Democracias despóticas
Ya no es sólo Sánchez. Los municipios murcianos de Totana y Puerto Lumbreras están rezumando despotismo de lo lindo desde sus alcaldías de IU y Populares. Para no quedarse atrás, el Gobierno Regional nos da una de cal y otra de arena y, para guindas de las buenas seguimos recogiendo del suelo, es un decir, a auténticas personas que han estado en Vox y, por el “sí es sí”, de la noche a la mañana, “ipso facto” les enviaron al rincón de los malos. Luego…no todo es Sánchez en esta querida España.
Nuestra democracia española está sufriendo estragos que para nada pintan bien. Uno de los mayores pensadores políticos del siglo XIX, guía segura, afirmaría que la primera y, la única condición necesaria para la concentración del poder público en una sociedad democrática es que ese poder muestre amar de veras la igualdad, o así logre hacerlo creer. De tal modo, la ciencia del despotismo se simplifica; se reduce a un principio único”. El poder de las mayorías, da día más, tiende a hacerse irresistible. Se destruye la justicia. Piensen por un momento en la justicia, la cual constituye el límite del derecho de todo pueblo y, no nos olvidemos que la gran pasión de las personas en estos agrios tiempos demócratas no son la libertad sino la igualdad.
Si la mente no me miente, para evitar tales despotismos tendríamos que estudiar o retocar proliferaciones de asociaciones, instituciones municipales, la nebulosa de la Ilustración en nuestras gentes, libertad de prensa, poder judicial e incluso los derechos individuales. Es por ello que, los enemigos de la libertad procuran desactivar los puntos antes descritos y, muy especialmente el mundo de la ilustración, libertad de prensa y la independencia del poder judicial. Quien piense que la democracia preserva de la tiranía ¡Oh Dios! se equivoca. Los enemigos de la libertad no se encubren y proclaman, sin vergüenza, sin temor alguno. Para ellos, la división de poderes es todo un estorbo, un proceder fascista para falsificar la dichosa democracia.
Sobre el poder judicial, uno de los grandes medios que en los Estados Unidos se introdujo para preservar la libertad fue la institución de jueces independientes. Nunca en ningún otro lugar se había concedido tan gran poder a los jueces. A partir de ese momento ellos están autorizados para dejar en suspenso una ley o una decisión del Gobierno si se considera que su aplicación es contraria a la Constitución. De todas formas, no es la última palabra, pero ella no la tiene ni el Presidente ni el Parlamento, sino el Tribunal Supremo. Si no existe límite al Parlamento, si la ley, como aquí, es omnipotente, incluso frente a la Constitución, la libertad queda de capa caída y, si me apresuran, también sería la igualdad.
¿Manera de evitar tal despotismo exacerbado? El apego que tengan nuestros ciudadanos y la ilustración para comprender la naturaleza ante el peligro. Toda libertad, como los derechos, no los concede el poder, sino algo que todos nosotros tomamos y poseemos. Sólo si la mayoría de nuestros ciudadanos reflexionamos, la naturaleza del amo importa bastante menos que su existencia, y, con el bueno de D. Quijote, la libertad es algo por lo que las personas deben arriesgar sus vidas, podremos detener este perverso proyecto.
Graben en sus mentes lo dicho por una buena mente: “Las naciones de nuestros días no pueden impedir la igualdad de condiciones en su seno; pero de ellas depende que la igualdad las lleve a la servidumbre o a la libertad, a la civilización o al salvajismo, miseria o prosperidad”. Nuestro Gobierno, algunas Asambleas o Parlamentos Regionales, Municipios de colores diversos emprendieron hace tiempo el camino hacia la miseria, la barbarie y la pura servidumbre. Nuestros derechos deben impedirlo. Aún estamos a tiempo.
A tres meses de las elecciones ¿Cuándo iniciamos la marcha?