Señor del mundo
Una UTOPÍA es un proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso, generalmente para la comunidad, que es muy improbable que suceda o que en el momento de su formulación es irrealizable. Por regla general, cuando alguien califica de “utópico” a alguien o a algo, lo hace para desacreditar la idea por absurda e irrealizable.
Esto es una pena, porque lo que se pretende tumbar suele ser algo bueno, útil o necesario. Tanto, que moralmente todos deberíamos apoyarlo, y sin embargo miramos con recelo o desprecio a los que defienden dicha utopía.
Por el contrario, la idea de DISTOPÍA se asocia a una Sociedad imaginaria, maligna, bajo un poder totalitario o una ideología determinada, según la concepción de un autor determinado, que sería lo opuesto a la utopía, es decir algo perjudicial y desgraciadamente sí suele ser realizable o al menos es posible. La persona que la formula suele ser admirada y respetada, porque anticipar lo malo se percibe como un ejercicio de inteligencia por parte de su autor.
Las tres DISTOPÍAS más importantes de la Historia (y una más) son las siguientes:
1984 (1948) de George Orwell:
En un mundo futurista el “Partido” mantiene a los ciudadanos bajo vigilancia perpetua, arrestando y haciendo desaparecer a quienes demuestren alguna inconformidad. A la cabeza del Partido se encuentra la figura del Gran Hermano, cuya cara está en carteles y monedas. Todos los ciudadanos están obligados a amar y ofrecer su lealtad incondicional al Gran Hermano. El Partido controla a la población por medio de cuatro ministerios:
Ministerio del Amor encargado de la ley y el orden. Por medio de la tortura y los lavados de cerebro, reeduca a los ciudadanos rebeldes.
Ministerio de la Verdad encargado de la propaganda del gobierno, por medio de noticias, arte, entretenimiento, educación y persecución de los fake news.
Ministerio de la Paz a cargo de mantener la guerra. Una de sus estrategias es enfocar la atención en problemas externos (con otros países) para distraer a los ciudadanos de los problemas que viven en su propio país, y de esta manera culpar a otros, para que los problemas nunca se solucionen y el estado de guerra se perpetúe.
Ministerio de la Abundancia encargado de asuntos económicos, como racionar y crear hambrunas, que vuelvan más dóciles a las personas.
Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley:
La novela anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente.
El secreto de la felicidad y la virtud de este “Mundo Feliz” es amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento tiende a esto: a lograr que la gente ame su inevitable destino social.
Según su planteamiento, el desarrollo de la Inteligencia Artificial General provocará una aceleración exponencial del progreso humano en todos los niveles. De tal modo que la inteligencia humana podrá abandonar su soporte orgánico para fusionarse con el Universo, tornándolo autoconsciente. El TRANSHUMANISMO de Huxley lleva a una nueva “Religión”, donde Dios es un producto que se puede fabricar a placer de las élites.
Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury:
Fahrenheit 451, escrita como distopía, es también una utopía. El texto cuenta la historia de una ciudad en el siglo XXIV, en la cual los bomberos no apagan incendios, sino que los provocan prendiendo fuego a los libros que las personas, contra el dictamen del gobierno, ocultan. Los libros están prohibidos y sus poseedores son tratados como criminales contra el estado totalitario.
La sociedad se ha obsesionado con los medios de comunicación, la televisión y la radio. Se ha censurado el pensamiento y el conocimiento a través de la prohibición de los libros. El gobierno ha enmendado la constitución, principalmente para quitar los derechos del pueblo y beneficiar a los criminales a los que despenaliza.
Quiero comentar la existencia de una “Cuarta Distopía”, censurada sistemáticamente en la actualidad y por lo tanto, muy poco conocida:
Señor del Mundo (1907) de Robert Hugh Benson:
Esta es la primera gran distopía (por ahora). Se trata de una novela sobre el Apocalipsis, una narración sobre un tiempo futuro, que en muchos aspectos ya es el presente de nuestra sociedad. Nos presenta un mundo globalizado y tecnológico que ha negado a Dios. Que ha creado una nueva religión: el “Humanitarismo sin Alma” surgido desde el interior de la propia Iglesia. Una sociedad relativista y materialista en la que no cabe la Iglesia ni Dios.
Los poderosos temían enfrentarse moralmente a tratar a las personas como a animales, porque matar a un ser humano, violarlo o reducirlo a su condición de “carne”, no era sólo un crimen. Las leyes ad hoc, les permitían hacer ya lo que quieran con sus semejantes. El problema es que los hombres son hijos de Dios y por lo tanto matarlos no es sólo un crimen, sino un “Sacrilegio”. Para evitar esta monstruosa percepción, deciden hacer desaparecer a Dios. Se niega la mayor y así, si Dios no existe, entonces las personas no son sagradas como hijos de Dios, y por lo tanto pueden ser tratadas como ganado, como reses, como carne. Sin ningún escrúpulo moral.
Dios es por lo tanto el último freno que los débiles tienen contra los poderosos. Una última barrera muy sutil, pero poderosa.
El mensaje es que a pesar de no “tener” nada, sí “eres” hijo de Dios, sagrado y por lo tanto “INVIOLABLE” en todo tu ser y dignidad. Tal vez por ello en nuestros días se emplean tantos medios en negar la existencia del verdadero “Señor del Mundo”.
Yo les pregunto, ¿vivimos en la Utopía que nos muestran los políticos, o en una atroz Distopía denunciada por tantos escritores?. Pensemos y recapacitemos.
Se diría que malvivimos entre una utopía aberrante que sin alegria, sin alma, sin amor pretende suplantar el Paraíso y una distopia de un inframundo en el que sólo cabe la tristeza, la desesperanza y el odio. Ambas desprecian el Bien, la Verdad, la Belleza porque niegan a Dios. Pero a nosotrros, hechos a Su Imagen y Semejanza, nos dice San Pablo: ¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? Cor.I, 6,19. Si así lo creemos, ni la utopía y la distopia es nuestro… Leer más »