado a criminales etarras encarcelados, ha despreciado a las víctimas del terrorismo y ha mentido tanto que ha convertido la nación en una pocilga donde la verdad es sacrificada a diario.
Todo eso es corrupción en estado puro, mucho más grave que el robo y mucho más dañina porque el robo se soluciona devolviendo el dinero sustraído, pero el envilecimiento de una nación y el asesinato de la esperanza y las ilusiones no tienen remedio.
Sus fechorías han convertido a España en un país arruinado, problemático y poco fiable para sus aliados, que han dejado de invitar a su gobierno a los grandes foros y reuniones donde se decide el destino del mundo. Los servicios de inteligencia españoles no reciben ya la información sensible que necesitan porque sus aliados no se fían de España, el único país de la OTAN que tiene a comunistas sentados en el Consejo de gobierno.
El gran pecado del sanchismo es que ha alimentado, engordado y acelerado la degradación y la decadencia de nuestra nación, convirtiéndola en uno de los grandes problemas de Europa. Ese empujón dado por Sánchez hacia el abismo es corrupto y es especialmente grave porque no hace mucho España era un modelo de crecimiento y de fe en la democracia para todo el mundo occidental.
Gracias al terrible sanchismo corrompido, España es hoy el país donde los políticos y los ciudadanos están más divorciados y en el que el foso que separa a administradores y administrados es más ancho y profundo. El divorcio se ha hecho tan profundo y denso que el viejo rechazo a los políticos se ha transformado en odio.
Sánchez es más un gran corrupto que cualquier otra cosa, más incluso que un psicópata, un totalitario oculto o un enemigo de la democracia y de España, La corrupción sanchista, de la que apenas se conoce el 10 por ciento de su volumen total, nos llenará de vergüenza a muchas generaciones de españoles el día en que sea desvelada por entero.