Pepe Cobo, escritor y filósofo: “La defensa de la creencia en Dios es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos”
JN.- El debate entre la creencia, la física y la razón, con la ciencia, la metafísica y la sinrazón, respectivamente. Es uno de las cuestiones que el escritor y filósofo Pepe Cobo (Porcuna, Jaén, 1944) aborda en “Desmintiendo el materialismo”, su primer ensayo con el que defiende, con pruebas y argumentos empíricos, la subordinación de la ciencia a la metafísica. El autor señala que pretende dejar al descubierto la falacia de los postulados materialistas y las razones en que se apoyan
El libro fue presentado el 21 octubre en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga y ha sido puesto a la venta por la editora Punto Rojo Libros, de Sevilla, a través de algunas distribuidoras, entre ellas Amazón, El Corte Ingles y La Casa del Libro.
Se trata de una obra colosal, que prueba la existencia de Dios con las propias pruebas que la ciencia, desde la biología hasta la física cuántica, nos ofrece. Pepe Cobo se adentra, con gran maestría expositiva, en un terreno donde la jerarquía católica, por supeditación a los poderes terrenales, prefiere pasar de puntillas.
Cobo trasciende el mito de la evolución y nos deja las claves para entender muchas de esas paradojas de la cuántica, el misterio de los entrelazamientos, y el por qué de las teorías más fascinantes sobre la física moderna y la evolución humana.
– ¿Qué fue lo que te lanzó a escribir “Desmintiendo el materialismo”?
Fue como una reacción, como un rebelarse ante una situación que se esta produciendo en el mundo, por así decir, más avanzado, respecto a la perdida de los principios y valores que siempre han tenido vigencia en nuestra sociedad, sin que nadie haga nada para evitarlo.
Mi libro creo que está comprendido en el género ensayo. Ensayo de filosofía de la ciencia, en tanto en cuanto, establece un debate entre la ciencia y la creencia; la física y la metafísica; la razón y la sinrazón.
La ciencia, expresión máxima de la razón, y la creencia, como manifestación trascendente de la vida, en un debate basado en argumentos científicos que, dada la extraordinaria grandiosidad y complejidad de lo existente, nos apuntan, por lógica y racionalidad, a un Ser superior que sea base y sostén, de toda esa grandiosidad y complejidad.
– ¿Cuáles son los puntos fuertes de tu obra?
Yo diría que son los mismos que me impulsaron a escribirlo, a los que antes me he referido: el debate entre la creencia, la física y la razón, con la ciencia, la metafísica y la sinrazón, respectivamente. No solo es el debate entre disciplinas, por poner un ejemplo, entre la física y la metafísica; además, se puede establecer un debate interno, entre la propia física. No es lo mismo la física clásica que la física cuántica. Esta última ha desmentido a la física clásica, en aspectos que son fundamentales, a la hora de apoyar los argumentos que defiende este libro, en el sentido de que la ciencia no está capacitada para ir más allá de lo que su propio ámbito científico puede abarcar. Y, respondiendo más concretamente, a su pregunta, este libro se basa en dos aspectos fundamentalmente: por un lado las connotaciones filosóficas, metafísicas y cuasi teológicas que se extraen de algunos principios de la física cuántica, por un lado; y, por otro, dejar al descubierto las falacias de las teorías materialistas, sobre el origen de la vida y su evolución.
Estos serian, por así decir, los puntos centrales de esta obra.
– ¿Qué repercusión tienen con relación a la creencia, los postulados de la física cuántica y los de la teoría sobre el origen y evolución de la vida?
Con respecto a la física cuántica:
Uno, derivado del indeterminismo de sus leyes, que contradiciendo a la física clásica, deja una puerta abierta a la existencia del libre albedrío en el hombre y por lo tanto a la existencia de la libertad individual; y, otra, que se vio obligada, contradiciendo también a la física clásica, a darse cuenta del hecho de que no puede aprehender la substancia de lo que en última instancia la realidad está hecha.
Con respecto al evolucionismo:
Según cuenta el biólogo Antonio Cruz Suárez, en su libro Apologética, en el año 2016 se celebró en Londres, en la Real Sociaty un encuentro mundial de biólogos evolutivos, en los que participaron investigadores de primera linea, a los que se les pidió que tratasen acerca de las principales lagunas de conocimiento que tiene actualmente el neodarwinismo y llegaron a la conclusión que la teoría de la evolución se enfrenta hoy a los siguientes problemas que aún no han sido convenientemente explicados por el evolucionismo.
El mecanismo de mutación y selección natural no crea especies nuevas.
– Las lagunas del registro fósil.
– El origen de la información biológica.
– El origen de la información epigenética.
– La intuición de diseño universal que se desprende de la naturaleza.
Que 157 años después de que Charles Darwin publicara su libro el Origen de las especies, exista este desconocimiento con relación a la evolución, dejan al darwinismo mortalmente herido y al evolucionismo, (concretamente, a la macroevolución), la dejan bien tocada.
– ¿Qué reacción espera tener en el lector cuando lea su libro?
Este libro, por su reciente aparición, no ha tenido oportunidad de llegar a las manos de muchos lectores. Por lo que respecta a la reacción que pueda tener en cualquier lector después de su lectura, lo ignoro. Sí me gustaría dejar en el lector el convencimiento de que, efectivamente, la ciencia y la razón no son suficientes para desentrañar el misterio último de la realidad. Por contra, esa ciencia, si nos ha dicho algo incuestionable: esa realidad es de una grandiosidad y complejidad, tan inimaginables que, por lógica y racionalidad, si nos atenemos a lo que por lógica y racionalidad todos podemos entender, solo a un Ser Superior, puede deber su existencia. Por lo tanto espero que el hipotético lector, se plantee la pregunta de que ¿si todo lo existente, puede ser producto de fuerzas ciegas y azarosas, que carecen de dirección y finalidad?
– ¿Cuáles son sus futuros proyectos?
Una vez presentado este libro, tengo solo un proyecto: escribir otro, que sería como una extensión de este. Tendría como objetivo, este posible nuevo libro, ahondar en un tema referido no tanto al aspecto científico, como al aspecto lógico. Ya que la razón, por si sola, no puede sacarnos de la oscuridad, habría que acudir a la lógica, para ver si ella, nos puede hacer comprender mejor algo que yo doy por hecho: que los argumentos científicos a favor de la existencia de Dios, tienen más fuerza y son más racionales, que los esgrimidos a la contra.
Mi generación fue educada bajo los postulados Bíblicos del Génesis: todo, inicialmente, fue creado por Dios. Y, la inmensa mayoría, así lo aceptamos. Después de todo, tanto el mundo que podemos abarcar con los sentidos y el que, sin poder abarcar, si podemos intuir, es de una grandiosidad y una complejidad tan inimaginables que, por lógica y razón, solo a El, a un Ser superior, con poder e inteligencia infinitos, se podría deber su existencia.
Pero, con el transcurrir del tiempo, fuimos empujados por los apóstoles de esa distinta y ya vieja religión, el materialismo, a cuestionarnos esos razonamientos que contemplan un mundo gobernado por fuerzas sobrenaturales, para ser sustituidos por los postulados de la corriente ateísta, que niega la existencia de esas fuerzas sobrenaturales, para ser sustituidas por las fuerzas de la naturaleza, que, a mayor abundamiento y, según ellos mismos, esas fuerzas naturales, son ciegas y carecen de sentido, dirección y finalidad alguna. Todo existe porque si. Pero, como porque si queda muy burdo, lo dicen de una manera, pretendídamente. más científica: todo existe por azar.
Cuando, justamente, los nuevos descubrimientos científicos, cada vez con más evidencia, nos ponen de manifiesto la extraordinaria complejidad de lo existente y tenían que servir de apoyo, de una manera clara, a la fe; se ha producido el efecto contrario. Un racionalismo atroz, derivado de la visión reduccionísta científica, invade la vida moderna; y como la base de la ciencia es la razón y a la ciencia le son ajenas las preocupaciones éticas; lo que impera en el mundo es un racionalismo, bajo el nombre de materialismo científico.
– ¿Qué opina de los científicos materialistas?
Los científicos materialistas, de vista corta, tienen un sentido reduccionísta de la realidad: limitar todo a la visión únicamente científica, dejando de lado lo más importante, como son la existencia de esos deseos y anhelos propios del alma humana, tales como el deseo de justicia, el anhelo de libertad, el sentido de la belleza, del bien, del mal, etc. Para ellos, todo eso carece de sentido, y el sentido de la vida sería como el resultado de una broma de mal gusto.
Después de una seria incursión en ese mundo de la ciencia y de la metafísica, lo primero que descubres es que el materialismo es una fe.
Lo segundo que descubres, es que la ciencia, solo puede dar apuntes y vislumbres sobre la no existencia de Dios y el espíritu. Algunos, por cierto, de una lógica aplastante, en sentido contrario a negarlos.
Y en tercer lugar que, una entrada desapasionada en los terrenos de la ciencia, te reafirma en la creencia, pero, con más fuerza, porque ahora esa creencia, no se basa ya en la fe ciega del carbonero iletrado de la fabula, sino, que, esa creencia, además, alcanza un grado de racionalidad del que antes carecía.
Sirva como argumento en apoyo de esta afirmación, el testimonio de un filosofó ingles, en principio, ateo. Fue el más influyente entre los ateos del pasado siglo, de tal forma que era considerado como el Papa del ateísmo, pero que, a través del descubrimiento del mundo científico, se convirtió a la creencia. Antony Garrard Newton Flew.
Este es su testimonio cuando fue preguntado por las causas que le llevaron a pasar de la increencia a la creencia:
“Se me hizo palpable que la diferencia entre la vida y la no-vida era ontológica y no química. La mejor confirmación de este abismo radical es el cómico esfuerzo del científico Richard Dawkins para aducir en su obra “El espejismo de Dios” que el origen de la vida puede atribuirse a un “azar afortunado”… En resumen, mi descubrimiento de lo divino ha sido una peregrinación de la razón, y no de la fe”.
Estos científicos materialistas campan a sus anchas, sin que nadie del campo de la creencia, haga el más mínimo esfuerzo para rebatirlos.
Fue tan fuerte la corriente de opinión que estos postulados materialistas, defendidos con tanto ahínco por científicos y filósofos produjo, que nos vinos afectados por ello.
El problema no era agradable, pero, si se tienen inquietudes, no quedaba más remedio que encararlo, y a muchos nos hizo replantearnos el problema de la existencia: ya el problema no era salvación o condenación. Ahora el problema era supervivencia si o aniquilación como seres y como personas, tras la muerte.
Pero, uno, no se deja abatir, así, tan fácilmente, (sobre todo, si se trata de la defensa de conceptos como Dios, el hombre y la vida), y se pone manos a la obra, en la tarea de tratar de desentrañar, hasta donde sea posible, lo que hay de verdad en los postulados materialistas.
– Sostiene usted en su libro que la creencia se encuentra en franca retirada en la batalla contra las ciencia…
Si se examina con un mínimo de rigor la realidad actual, veremos que la creencia se encuentra en franca retirada en la batalla que se está dando entre las ciencia y la creencia.
Todo lo más que se les ocurre a algunos es acudir a la política, en demanda de que los políticos solucionen un problema que, por su propia naturaleza, se les escapa.
La defensa de la creencia en Dios es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos.
Los políticos deben dedicarse a la política. Y esa labor de defender los valores propios de nuestra cultura, debe corresponder a la sociedad civil y, más concretamente, la labor de defender la creencia, debe corresponder a los creyentes.
¿Como dejar la creencia en manos de un partido político, que legisle unas leyes que la defienda, pero susceptibles de ser barridas y quitadas de en medio, por el siguiente partido que gobierne, que, con toda razón, ya que estamos en un Estado aconfesional, las eliminaría?
Por lo tanto, esa labor debe corresponder a las Iglesias, pero no a las jerarquías eclesiásticas, que también; sino, y, además, a la Iglesia militante.
Y aquí es donde radica, en última instancia, la justificación de mi decisión de escribir este libro: dejar al descubierto la falacia de los postulados materialistas y las razones en que se apoyan.