Los Tercios españoles, más allá de la leyenda negra
Ignacio Pozo.- El crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son, caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una religión de hombres honrados.
Así termina el famoso poema de Calderón de la Barca que dedica a los Gloriosos Tercios de Flandes. Hoy 31 de enero se conmemora el Día de los Tercios en recuerdo de la batalla de Gembloux, una batalla acaecida durante en la guerra de los Ochenta Años en el que el ejército reclutado por los Estados Generales de los Países Bajos fue derrotado por las tropas de la Corona española. Creados durante el reinado del emperador Carlos V para defender los territorios bajo dominio español de Nápoles, Sicilia y Lombardía, fueron bautizados como los “Tercios viejos”.
Durante los siglos XVI al XVII a base de pica larga y arcabuz, y al grito del rescatado lema de La Reconquista ¡Santiago y cierra España! estos soldados veteranos y oficiales experimentados; hombres de honor, leales a su rey y con una entusiasta fe católica Infundieron el temor a sus enemigos, siendo los grandes valedores del Imperio “dónde no se pone el sol”.
La personalidad de este cuerpo que ligaba honor, valores, lealtad, profesionalidad, disciplina y hermandad, versatilidad y eficacia lo han catapultado a calificarlo como el primer ejercito moderno, y de los más reconocidos de la historia con sus tácticas ya iniciadas por el Gran Capitán y seguidas por sus comandantes Juan de Austria, Alejandro Farnesio o al Duque De Alba . “La temible eficacia de la infantería de los Tercios se basaba en combinar sus armas blancas (pica y espada) con las de fuego (arcabuz y mosquete)”, escriben Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca y Catalá, autores de Tercios de España. Una infantería legendaria; “una síntesis innovadora que hizo al tercio capaz de adaptarse a situaciones muy diversas, algo muy avanzado tácticamente en su época”, recobrando técnicas de las legiones romanas.
Si durante el reinado de los Austria vivieron su época dorada en Flandes, especial mención son sus épicas victorias de Breda, San Quintin o la de Empel, en la que el almirante holandés proclamó: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”. Aquel mismo día, la Inmaculada Concepción se convirtió en patrona de España y de los Tercios de Flandes.
El fin de los Tercios españoles vino como consecuencia de su derrota en la batalla de Rocroi contra las tropas francesas comandadas por Luis II de Borbón-Condé, lo que dio lugar a la firma de la Paz de Westfalia. Fue esta firma la que declaró oficialmente la independencia de los Países Bajos; y, precisamente, con la llegada de la casa Borbón a España quien los sustituyó por regimientos al estilo de los ya existentes en Francia.
Quizás sea esa áurea de valores y tradiciones que rodean a los viejos Tercios españoles, tan alejados en tiempos actuales, los que le han puesto de nuevo en el primer plano social las recreaciones, artículos, novelas o películas sobre este glorioso cuerpo. Vuesas mercedes sepan que “bien vale una pica en Flandes”.