El Madrid pasa por encima del Eintracht para levantar su quinta Supercopa de Europa
El Real Madrid puso en Helsinki la primera piedra en el camino hacia el ambicionado, aunque complicadísimo, sextete. Los blancos, que siguen envueltos en un perenne estado de felicidad, doblegaron al Eintracht con goles de Alaba y de Benzema para estrenar la temporada levantando su quinta Supercopa de Europa y colocarse así a la altura de Milán y Barça, los otros plusmarquistas de la competición que mide a los campeones de la Champions y de la Europa League.
Las águilas ofrecieron resistencia durante la primera media hora en tierras nórdicas, pero acabaron siendo reducidas a la nada por el aplomo, la clase y la tremenda jerarquía del rey del continente, cuya fiabilidad en las finales raya lo extraordinario. De las 18 últimas que ha disputado, ha salido victorioso en 16. En ese lapso, solo el Atlético, en la Copa del Rey de 2013 y en la Supercopa de Europa de 2018, ha sido capaz de rebelarse ante su dominio hegemónico en este tipo de citas sin red.
Fiel a sus principios, Carlo Ancelotti repitió el once que conquistó la Decimocuarta en París para encarar a un Eintracht que compareció en Helsinki sin dos de los baluartes sobre los que cimentó su asalto al trono de la Europa League tres meses atrás: el central Martin Hinteregger, retirado de forma prematura, y el carrilero Filip Kostic, atado por la Juventus. El austríaco era la clave de bóveda del engranaje defensivo de las águilas y el serbio engrasaba el frente ofensivo con su profundidad por el flanco izquierdo.
La pérdida de esos dos puntales ha debilitado al conjunto de Fráncfort del Meno, bajo sospecha tras el repaso que le dio el Bayern en el descorche de la Bundesliga. Pese a ello, avisó primero en la capital de Finlandia. Una pérdida de Mendy desató un ataque eléctrico culminado por Kamada pero abortado por Courtois, un seguro a todo riesgo al que el verano no ha despojado de la capa de héroe con la que abrigó la decimocuarta ‘orejona’ del Real Madrid. Fueron fuegos de artificio, porque no se hizo esperar la réplica del equipo de Ancelotti. Percutió Valverde con una fuerza descomunal para habilitar a Benzema, que, generoso, cedió a Vinicius. El remate del carioca superó a Trapp, pero no a Tuta, que salvó bajo palos.
Eran los albores de una temporada que llevará a los futbolistas al límite de su resistencia, pero no lo parecía a tenor del ritmo. Aleccionado por la sonrojante goleada del Bayern, Oliver Glasner protegió a su equipo bajando el bloque, pero sin renunciar a esa centelleante activación tras robo que devolvió al brillo en Europa al conjunto germano la campaña anterior. La condición de favorito del Real Madrid restaba además presión al Eintracht, valiente y ordenado a la hora de contener a la santísima trinidad de mediocentros de Ancelotti en esa media hora inicial que acabó siendo un espejismo.
Imperial Casemiro
Dentro del plan de Glasner había dos argumentos discordantes: la potencia de Valverde y la velocidad de Vinicius. Suficientes, en cualquier caso, para que el muro teutón se desmoronase. De una fulgurante cabalgada de Vinicius que recordó mucho a la que sirvió para frenar al Manchester City el pasado curso en el Etihad nació el córner que permitió abrir el marcador al catorce veces monarca de Europa. Sirvió Kroos con la precisión a que acostumbra, Benzema tiró de pértiga, Casemiro prolongó y Alaba embocó a placer para rotular su cuarto tanto con la zamarra del Real Madrid. Los blancos se habían soltado las cadenas.
Con el resultado a favor, el Real Madrid se dedicó a hechizar al Eintracht a través de su fútbol de etiqueta. Con el triángulo de las Bermudas marcando ya el compás, Vinicius dispuso de una buena ocasión para agrandar la brecha, aunque Trapp salvó con una pizca de fortuna. Acudió Glasner a la calidad de Götze y la pujanza de Kolo Muani para intentar contener la marea blanca, pero la crecida continuó. Casemiro, soberbio en labores defensivas y que acabó siendo elegido con toda justicia como mejor jugador de un encuentro en el que ofreció un auténtico recital, reventó la bola contra el travesaño tras un zurriagazo desde la frontal del área que buscaba finiquitar el pleito.
Para entonces Modric dirigía la orquesta, mientras que Vinicius y Benzema sembraban el pavor con sus movimientos. De esa conexión letal entre el brasileño y el francés brotaría el tanto que abrochaba el partido y permitía al ‘9’ escribir otra página para la leyenda al superar a Raúl González Blanco como el segundo máximo artillero en la historia del Real Madrid. 324 dianas jalonan ya la trayectoria como madridista del próximo Balón de Oro y, desde la marcha de Marcelo, primer capitán de los blancos. Una condición que le permitió levantar su 23 trofeo desde que aterrizó en Chamartín, los mismos que Paco Gento. Impecable como figura referencial de una escuadra que no parece tener freno.