Reflexiones sobre la Iglesia (I)
Javier Cordero Aparicio.- Vivimos un momento muy difícil que para muchas personas de mi generación –tengo 68 años- nos cuesta entender lo que está pasando. Destacaría que coexistimos en un mundo donde prevalece la cultura materialista; del culto a la marca, al lujo y al dinero; somos una sociedad adormecida acostumbrada, gran parte de ella, al subsidio que la invita al mínimo esfuerzo; también adolece de la falta de compromiso y es sobre todo, una sociedad ausente de fe.
Asimismo es un mundo del que podemos pasar aquellos que nuestros primeros juegos en la calle eran compartiendo con los amigos una pelota y no balón, u organizando una carrera ciclista, pero no con bicicletas, sino con unas simples chapas. Era, nuestra niñez, una época de hambre de cosas “ricas”, ya que nuestros padres tenían que alimentar, en la mayoría de los casos y con un corto sueldo, a familias numerosas. En mi caso, por ejemplo, conocí el salchichón en casa de un amigo un día cuando su madre nos preparó la merienda. Era una época en la que, de alguna manera, había que sobrevivir por ti mismo. Nadie te ayudaba a superar los complejos, entre otras cosas porque no los publicitabas. El psicólogo no existía, era tu padre, tu madre, o ambos, o algún profesor, que arreglaban tus suspensos o travesuras con un capón, cuando no era con una bofetada, acompañado siempre de la frase “…es para que te hagas un hombre de provecho”.
Pero también estamos en un momento de ausencia de principios éticos y morales en gran parte de la sociedad, lo que es muy grave cuando se tiene responsabilidades de poder. La mentira sin rubor y el nepotismo, están a la orden del día. Nadie se corta un pelo. Al menos yo lo percibo entre la mayoría de personas, con supuesta vocación de servicio público, que ejercen, ya sea la política –sin distinción de partidos-, la judicatura, la comunicación etc.; donde hay carencia absoluta de ideas propias y si las hubiera, cobardemente las callan, ya que están obligados a seguir los dictados de la secta. El salario manda.
En estas llamemos reflexiones, a continuación expuestas, se puede observar que trato temas muy diferentes entre sí, pero todos relacionados con la Iglesia Católica, a la que me veo obligado a cuestionar en varios asuntos de los que voy teniendo cierto conocimiento. Reparo que hoy se está más a la adoración a la madre tierra y al cambio climático que a la palabra de Cristo y creo que su cabeza, el Papa Francisco, es el principal responsable de que no sepan dirigir a los fieles el mensaje de salvación, precisamente por no abundar la fe entre sus principales miembros. Decir también que puede ser que esté equivocado en mis juicios, ojalá sea así, y que la palabra de Cristo “Como juzguéis seréis juzgados” se me aplique con cierta magnanimidad.
No tengo ninguna duda que nuestra Iglesia ya está absolutamente dividida y por tanto habrá que tomar partido.
Vamos camino del cisma, tal como vaticinó Benedicto XVI, entre una Iglesia minúscula, similar a la de la primera época cristiana, frente a otra más numerosa que ya dirige hoy el Papa Francisco y que sigue los dictados progresistas que ya imperan en casi toda América Latina.
Si eres hombre de fe y eliges la primera opción, no te olvides que debes irte preparando para ser insultado, desacreditado y quizás, hasta en un futuro perseguido. Serás etiquetado y tachado de ultraconservador, como ya se acusa desde la progresía mediática a los cardenales herederos de la Iglesia que representaban Juan Pablo II y Benedicto XVI; el alemán Gerhard Müller, el norteamericano Raymond Burke y el italiano Carlo María Viganò, que lideran en la actualidad la auténtica oposición doctrinal hacia el Papa Francisco. En España son sus seguidores los obispos José Ignacio Munilla y Juan Antonio Reig Pla.
Hace pocas fechas en un congreso celebrado en el CEU el cardenal Müller declaraba:
“Los temas centrales de la Iglesia no deberían ser el cambio climático, la protección del medio ambiente, la política migratoria, los puestos de poder para los laicos, sino el Evangelio de Jesús”
“El Concilio Vaticano II fue la chispa para la ruptura de la Iglesia”
“la Iglesia no es un programa para establecer una sociedad liberal capitalista o social-comunista, ni para crear un nuevo orden mundial en 2030”
Si por el contrario te posicionas con “la pachamama” y con la Iglesia que se ha dejado el brazo torcer, que representa el Papa Francisco, posiblemente no serás insultado ni desacreditado, ya que eres un pseudocatólico muy poco peligroso para los diferentes y dispares grupos de poder que buscan el fin de la doctrina de Cristo y todo lo que arrastra tras de sí. Hoy sabemos que la ONU y entes similares, junto a gobiernos de muchos países, la Sociedad Abierta de Soros, fundaciones supuestamente filantrópicas como las de Gates, la masonería y el comunismo, buscan todo el mismo fin, que no es otro que desaparezca la figura y doctrina de Cristo de la faz de la tierra. Ya nadie te puede acusar de conspiranoico por afirmar lo anterior. Es de una obviedad aplastante.
Totalmente de acuerdo. El Señor ha de intervenir en la historia de forma extraordinaria. Cada vez lo anhelamos más.
Don Javier, pienso, exactamente, lo mismo que usted.
Y creo en Dios…, a pesar de la Iglesia actual.
Excelente artículo, que comparto totalmente, de la a a la z.