China y el COVID cero
El sistema dominante chino utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales a criterio de anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas por el Politburó local.
Dichas técnicas habrían modelado el encefalograma plano de la sociedad china actual, conciencia acrítica favorecida por la asfixiante censura ejercida por el gobierno en Internet que, aunado con el finiquito del código deontológico periodístico, habrían convertido a los medios masivos de comunicación en una mera correa de transmisión de los postulados del Partido Comunista.
El pensamiento del Gran Líder, Xi Jinping, sería rígido e incorregible; ello lo compele a no tener en cuenta las razones contrarias, y tan sólo recogería datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción. Finalmente, plasmaría el resultado en la imposición de una censura total en las informaciones sobre el coronavirus en Internet y aunado con la implementación del cortafuegos (firewalls) y el descomunal despliegue de cámaras de vigilancia con inteligencia artificial para el reconocimiento facial de personas incluso con mascarillas (200 millones de cámaras). Estas herramientas, junto al empleo de drones-policía, habrían convertido ya a China en el Big Brother que controla en tiempo real a todos los ciudadanos.
¿Es posible un Mayo del 68 en China?
La autocracia sería una forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado. lo que confirma el aforismo de Lord Acton: “El Poder tiende a corromper, mientras que el Poder absoluto corrompe absolutamente”. La autocracia sería, pues, una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder) basadas en el control absoluto de los medios de comunicación y la censura y desprestigio social de los individuos refractarios al mensaje del líder supremo.
Tras ser nominado de nuevo Xi Jinping como secretario general en el XX Congreso Quinquenal del Partido Comunista de China (PCCh) para perpetuarse en el poder por otros cinco años en lo que sería su tercer mandato consecutivo asistimos a la implementación de la dinastía Jinping en la historia china.
Sin embargo, el nuevo emperador chino tendrá como espada de Damocles la irrupción de la variante ómicron y siguiendo la doctrina vigente del cero-COVID, procederá al confinamiento masivo de grandes ciudades como Shanghai, con potencial para dar lugar a una marcada contracción del PBI para 2022 hasta quedar, de acuerdo al Banco Mundial, en el 5,2%, la más baja de la última década.
Asimismo, no es descartable la explosión de la burbuja inmobiliaria, simbolizada en el posible crash financiero del gigante inmobiliario Evergrande, tras no poder asumir éste los pagos de una deuda estratosférica estimada en 250 mil millones de dólares, y que tendría como efectos colaterales un sacudón bursátil, quiebras en cadena, así como conflictos sociales -al no recibir las familias su vivienda. Igualmente, el conflicto entre Ucrania y Rusia añadirá otro elemento perturbador en forma de escasez de granos, pues China importa de Ucrania más del 30 % de su importaciones de maíz, girasol y cebada lo que podría generar disrupción en el mercado del aceite, la harina y el pienso.
El aumento de las tasas de paro debido a la contracción de las economías tractoras occidentales y a la salida de empresas a Vietnam debido a los costes salariales aunado con el descontento social por el endurecimiento de los confinamientos para lograr el cero- Covid, podría favorecer la aparición de un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica y sustentado en valores como la indignación colectiva ante los confinamientos masivos y que bajo el lema “prohibido prohibir” generará un tsunami popular de denuncia de la corrupción política y moral de la actual élite dominante comunista.
Asimismo, instaurará el caos constructivo que logrará diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo) y provocará la necesaria metanoia, de la que nacerá un nuevo individuo dispuesto a quebrantar las normas y leyes impuestas por el establishment comunista. En tal sentido, no sería descartable la gestación de un Mayo del ’68 chino que forzará al Politburó a la adopción de medidas políticas aperturistas para salvar al régimen.