Sobre sequías provocadas, escasez de agua y otras mentiras de diseño sobre el cambio climático
Magdalena del Amo.- En el libro Conspiraciones contra la humanidad, bajo el subtítulo La agenda de los amos del mundo, dedicamos un capítulo pormenorizado sobre lo que habría de convertirse, a no mucho tardar, en un tema prioritario en la política del mundo globalizado: la gran mentira del cambio climático. Bajo las directrices del Nuevo Orden Mundial, cuyo corpus de doctrina encontramos esquematizado en la famosa –a la vez que desconocida por el gran público—Agenda 2030, al ser humano lo están convirtiendo en una especie de intruso en el planeta; culpable, además, de todos los desastres ecológicos, incluso de existir. Este es uno de los propósitos que esconde la gran mentira del cambio climático, que no es una mentira en sí, sino una verdad a medias: el clima está cambiando, pero no debido a causas naturales ni por culpa del ser humano y la mala utilización de los recursos, sino de manera provocada por parte de los megalómanos del mundo.
Amparados en esta mentira de diseño se crean leyes y se aplican normativas en perjuicio de los ciudadanos y del propio planeta, bajo el mantra de sostenible y una abundante recua de adjetivos recientemente creados en el atanor de la manipulación y control de masas.
El programa de la modificación del clima está de actualidad y tiene varios frentes abiertos. Que el clima está presentando anomalías que nuestros mayores no habían presenciado, nadie puede negarlo. Las imprevistas nevadas o granizos en verano, las olas estivales de calor y las altas temperaturas agosteñas y repentinas de febrero están ahí para demostrarlo. Huracanes y ciclones son más agresivos que nunca y hasta parece que están cambiando la temporada de aparición y las trayectorias naturales. El cambio también se nota en la luz solar, que en los últimos años parece que llega filtrada por una neblina blanquecina o plateada que casi nos deslumbra. Debido a este filtro creado artificialmente, en muchos lugares ya no se ven las clásicas puestas de sol anaranjadas. El cambio lo vemos también en el florecimiento de los árboles, en la maduración de algunas frutas, o en el comportamiento de ciertas aves, que ya no saben si emigrar o quedarse. Es como si a la naturaleza, de repente, se le hubiera estropeado el reloj. Eso sí, nuestros cielos, están cuadriculados a diario por las estelas tóxicas, y las famosas “boinas” que impiden el paso de los rayos del sol son cada vez más frecuentes.
No faltan quienes opinan que esto se debe a los ciclos propios de la naturaleza. Sin embargo, otras voces, basándose en datos, más científicos que especulativos, apuntan hacia un cambio climático provocado, con fines económicos. Si todo se quedara ahí, podríamos perdonar su irresponsabilidad a los megalómanos y coleccionistas de ceros para añadir a sus cuentas corrientes. Pero la cosa es más complicada: lo que se esconde tras esta arma mortal es de unas dimensiones tan destructivas para la humanidad, que da miedo pensarlas.
Centrándonos en la actualidad de las últimas semanas, las olas de calor de este verano y algunos efectos adversos de las inoculaciones han enmascarado el incremento de muertes –casi un 30% más que en años anteriores—. Los medios oficiales y oficialistas del establishment no han dejado de intoxicar y amedrentar sobre el particular. Afortunadamente, no han conseguido engañar a todos.
Estos días, la orden del Ministerio de la Verdad del gobierno orwelliano es bombardear con el tema del agua, apelando a nuestra responsabilidad y zarandeando nuestro sistema emocional, mostrándonos a ganaderos obligados a sacrificar a sus reses porque no tienen agua donde abrevar, cultivos abrasados, o exhibiendo las clásicas fotos de tierra cuarteada por la sequía. Nada es casual; todo se debe a un plan escrupulosamente trazado y puesto en marcha hace décadas, algo que a la sociedad le había pasado inadvertido, a pesar de la información extraoficial al respecto. Lo cierto es que, a través de las leyes de aguas y la manipulación de los organismos de cuencas hidrográficas, los “rateros” oficiales se han ido adueñando de la gestión del agua. Hace años que el preciado líquido dejó de ser un bien público sustanciado en derecho, para convertirse en un gran negocio administrado por gente sin escrúpulos. La evidencia nos ha estallado en la cara. Ver presas derribadas y los pantanos sin agua porque los están vaciando, no es fácil de entender, pero esconde una verdad siniestra que la prensa al servicio del poder no contará nunca.
Los megalómanos que dirigen el mundo tienen un extenso abanico de propósitos, a cual más siniestro. Robarnos el agua y convertirla en un lujo imposible de costear por el ciudadano medio es uno de ellos.
Se está preparando a la sociedad para una total esclavitud y dependencia del Estado; encadenada a leyes y normativas contranatura de las que está prohibido discrepar y opinar, porque los “sabios” todopoderosos así lo han programado. Se trata de la aniquilación del hombre como ser creativo y generador de soluciones ante inconvenientes y retos. Esta destrucción abarca sus cinco dimensiones: física, energética, emocional, mental y espiritual. Estas han de estar en equilibrio para que todo fluya como corresponde. Esta máxima no se está cumpliendo hoy. Por eso hay que seguir en la lucha contra el Mal y estar más activos que nunca en este tiempo de engañosa calma. No importa que algunos luchadores hayan abandonado, cansados e impacientes al no ver a las inmediatas los frutos que esperaban. Tampoco importa que otros, mal llamados disidentes, empañen el espejo de la verdad, poniendo zancadillas, injuriando y calumniando a los auténticos buscadores. Nadie ha dicho que fuese una guerra fácil, teniendo en cuenta que la gran batalla se está librando en las alturas. A pesar de todo, las raíces están creciendo y el árbol del discernimiento es cada vez más sólido. Si algunas ramas se resquebrajan no hay que afligirse, pues otras están brotando fuertes y sólidas. Seguro que las aves del cielo vendrán a anidar en ellas. No lo dudéis.
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Como siempre Magdalena, un artículo impecable y muy certero sobre lo que por desgracia nos toca vivir.
Los que nos damos cuenta de toda esta farsa tenemos la responsabilidad de “despertar” a los demás, sobre todo en nuestro entorno más cercano de familia y amigos. Pues sólo cuando los “despiertos” seamos mayoría podremos detener los planes malévolos de esta élite asesina.
Soros pero , ¿por que no te mueres ?
Quieren racionarlos el agua y alimentarnos con despojos (ya lo hacen con los famosos Mc Donalds, pero esta vez de forma oficial y no opcional). Para ellos sólo goyims molestos que sirven para ser usados y desechados si no damos frutos.
Yo el único cambio que veo es cuando sales a al calle y esta todo lleno de seres de luz con muy mala pinta…
Ademas de el subidon de delincuencia y el subidon de precios.
Lo demas esta todo igual.