AD.- Has demostrado, Macarena Olona, que eres un océano de contradicciones y en ocasiones una mentirosa compulsiva. Pero muchos, incluido nosotros, estábamos dispuestos a hacer tabla rasa y olvidar tus muchos deslices, siempre que fueses capaz de liderar un proyecto político sin los múltiples errores que han desdibujado a Vox hasta convertirlo en una fuerza política que va camino de ser puramente testimonial.

Sin embargo, desde que anunciaste tu marcha de la política y tu reincorporación a la función pública, no has dejado de dar muestras de un atolondramiento bastante pueril y absurdo. De entrada, si tus planes a corto plazo no pasan por poner en marcha el por muchos anhelado nuevo partido, ¿entonces qué sentido tiene la ‘tournée’ que estás protagonizando por algunas universidades españolas?

Tampoco logramos entender qué haces de la mano del prominente masón Mario Conde presentando libros en entidades de dudosa naturaleza. ¿Crees que podemos dibujar un horizonte mejor para España a través de un proyecto liderado por alguien que posa en aparente estado de éxtasis con quien fue condenado por delitos de estafa y apropiación indebida en el caso Banesto? La verdad es que no logramos entenderte, Macarena. En las redes sociales, los ‘hooligans’ de Vox (debe suponerse que teledirigidos), te pintan como una chiflada. No suscribiremos tal cosa en esta ocasión, pero sí que te estás conduciendo como una persona extremadamente inmadura, cuyo problema vital se reduce a que no sabes aún lo que quieres. De pronto, incubas en la gente que te sigue la esperanza de una nueva alternancia política, para a continuación desdecirte y anunciar lo contrario. Esa ambigüedad (no sabemos si calculada) es lo que siempre hemos reprochado a los representantes de la casta política.

Así que si lo que pretendes es permanecer en el limbo político, manteniéndote no obstante en el candelero mediático, hasta decidir lo que posiblemente ni tú tienes claro, entonces te estás equivocando de plano y corres el riego de que, pasado un cierto tiempo, hasta tus más incondicionales dejen de respetarte y de seguirte. ¿O crees que podrás mantener viva mucho tiempo la curiosidad que hoy ejerces en un sector ampliamente minoritario de la derecha española? Si lo que muchos esperan de ti no se convierte pronto en algo operativo, entonces el personaje que has construido terminará diluyéndose como un azucarillo en un vaso de agua. Pasado un cierto tiempo, la gente que políticamente te sigue tomando en serio, se habrá olvidado de ti y tendrás que hacer frente al dilema de qué hacer con tu vida. ¿O piensas seguir prorrogando sine die tu reincorporación a la Abogacía del Estado sin que alcances a hacer nada provechoso para el país que dices querer tanto?

Afirmas ahora que tomarás la decisión después de las municipales de mayo del 2023… ¡y te quedas tan ancha! Estás actuando como esas personas que cobardemente estiran el plazo para evitar hacer frente a determinados riesgos. ¿Crees que tus actuales apoyos esperarán tanto tiempo? Y si tras las elecciones locales y autonómicas decides al fin dar el paso, ¿cómo lograrás que, en apenas tres meses, hasta las generales también del próximo año, te dé tiempo a montar una mínima estructura política y organizativa en todo el territorio nacional, y que esté lista para las elecciones? ¿O acaso crees que lograrás mantener a flote tu actual notoriedad hasta los comicios del 2027? Una inconsistencia tras otra, Macarena, salvo que lo que pretendas no sea otra cosa que crear un engendro político de última hora, al estilo de Más Madrid, que te dé para un escañito en el Congreso por Madrid. Si es eso lo que te propones, entonces háblale claro a toda esa buena gente que hoy (erróneamente o no) ve en ti una respuesta emocional a la deserción de la cúpula de Vox de los valores que había jurado defender y su traición a los cientos de afiliados que, en cada rincón de España, han trabajado para que el partido de Abascal llegara donde está.

Si no piensas hacer nada que pueda considerarse meritorio para España en el ámbito político, entonces debes volver a tu antiguo puesto de abogada del estado. Si por el contrario son ciertas tus afirmaciones en ‘petit comité’ en favor de liderar tu propio espacio político, si eres capaz de dar ese paso sin sucumbir al miedo escénico, en ese caso es imperio que des por concluido este circo que has montado y comiences a trabajar con seriedad, rigor, disciplina y profesionalidad.

Si prefieres ser la protagonista de la crónica chusca que te dibuja como una persona delirante, capaz de sostener dos cosas diametralmente distintas en menos de 12 horas, entonces el recuerdo de una diputada juiciosa y brillante que un día fuiste, devendrá en un pétalo más del amplísimo ramillete de esperpentos nacionales. El problema es que la condición de princesa del pueblo ya lo usufructúa Belén Esteban.