¡El acero inoxidable como material del futuro! ¿Cómo revolucionó el mercado el acero inoxidable?
Desde su invención, el acero inoxidable ha sido involucrado en todo tipo de edificaciones, gracias a sus características únicas y específicas, como por ejemplo su resistencia a la corrosión o su durabilidad en el tiempo, que lo hacen perfecto para obras cuyo mantenimiento no es simple, por la compleja o nula accesibilidad a las bases de la construcción, logrando que el paso de los años no les genere tanto daño.
Desde su invención, el acero inoxidable ha sido involucrado en todo tipo de edificaciones, gracias a sus características únicas y específicas, como por ejemplo su resistencia a la corrosión o su durabilidad en el tiempo, que lo hacen perfecto para obras cuyo mantenimiento no es simple, por la compleja o nula accesibilidad a las bases de la construcción, logrando que el paso de los años no les genere tanto daño.
La producción de acero inoxidable y su aplicación en codos sin soldadura y otras soluciones ya comunes en la industria ha dado lugar a una gran variedad de acabados superficiales, que lo convierten en una opción ya no sólo práctica sino también muy atractiva desde lo estético.
Con la ventaja de que la mayor parte de los aceros pueden manipularse siguiendo las técnicas que existen desde hace décadas, y que bien puede reciclarse al final de su vida útil para darle un nuevo uso, cumple además con ese requisito de sostenibilidad, tan importante ahora.
¿Por qué es mejor que otros materiales?
Si nos centramos en sus prestaciones más concretas, aquellas que lo diferencian o distinguen de otros materiales muy utilizados, entre ellos el acero al carbono, podemos decir que el acero inoxidable es inherentemente resistente a la corrosión, porque cuenta con una protección adicional que le debe a la capa de óxido de cromo con la que se lo remata, protegiendo el interior sin un recubrimiento.
Al ser ideal en ambientes especialmente hostiles, donde los factores externos pueden poner en riesgo la estabilidad de otros materiales, tenemos en el acero una alternativa que promete un mejor soporte frente a la fatiga, algo clave a la hora de desarrollar estructuras.
De hecho, si bien comparte algunas de sus cualidades básicas con el acero al carbono, supone un paso adelante por ese comportamiento “tenso-deformacional”, que en el caso del acero inoxidable es gradual, no marcado, y ofrece una respuesta mecánica más adaptable.
Más barato a largo plazo
Por supuesto que esto hace que el acero inoxidable sea ligeramente más costoso que el acero al carbono, y su precio asimismo resulta algo más volátil porque está sujeto al de algunos de los componentes con los que se lo elabora, por caso el níquel, de valor cambiante.
La clave, recuerdan firmas referencia en el sector como Stainless Europe, está en que no debe considerarse únicamente la inversión inicial sino, junto a ella, sumar los gastos de reparaciones que son los que muchas veces hacen que un proyecto sea inviable en el largo plazo.
Es decir, si se evalúan en conjunto los costes iniciales y los de conservación, reemplazo e interrupciones de servicio, el acero inoxidable generalmente acaba siendo la salida más rentable para todo tipo de construcciones, brindando hasta 100 años de buen rendimiento.
Queda claro entonces por qué el acero inoxidable es el material del presente y del futuro, y las múltiples formas en las que revolucionó cómo levanta viviendas y edificios el ser humano, con múltiples beneficios frente a los recursos del pasado, como el acero al carbono.